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     Había pasado dos semanas desde que Alice se había salido del grupo y aún se sentía avergonzada por haberle admitido a los amigos de Harry y a él que lo encontraba muy guapo.
     El chico había intentado contactarle por mensajes, pero ella le decía que estaba muy ocupada como para charlar. Y ella no mentía, ese día iba a haber una visita especial en el hospital y estaban todos trabajando como locos en los últimos días.

— Ali ¿Puedes ir por las cajas con las mantas, por favor? Van a necesitarlas en el salón de visitas ya que la calefacción no está funcionando correctamente.

— No hay problema, Beth.

Alice fue a buscar las cajas con las mantas a la bodega. Eran cuatro cajas grandes y pesaban un poco, pero la chica podía llevárselas sin problemas. Alice caminaba hacia el gran salón cuando se encontró con un grupo de personas charlando fuera de este. Un chico de cabello rubio y uno de cabello castaño se percataron de su presencia, el más alto le sonrió unos segundos antes de apartar la mirada mientras que el más bajo seguía aún mirándola con una sonrisa. Luego de unos segundos de incomodidad para ella, él se acercó.

—Déjame ayudarte. — El chico era mucho más alto que ella, pero aún así seguía siendo más bajo que el rubio. El castaño, con cuidado, sacó una caja de las de arriba. — Un gusto conocerte al fin, Alice. Soy Sam.

A la castaña se le pusieron los pelos de punta al oír el nombre del chico. Sintió la tranquila mirada del chico sobre ella haciendo que se sonrojara, y antes de que Sam pudiera tomar otra de las cajas, las tres que estaban en manos de la chica se cayeron al suelo haciendo que los demás en la habitación voltearan a verla.

Mierda, oh santísima mierda. — Dijo ella en un susurro mientras volvía a apilar las cajas en el suelo. Sam la ayudó doblando el par de mantas que se habían salido de una de las cajas.

— Harry estará feliz de verte.

—No le digas, por favor, aún estoy avergonzada por lo del grupo.

El sonido de unos pasos hicieron que Sam levantara la mirada.

—Dime que no hiciste que la chica botara las cajas, Sam. — Dijo una voz con un tono de burla, voz que Alice reconoció. — ¡Y estás doblando algo! Quiero ver la cara de mamá cuando vea este momento único. — Harry tomó su cámara y comenzó a grabar a Sam en el suelo.

— Yo quiero que veas la tuya en estos momentos. — Sam le quitó la cámara y apuntó el lente a su hermano, una mueca de extrañeza estaba en su rostro. — Nueva amiga, saluda a Harry.

La chica sentía el calor en sus mejillas cuando levantó la mirada y vio como la expresión del chico cambió de confusión a asombro.

—Hola Harry.

Angels. | Harry Holland.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora