Capítulo 7 "Sé mi verano"

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Los rayos de aquel potente sol despertaron a la pelirroja como ya era costumbre, pero esta vez no estaba en su cama. Abrió los ojos con dificultad y al moverse notó un peso sobre su pecho. Miró hacia su lado y fue cuando comenzó a recordar todo. Había pasado la noche con Elena, y ahora esta estaba acostada prácticamente sobre ella, totalmente desnuda. Se miró y se dio cuenta de que estaba en iguales condiciones. Sus cuerpos desnudos, con sus piernas entrelazadas.
Se llevó las manos a la cabeza y soltó todo el aire que tenía. Se arrepentía de haberse acostado con Elena. Ella sabía que no era nada nuevo, la rubia siempre estaba cuando ella lo necesitaba. Pero esta vez era distinto, se sentía culpable por algún motivo el cual desconocía ¿Sería por Florencia?
Se trató de levantar lo más sigilosa posible, lo que menos quería era que la rubia se despertara y comenzara todo de nuevo. Fue en puntitas de pie por toda la habitación buscando su ropa que estaba por toda esta. Puede que no quisiera a Elena, pero debía admitir que la pasaba genial entre sus piernas. Y esa noche no había sido la excepción. Jazmín estaba súper cabreada por lo sucedido con Flor, por lo que descargó su furia como ya estaba acostumbrada: teniendo sexo durante horas.
Se miró en el espejo aturdida. Sus labios estaban hinchados de lo mucho que se había besado con Elena esa noche y su espalda llena de marcas y arañazos. En otro hubiera tomado esto como marcas de una victoria, pero ahora… ahora lo veía diferente. Las veía como la prueba de su derrota, de su debilidad. Se sentía sucia y culpable por haberse acostado con la chica. Sentía que en cierta forma estaba traicionando a Flor. ¿Pero por qué? No había pasado nada entre la morocha y ella, solo un leve roce de labios, el cual ella rechazó. Se sentía una boluda por sentir esta angustia en el corazón
Sus pensamientos y reproches fueron interrumpidos por el sonido de la puerta del baño abrirse y tras esto sintió unos húmedos besos sobre su cuello
-Mmm- gemía Elena saboreándola -¿Cómo amaneciste?-
-He tenido mejores mañanas- dijo seca
-Normal. Con la noche que me has dado. Es un milagro que sigamos en pie- rió Elena pero Jaz solo asintió con la mirada perdida –Ey, ¿Qué pasa?-
-Nada-
-Ah, ya sé lo que te hace falta- dijo Elena comenzando a besar su cuello y a deslizar su mano por la cintura de Jazmín
La colorada suspiró al sentir el contacto y al saber lo que se planeaba tomó su mano y la apartó
-No- y salió de su agarre, para ir de vuelta a la habitación
-¿Cómo que no?- dijo Elena confundida -¿Qué te pasa ahora, Jazmín?-
-Que no, Elena. Ya te lo he dicho un montón de veces- su voz sonaba enojada, pero no exactamente con la rubia
-Eso no lo decías anoche- dijo la rubia mientras se cubría con un jersey
-Anoche fue diferente. Estaba bebida, cabreada y necesitaba despejarme- le explicó Jaz mientras buscaba sus zapatos
Elena la miró por un segundo. Analizaba sus actos y por primera vez notó algo en la mirada de la colorada que nunca antes había notado… remordimiento. 
-¿Es por ella? ¿No?- dijo Elena dándose cuenta -¿Por la chica? ¿La del karaoke?-
Jazmín la miró rápidamente al oírla. No se esperaba esto, pero era evidente que Elena se acabaría enterando. Ella la conocía muy bien y seguramente desde el primer momento en que la vio con Flor se había percatado de las miradas que ambas se dedicaban.
-¿Ella es la próxima? ¿No?- dijo la rubia y su tono de voz salía ahogado. Sabía que le iba a doler la respuesta de Jazmín
La colorada no fue capaz de responderle. No le gustaba lastimarla, pero tampoco le gustaba mentir, por lo que lo único que hizo fue bajar la cabeza.
-Sí, sí lo es- afirmó la rubia al notar su reacción -¡¿Cuándo vas a parar, Jazmín?! ¡¿Cuánto te vas a cansar de este juego absurdo?!- le reprochó
-¡No es un juego absurdo! ¡Es mi vida y así es como elegí vivirla! ¡¿Ok?! ¡Vos lo sabías el día en que aceptaste este juego!-
-Sí, lo sé, pero nosotras…-
-¡Yo te lo advertí, Elena! ¡Solo era un verano! ¡Nosotras como tú lo llamas, solo sería un puto verano!- dijo Jaz bastante alterada y sus lágrimas salían casi inconscientes
La rubia se sentó en la cama a llorar –Pero yo te quiero, Jaz- trató de agarrar su mano, pero Jaz la apartó
La colorada ya no lloraba, se había secado las lágrimas y la miraba con los ojos rojos. La rubia solo le suplicaba con la mirada que se quedara a su lado, pero sin decir nada más Jazmín salió de ahí dejando a una devastada Elena sobre la cama.
Una vez salió de la casa se dejó caer junto a un árbol cercano. Lloraba de impotencia de dolor. Lo menos que quería ella era hacerle daño a nadie, pero no todo había salido como lo planeado. ¿Por qué Elena no se conformaba? ¿Por qué no podía ser cómo las otras?
Las palabras de la rubia comenzaron a azotar su cabeza y ella misma se cuestionó si tenía razón ¿Debía parar? Mucha gente estaba saliendo lastimada. Pero esos pensamientos fueron eliminados al pensar en el verdadero problema que azotaba su vida. Ese problema que le daba el derecho de hacer lo que quisiera sin tener remordimiento.
Se levantó y se sacudió sus jeans, para luego limpiar sus lágrimas y seguir su camino hacia La Gloria.
Al llegar al porche de su cabaña no pudo evitar hacia la casa vecina. Una parte de ella esperaba ver a Flor, pero la otra deseaba ignorarla. No tenía el tiempo suficiente como para perderlo con una niña ingenua como la morocha.
Entró a su casa y se dejó caer en el sofá, desde donde prendió la tele, no para verla, sino para que el sonido de esta apartara un poco su soledad.
De repente unos sonidos provenientes de su cocina la hicieron salir del trance en que estaba y alzó la cabeza enseguida mirando en esa dirección. Se acercó y no pudo evitar reírse al ver el causante del ruido.
Era Javo, el jopo loco, quien estaba saqueando su nevera a escondidas, cosa que acostumbraba a hacer. Ellos eran muy unidos, por lo cual Javo tenía las llaves de la cabaña en caso de que ocurriera algo
-Ah, y yo que estaba por llamar al fumigador pensando que tenía ratas. Pero resulta que es un cerdo el que se come la comida de mi nevera- dijo haciendo que Javo pegara un brinco y comenzara a reír junto con ella
-Juanca, no seas mal. Tengo hambre y Lolita me echó esta mañana de casa- dijo Javo cerrando el refrigerador, pero no sin antes tomar los restos del rissoto que había preparado Jazmín la noche anterior
-Y vienes y me robas a mí. Que inteligente- dijo Jaz frunciendo el ceño
La pareja de amigos tomaron dos birras y se fueron de vuelta al salón, donde Jazmín se sentó con los pies sobre el regazo de Javo
-¿Y vos? ¿Le diste con todo anoche?- dijo Javo riéndose
-No me hables de anoche. Por Dios. Creo que me pasé con las bebidas- dijo Jaz llevándose las manos a la cabeza
-Ah, está ya mayor, Cacho. Te está saliendo bigote- bromeó Javo –Yo creo que ya es hora de que cuelgues las bragas-
-Nunca... – afirmó Jaz brindando con él
-Lo mismo digo-
Jazmín suspiró recordando lo ocurrido esa noche anterior, no lo de Elena, sino lo de Flor. Aquel simple roce le había afectado más que cualquier beso que le había dado a otra persona en la vida
-¿Y tú nuevo ligue?-
-No me hables de eso- dijo Jazmín agotada
-¿Por qué? ¿No cayó?- Jaz negó con la cabeza -¡Dios, alguien no cayó a tus encantos! ¡Soy fan de esa chica!- bromeó Javo
-Es que la cagué. Me confíe mucho y la acabé cagando-
-¿Por qué? ¿Qué hiciste?- curioso
-Nada… estábamos bien. Nos viste-
-Sí-
-Pero cuando salí a fuera y ya la tenía casi en mis manos, me lancé a besarla y ella me alejó. Y me dio la típica respuesta de ¨a mí no me gustan las chicas¨- dijo Jaz bebiendo su cerveza para ocultar su rabia
-¿Te fijaste en una hetero?-
-Al parecer sí- admitió Jaz y Javo asintió, pero la colorada no tardó en estallar -¡¿Por qué me dijo que no?! ¡Le gustaba! ¡Eso estaba claro! ¡¿Cómo puede negarse a algo que ni siquiera ha probado?! ¿Cómo puede saber que no le gusta?- dijo alterada
-Ey, ey, Cachito. Relájate. Creo que te está saliendo el ego que llevas dentro- le dijo Javo haciendo que esta se calmara –Debes respetar su decisión. Si no te quiere, no te quiere. No puedes insistir más-
-¿Por qué?- el tono de Jaz sonaba como el de una adolescente caprichosa –Es ella, Javo. Ella es la elegida. Lo supe en cuanto la vi-
-Puede ser, Cacho. Pero igual te estás quedando sin tiempo. Ya mañana es primero de agosto-
-Lo sé- dijo Jaz agobiada
-O encuentras una rápido o te quedas sin verano-
-Lo sé, Javo, lo sé-
-A no ser que quieras repetir. Sabes que Elena siempre va a estar ahí-
-Javo…- dijo mirándolo atravesado
-Ya, ya sé. No repites-
-Exacto. Mi vida mis reglas- finalizó Jazmín queriendo dar por zanjada esta conversación
Media hora más tarde Javo volvió a su cabaña, a tratar de resolver las cosas con Lolita, mientras que Jaz colocó su atril en el porche. Necesitaba relajarse y la mejor forma de hacerlo era pintando.
Se colocó frente al atril esperando que un poco de inspiración llegara a ella. Pero le era inútil, en lo único que pensaba era en lo sucedido en las recientes horas: el rechazo de Flor, las palabras de Elena…
Todo esto daba vueltas en su cabeza volviendo loca a la pobre colorada. Cuando al fin pensaba que podría comenzar a pintar, sintió la puerta de La Estrella abrirse. Con rapidez sus ojos se dirigieron hacia la entrada vecina, para ver como Flor salía junto con Carla. Ninguna de las dos miró hacia ella, cosa que agradeció en un principio. Lo que menos quería era toparse con la morocha. Javo tenía razón, era mejor dejarla ir.
Miró de vuelta al atril, no sin antes darse cuenta de que las hermanas se dirigían al río. Tomó el pincel en la mano, quería pintar pero algo le impedía hacerlo. Y ese algo tenía el rostro de Florencia Estrella.
Se llevó las manos a la cabeza y bufó –No puedo estar sintiendo esto. No- se decía a sí misma, pero tras mirar la dirección por donde se habían ido las hermanas no lo dudó.
Soltó el pincel y salió prácticamente corriendo de su porche. No sabía si era lo correcto, era consciente de con esto a lo mejor rompía de alguna forma sus reglas, pero necesitaba verla. Necesitaba volver a hacerla sonreír. Como le había dicho anteriormente a la morocha. Esa era una de sus nuevas manías favoritas.
Como ella esperaba, encontró a las hermanas Estrellas en la orilla del río. Flor tenía la melena suelta y sus pies dentro del agua. Llevaba un bikini que le quedaba de maravilla.
Jaz se detuvo a mirarla un rato. Le parecía increíble que alguien tan simple pudiera volverla así de loca. Flor no era una modelo, pero tenía su encanto. Encanto que sin duda había fascinado a la colorada. Adoraba verla así, tan relajada, sin tics… era perfecta, al menos para ella.
Comenzó a acercarse con timidez. No sabía cuál sería las reacciones de las hermanas al verla. A lo mejor la rechazaban o ignoraban después de lo que había hecho.
-Hola- dijo sacándolas de su estado de relajación
La primera en dar un brinco fue Flor, quién rápidamente cubrió su cuerpo con el jersey que tenía a su lado. Jaz sonrió ante este acto, le parecía adorable ver como la morocha se comportaba ante ella.
-Ey, hola- dijo Carla alegre -¿Dónde te metiste anoche? Te nos perdiste-
-Sí… es que tuve unos problemitas- dijo mirando directamente a Flor, la cual no decía una palabra, solo miraba el agua del río –Flor- haciendo que la mirara -¿Podemos hablar? Será solo un segundo-
Flor la miró y al ver esos ojos verdes suplicantes no pudo decir que no.
-Decime- le dijo fría
-A solas ¿Puede ser?- dijo Jaz temerosa de su respuesta
Al oír esto Flor dudó ¿Qué se traía la pelirroja entre manos? No caería en sus juegos y eso era algo que tenía muy en claro. No iba a aceptar, pero al volver a ver ese rostro angelical frente a ella no pudo negarse y terminó aceptando
Jaz la guió hacia un árbol que no estaba muy lejos de la orilla, pero lo suficiente como para que Carla no oyera lo que le tenía para decir. Ambas miraban hacia otra dirección. No sabían qué decirse después de lo sucedido. Casi se habían besado, y eso a Flor no le acaba de entrar en la cabeza.
Finalmente llegaron al árbol, donde Jazmín se sentó en una de las raíces que sobresalían, esperando que Flor hiciera lo mismo. Pero la morocha se mantuvo de pie con los brazos cruzados esperando a que fuera la colorada la que empezara
-Flor, yo… yo quería pedirte perdón. Por lo que sucedió anoche- le dijo tratando de atrapar su mirada
-No, no, no pasó nada anoche- negó Flor
-Sí, pasó y lo sabes- dijo firme haciendo que la morocha la mirara –Sé que ahora esperas que te diga que me arrepiento y esas cosas. Pero no. No me arrepiento de nada. No me arrepiento de haberte besado porque estaba haciendo lo que sentía- le dijo Jaz lo más sincera posible
La mirada de Flor estaba algo cristalinas y sus manos temblaban de lo nerviosa que estaba
-¿Sabes de lo único que me arrepiento?... de haberte hecho sentir incómoda. Eso era lo último que deseaba-
-No, no me pusiste incómoda, Jazmín. Solo te confundiste-
-¿En serio?- dijo con la voz frágil –Yo creo que no- Jazmín estaba segura de que los sentimientos que notó en esa fiesta de parte de Flor no eran solo alucinaciones suyas. Ella sentía eso, por mucho que quisiera negárselo
-Jazmín, ya te dije que no me gustan las mujeres- dijo Flor muy agobiada mirando al suelo
-Pero ¿te gusto yo?- esta pregunta hizo que Flor la mirara confundida ¿A qué se refería?
-Jazmín, tú eres mujer- dijo como si fuera la cosa más obvia del mundo. Y lo era
-Sí, pero sabes que no me refiero a eso. Hay veces que no nos fijamos en alguien por ser hombre o mujer, sino por lo que hay en su interior. Hay veces que simplemente nos enamoramos de personas. No importa el sexo que sea- le dijo Jaz haciendo que en la cabeza de Florencia miles de pensamientos dieran vuelta
-Jaz… creo que será mejor que lo dejemos acá- dijo Flor tratando de irse
-¡Sé mi verano!- gritó Jazmín casi suplicándole, lo que hizo que la morocha se volteara confundida
-¿Qué?-
-¿Quieres ser mi verano?- dijo Jaz nerviosa. Su boca temblaba del miedo que sentía. Tenía miedo al rechazo
-No entiendo, Jazmín. ¿Qué dices?- confundida
-Mañana será primero de agosto ¿No?- dijo y Flor asintió sin entenderla –Pues quiero que lo pases conmigo-
Flor la miró llena de confusión
-Sé que es raro. Muy raro. Pero lo que te propongo es que pases conmigo el mes de agosto. Que me dejes ser tu compañera estos próximo 31 días- trató de explicar Jazmín
-¿Compañera de qué tipo?- dudó Flor
-Del que vos quieras… yo me conformo con solo ser amigas. Pero por favor, déjame ser tu verano y tú el mío- los ojos esmeraldas de Jazmín retenían lágrimas que amenazaban con salir, mientras que Flor la miraba confundida
¿Tan importante era que ella aceptara? ¿De qué iba todo esto?
-Por favor…- suplicó la chica
-No entiendo nada, Jazmín- dijo agobiada –No te entiendo-
-No hay nada que entender. Solo haz lo que sientas- le pidió la colorada
Flor la miró por un segundo. Le dolía verla así, tan frágil, tan vulnerable. Era totalmente diferente a la Jazmín fuerte y comprensiva que había conocido hacía dos días. La propuesta era rara, pero algo en ella le decía que debía aceptar
-¿Puedo pensármelo?- dijo Flor mirando el suelo
Al oír esto Jazmín no pudo evitar sonreír. Había esperanza y eso era lo único que ella necesitaba. Se levantó de la raíz y se acercó a Flor. Sin apartar la mirada de la chica metió la mano en su bolsillo para sacar algo que Flor no logró ver que era. De esta misma forma, tomó la mano de Flor y dejó caer algo sobre ella, algo metálico. Apretó su puño junto al suyo y luego le sonrió
-Si aceptas. Mañana a las 3 nos vemos junto al río… y si no lo haces. En vez de ponértelo- dijo indicando su mano cerrada –Me lo dejas en el buzón de mi casa. Así sabré tu respuesta-
Sin decir más nada Jazmín comenzó alejarse de una confundida Florencia, quién de a poco fue abriendo su puño para ver que lo que la colorada había dejado en el era un colgante, pero no cualquier colgante sino uno de oro que decía ¨Summer¨ (Verano en inglés)
Flor levantó la vista hacia ella, quien ya estaba a cierta distancia
-¡Jazmín!- gritó consiguiendo que esta se volteara
-¿Qué pasa?- le dijo con las manos en los bolsillos de su jeans
-Si no aceptara la propuesta… ¿Te rendirías?-
-Si no aceptas, te juro… te juro que nunca más vas a saber de mí- finalizó para volver a su camino
De esta forma la colorada desapareció entre las casa, dejando ahí, en aquel árbol a una más que confundida Florencia. La cual no sabía qué hacer. Pues su mente y su corazón le decían todo lo contrario.

Summer (Flozmín)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora