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Chat grupal.
Refuerzos

¡Beth ha añadido a Harry al grupo!

Beth
Harry necesitamos tu ayuda

Beth
Bueno, técnicamente no nosotras

Zooey
Es Alice

Harry
le sucedió algo? está bien?

Zooey
Se volvió loca otra vez

Zooey
No ha dejado de estudiar

Beth
No la veo más de dos minutos al día porque está encerrada en su cuarto

Harry
¿y qué quieren que haga? no tengo idea de cómo ayudarla

Beth
Sácala de allí

Zooey
A nosotras no nos escucha

Zooey
Pero a ti si lo hará

Harry
¿qué?

Zooey
Sé que sabrás que hacer

Beth
Ustedes lograron que durmiera la semana anterior

Harry
veré que puedo hacer...

~

     Harry observó su teléfono unos segundos, pensando en si debía continuar con su plan o no ¿Funcionaría? Tendría que intentarlo para saberlo. Soltó un suspiro antes de tocar el timbre del apartamento. Luego de unos segundos de silencio, volvió a presionar el botón en el muro. Unos ligeros pasos se escucharon antes de que la puerta se abriera, dejando ver a una chica con unas ojeras, una coleta despeinada y una cara de confusión.

—Harry ¿Qué haces aquí? — Su voz apagada se oyó por el corredor haciendo un pequeño eco. — Son las cuatro de la mañana.

     Ambos entraron al departamento, el chico siguió a Alice hasta lo que parecía ser su cuarto. Harry se percató de que la cama estaba perfectamente hecha, como si nadie la hubiera tocado en días, y también vio las muchas botellas de agua vacías sobre el escritorio junto a muchos cuadernos y libros.

— Vine porque pensé que deberíamos salir a algún lado. — Dijo él con una sonrisa.

— ¿En serio, Harold? Son las cuatro y tengo que estudiar para mi examen del lunes. No tengo tiempo para salir contigo, lo lamento.

—Sé que no has descansado en días, Alice, y no me iré hasta que hayas salido de estas cuatro paredes para respirar un poco de aire fresco.

—Pues ponte cómodo porque estarás aquí un buen rato. — La chica se iba a sentar en la silla frente a su escritorio cuando siente que unos brazos rodean sus caderas y la levantan del suelo. — ¡¿Qué?! ¡Bájame en este instante, Harry!

— No, no. Necesitas ver el cielo, Alice, ver el exterior, salir de este cuarto y dejar de estudiar un par de horas. — El chico salió del departamento cerrando la puerta tras de sí aún con su amiga sobre su hombro. Ella intentaba hacer que él la soltara, pero era inútil.

Cuando llegaron al auto, Harry la dejó en el asiento del copiloto.

—Te odio. — Dijo ella cuando el chico se subió al auto.

—No lo haces, ángel. — Le respondió él soltando una risa.

Estuvieron conduciendo un buen rato hasta que Harry aparcó en unos de los estacionamientos junto a la playa en Bournemouth. Él se bajó y le abrió la puerta a su amiga.

Mierda, Harry, hace mucho frío. — Dijo ella abrazándose a si misma y frotándose sus desnudos brazos.

—Vine preparado, ángel. — Él chico le entregó la misma sudadera que le había pasado la vez anterior. También sacó su mochila y se la colgó en su hombro. — Hay té y leche en un termo dentro de la mochila.

     Ambos caminaron en la arena y se sentaron cerca del mar. Harry acurrucó a la chica sobre su pecho y la cubrió con una manta. Alice no se había percatado de lo agotada que estaba hasta que se encontró con la comodidad que el calor le entregaba. De alguna manera que ella no se explicaba, el chico le hacía sentir bien.

Y ahí, cuando ella estaba rodeada por sus brazos, cerrando los ojos lentamente mientras veía como el color del cielo aclaraba junto al del océano, supo que quería estar y sentirse así siempre.

Angels. | Harry Holland.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora