Capítulo 24

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Pararon de echarnos agua y cuando fui a darme cuenta me encontraba sobre los hombros de Andrés.

—¿Qué haces? —Dije agarrándome a su cabeza.

Este me quitó las manos de su cabeza y me las agarró. Iba introduciéndose conmigo hacia dentro.

—No me vayas a tirar por favor, y bájame ya que me está dando frío —Tampoco era para tanto por el hecho de que al estar mojada por la zona de la cintura y subirme alta el aire me daba por que el sol se había metido.

Al final lo convencí para que me bajara despacio y así lo hizo.

Estuvimos poco tiempo en el agua, lo que era para darnos un remojón y ya. 

Salimos y nos fuimos cada uno para nuestras casa, excepto yo que me quedaría en casa de Andrés a dormir ya que se encaprichó.

*****

Los hermanos Ceballos me dejaron que yo me duchara en el cuarto de baño de la segunda planta mientras que ellos se las apañaban para ducharse a bajo.

Cogí algo de ropa que traje de mi casa y me introduje en la bañera para darme una buena ducha. Suerte que el período ya se me fue así no estaría incómoda. Al salir de ésta me coloque una toalla que Andrés me dejó y sequé todo mi cuerpo bien, si no después me costaría ponerme la ropa. Al creer que ya estaba seca comencé a ponerme la ropa interior y de pronto entró Andrés para decirme que me apetecía para cenar.

—¡Salte!—Me tapé el pecho, aún no me había puesto el sujetador.

—En cierto modo estar así es como verte en bikini, nena —Dijo con picardía.

—Andrés, por favor te invito a que abandones el cuarto de baño y me dejes acabar de vestirme —Le miré.

—Vale, me voy pero antes quiero que me digas lo que quieras, esta noche tenemos la casa para nosotros solos, mi hermano se fue con unos amigos que hacía tiempo no veía.

—Haz lo que sea no tengo preferencias.

Dicho esto salió del cuarto de baño y me dejó mi intimidad para terminar de cambiarme.

Fui a la cocina y allí estaba él preparando algo para cenar, llamé su atención y volvió la vista hacia mi.

—¿Donde dejo esto? —Le enseñé lo que llevaba en mis manos.

—Mételo en la lavadora, ahora la pondré.

Asentí.

Salí a la terraza y metí las cosas a la lavadora.

Volví junto a Andrés para ayudarle a poner la mesa.

Dijo que hoy cenariamos en el balcón así que tuvimos que trasladar todo para allá: La mesa que tenía en el salón tuvimos que sacarla fuera, y los platos, vasos y demás igual. Al tenerlo todo fuera preparado nos sentamos uno enfrente del otro y nos pusimos a cenar. La cena era liguera una ensalada y unas pechugas.

Nos pusimos a cenar. Y parecia que estábamos en una cita, la luz de la luna, algunas farolas que habían por la zona también se encontraban encendidas y al fondo se vea una minúscula parte de la playa. Parecía que todo se había puesto a nuestro favor para que está velada fuera inolvidable.

Al terminar le ayude a recoger todo lo que había encima de la mesa y volver a llevar las cosas a su sitio. Optamos por salir al jardín ya que tenía un sillón balancín. Nos sentamos allí y el pasó su brazo por mi cuello, me apoyé en su pecho.

Su mano ascendía desde mi espalda baja hasta arriba, donde se encontraba mi nuca, después volvía a bajar y la dejaba descansando sobre mi espalda baja. Después de eso quiso subir a mi cabello y perdió sus manos entre las hebras de este.

—¿Sabes? Creo que este es el mejor verano que he pasado aquí —Dijo Andrés.

—Creo que estamos en lo mismo, y también creo que fue la mejor decisión que tomé al intentar darte a ti y a mi una oportunidad para saber que siempre hay un verano después del invierno. —Sonreí.

Dichas estas palabras el moreno me envolvió en sus brazos dándome besos por toda la cara, y cada vez que me daba un beso en una parte distinta de ésta me apretaba más a él. Ese gesto me hacia sentirme bien.

Le agarré de la carita y comencé a besarlo lento y con cautela, con pasión, con necesidad. Hasta que el beso fue aumentando cada vez más y me tumbó lentamente en el sillón balancín, le miré a los ojos y sonreí. Paró para acariciar mi nariz con la suya. Para continuar intensificando lo un poco más.

Descendió hacia mi cuello y sentí algo extraño. Así que le dejé paso para que continuará con lo que estaba haciendo, me gustaba. Una de sus manos la introdujo en mi camiseta y comenzó a acariciarme el costado, me erize con su tacto suave y delicado.

Me acariciaba como si fuera la cosa más frágil que había en el mundo, como si intentará curar mis heridas cosa que era un poco difícil.

Bajé la mano hasta la que tenía dentro de mi camiseta y lo paré.

—Lo siento, voy demasiado rápido —Dijo mirándome a los ojos.

No le respondí por que tenía razón, iba algo rápido. Aunque no tenía los típicos miedos de la primera vez por que esa ya la pasé. Simplemente aún no estaba preparada para que surgiera algo más carnal.

Se apoyó en sus brazos para coger impulso y así levantarse de encima mío. Pero lo paré me gustaba sentirlo cerca, sentir como su respiración chocaba con la mía, sentir como su aroma tan viril me invadía por completo, y hasta incluso sentir su tacto con el mío.

—Puedes quedarte ahí, me gusta sentirte cerca.

Me miró sonrío y en un ágil movimiento hizo que quedara sobre él.

—¡Que agilidad! —Dije con asombro.

—Se rió —Muchos años de experiencia.

Me acomodé en su pecho.

Mi cuerpo estaba totalmente sobre el suyo.

Menos mal que el balancín era grande donde cabíamos los dos tumbados si no caeríamos al suelo.

Él me acarició el pelo mientras sus labios estaban encima de mi frente.

Ayúdame a olvidar (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora