2.2

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     Harry se levantó del sillón de la sala de estar para abrir la puerta a quien sea que estuviera del otro lado.

—Hola Alice ¿Qué haces aquí? — Saludó con una sonrisa nerviosa. Él, ahora que sabía el porqué de su extrañeza, no sabía cómo actuar al frente de la chica. El chico la dejó entrar a la casa.

—Perdí un juego de ping-pong ¿Recuerdas? — Dijo ella mostrando la bolsa de papel en sus manos. Ella lucía algo cansada y apagada. En ese momento, Sam entra a la habitación y ve a la chica.

—¿Estás bien, Alice? Luces como un zombie. — Preguntó el recién llegado con un tono de preocupación en su voz.

—Sólo es la época de exámenes, he estado estudiando. — Le dijo ella sin importancia.

—¿Entonces porqué me trajiste las papas? No tenías que hacerlo, lo hubiera entendido.

—Tranquilo Sam, necesitaba salir a comprar unas cosas.

—Debes descansar, Ali. — Dijo Harry con preocupación. — Realmente luces agotada.

—Estoy bien, de veras.

—No, no, Alice. Te quedarás aquí, yo te cocinaré algo y Harry se asegurará que descanses. Luces fatal y necesitas relajarte. — Sam sujetó a la chica del brazo y la obligó a sentarse en el sillón. — Espérame aquí que ya prepararé algo.

Sam desapareció por la cocina y Harry fue por unas mantas para la chica, también llegó con unos pantalones holgados y una sudadera. Ella lo miró con una ceja alzada.

—¿Crees que te dejaré dormir con unos pantalones de mezclilla? Ponte esto, estarás más cómoda.

—Harry no es nec-

—Solo hazlo, ángel.

Alice soltó un bufido antes de tomar las prendas y dirigirse al baño para cambiarse. Cuando tenía la sudadera puesta pudo sentir el agradable aroma de Harry impregnada en la prenda, esta le trajo tranquilidad a la chica.

    Cuando Alice volvió a la sala de estar, vió a Harry en el sofá observando la televisión. La chica se acordó de la comodidad que le brindó el chico la otra vez así que, con algo de timidez, se acomodó a un lado de su amigo. Harry, sin pensar en sus acciones, pasó su brazo por el hombro de la chica y la atrajo a él. Cuando sintió la pequeñas caricias que hacían las pestañas de Alice al parpadear sobre su cuello, se percató de sus acciones haciendo que se sonrojara.

     Supo que ella se había dormido cuando su respiración se volvió más tranquila, la cubrió con la manta para que no sintiera frío y la analizó por unos segundos, observando sus facciones relajadas.

     En ese momento Harry supo que no le molestaba en lo absoluto acostumbrarse a la situación en la que se encontraba.

Angels. | Harry Holland.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora