Capítulo 34 "Besos adictivos"

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Espejos… esos que son ya una pieza común y corriente en nuestro hogar. Para algunos no significan nada… para otros todo.
Dicen que los espejos reflejan solo la belleza exterior, pero esa noche Florencia Estrella entendió que esa teoría no es toda cierta.
A lo mejor no eran todos los espejos, pero el de su cuarto… en aquella casa del Tigre… mostraba su alma… su felicidad. Una felicidad hasta ahora nunca había visitado su vida.
Nunca había visto una sonrisa tan pronunciada en su rostro, ni mucho menos ese brillo en sus ojos negros… que casi siempre estaban opacos.  Estaba feliz, enamorada… todo gracias a una persona… a esa personita que poco a poco no solo se convirtió en su verano, se convirtió en su vida.  La enseñó a vivir, a tener esperanza… le mostró que con una simple caricia, un simple te quiero se podía tocar el cielo con las manos.
Pero Flor sabía que no solo había tocado el cielo con sus manos, sino que gracias a Jazmín se había hecho la dueña de este.
Tal y como se lo esperaba el vestido le quedaba realmente hermoso. Sin duda Jazmín conocía a la perfección su cuerpo ¿Y cómo no iba  hacerlo?
Los encajes blancos pegaban a la perfección con la finura de su cuerpo, y la delicada tela acariciaba su piel como si hubiera estado hecha precisamente para ella.
Mordiéndose el labio inferior llena de felicidad, Flor comenzó a dar vueltas delante del espejo… sin creerse aún el cambio que había dado su vida.
¿Y cómo creérselo? Hasta hace unos meses Flor había sentenciado su vida a la infelicidad, estaba convencida que esa palabra tan pequeña pero llena de importancia, que era ¨amor¨ no estaba hecha para ella. Pero al parecer estaba equivocada, al parecer tenía que sufrir todos esos desamores para por fin llegar a ese lugar…. El lugar en el que el amor la tomó de la mano en forma de mujer.
¿Una mujer? ¿Quién lo diría? ¿No? No es que Flor fuera homófoba ni nada, pero simplemente le causaba gracia. Ella que siempre había sido de babear con cachas en mallas, ahora babeaba por las caderas de cierta colorada. ¿Pero cómo no hacerlo?
Está demostrado científicamente que no hay ser humano que mire a Jazmín del Río y no se quede embobado.
-Alta bomba se va a llevar la colorada- la voz de Carla se hizo presente en la habitación, tomando por sorpresa a Flor quien dio un pequeño brinquito
-Ay, boluda. ¿Qué haces ahí?- dijo sosteniéndose el pecho del susto
Carla sonrió y se alejó del marco de la puerta para entrar a la habitación.
-Mirando lo hermosa y feliz que está mi hermana ¿No puedo?-
-Obvio, que puedes- sonrió mientras sus cachetes se sonrojaban -¿Estoy bien?-
-Estás re linda, Flor. A esa colorada se le van a escapar las palabras de la boca- rió Carla –Y ese vestido te queda maravilloso-  dijo mientras acariciaba la tela del vestido blanco
-Me lo regaló ella- dijo Flor orgullosa dando una vuelta para que su hermana lo viera bien
-Ah, eso es lo que había dentro de la caja- Flor asintió –Pues dio en el clavo… se nota que te conoce-
-Demasiado- dijo Flor sonrojándose
-No digas más… ya me imagino- la frenó Carla -¿A dónde van?-
-No lo sé. Dice que es una sorpresa- dijo Flor volteándose para ponerse los pendientes y por supuesto, su collar.
-Mmm… Que misteriosa la colorada ¿No?-
-Le encanta hacerse la misteriosa- sonrió mientras acariciaba la inscripción de Summer
-Y por lo que veo a ti no te molesta ¿No?- dijo Carla alzando una ceja al ver la cara de embobada de su hermana
-Me encanta- dijo Flor con una sonrisa de enamorada, que se la contagió a Carla
-Ojala, yo encontrara a alguien así… no a una chica, sino a un hombre que me trate así de bien… que me sorprenda-
-Ya va a llegar, Car. Mírame a mí… soy el mejor ejemplo de que a todos nos llega- alegó la morocha
El sonido de la puerta las sacó de la conversación,  y Flor no pudo evitar que una estúpida sonrisa se dibujara en su rostro.  Ya había llegado, esa era Jazmín. No le pregunten cómo lo hacía, pero al parecer Florencia había desarrollado un súper poder que podía sentir a Jaz en cada momento del día. Carla ladeó la cabeza riéndose de la reacción de su hermana, quien miraba hacia la puerta de su habitación ansiosa. Parecía una nena de quince años esperando para tener su primera cita
-Apúrate,  que al parecer ya llegó tu princesa- dijo Carla risueña mientras se levantaba de la cama y se dirigía hacia la puerta de la habitación
Flor volvió a mirarse al espejo nerviosa, acarició la tela de su vestido y dudó si le faltaba maquillaje, pero sus dudas fueron espantadas al volver a sonar el timbre
-Le vas a encantar,  hermanita- le susurró Carla observándola en el espejo, al notar sus inseguridades -¿Le abro ya?  ¿O la dejó sufrir un poco? - rió la Estrella al pensar en la colorada plantada en la puerta
Flor suspiró cerrando sus ojos y controlando un poco sus Tics,  para luego asentir decidida. Carla sonrió orgullosa de su pequeña hermanita, y sin más salió de aquella habitación.
Al abrir la puerta de ¨La Estrella¨, Carla se quedó muda al ver lo que tenía delante. Jazmín lleva puesto un hermoso jeans de color negro, que se ajustaba a la perfección a sus sensuales curvas. Mientras que la blusa de color vino tenía un escote que remarcaba sus deliciosos pechos. ¨Sin duda esta colorada vino a matar¨ pensó Carla mientras no podía alejar la vista del escote de Jazmín, quien la miraba con el ceño fruncido
-¿Carla?- trató de llamar su atención y la Estrella la miró a los ojos confundida de su propia reacción ¿Qué demonios hacía mirándole los pechos a una mujer? -¿Estás bien?- preguntó de vuelta Jazmín confundida por la cara de la Estrella
-¿Eh? Sí, sí…- dijo nerviosa sonrojándose –Ya entiendo a Flor- susurró para sus adentros
-¿Eh?-
-Nada, nada- negó con la cabeza –Pasa que Flor ya está casi lista- dijo haciéndose a un lado para que la colorada pasara dentro de  la casa
Jaz dio cinco pasos dentro de la casa y estaba en el medio del salón. Miraba hacia todos lados tratando de encontrar a su chica
-Perfecta elección la del vestido- dijo Carla sentándose en el sofá
-¿Le gustó?- preguntó Jaz emocionada
-Le encantó… y le queda realmente hermoso-
-Con o sin vestido, Flor es hermosa, Carla- alegó Jaz sentándose a su lado en el sofá
Carla la miró por unos segundos y sonrió complacida al ver que la misma mirada de enamorada que tenía su hermana hacía unos segundos la tenía Jazmín.
Río bajito y movió su cabello
-¿Qué pasa?- preguntó Jazmín al oír la pequeña risa de Carla
-Nada, nada- sonrió –Es que me parece gracioso lo mucho que te odie al principio de todo esto- Jaz la miró sorprendida –Pensé que solo te la querías llevar a la cama, y mira ahora-
-¿Qué?- preguntó Jaz interesada en la pregunta de su cuñada
-La haces inmensamente feliz- confesó Carla y la sonrisa más grande se dibujó en el rostro de Jazmín
¿La hacía feliz? Sí, pero no lo hacía ni siquiera la mitad de bien que lo hacía Florencia con ella.
-Ella me devolvió las ganas de vivir, Carla- confesó Jaz con los ojos humedecidos, porque era la verdad. La más pura verdad
Un crujido de la madera hizo que ambas miraran hacia las escaleras de pino, donde una hermosa princesa hacía su entrada. Al verla así, tan hermosa, tan frágil, Jaz no dudó en levantarse del sofá y mirarla directamente a los ojos. Dios, amaba a esa mujer con toda su alma.
Florencia estaba realmente hermosa.  Jaz lo sabía,  se imaginaba que el vestido le iba a quedar genial,  pero lo que no se imaginaba era ese brillo tan único que irradiaba la morocha en esos momentos.  Ese brillo típico de alguien que realmente está enamorada.
Parecía un ángel,  un pequeño ángel caído del cielo.  Y después de todo eso era Florencia Estrella en la vida de Jazmín del Río,  un pequeño ángel que sin saberlo la estaba volviendo a la vida.
Casi inconsciente Jazmín comenzó a dar pequeños pasos hasta la escalera,  hasta que quedaron una frente a la otra. Sus respiraciones estaban agitadas de lo emocionada que estaban. Flor no podía dejar de mirar a Jaz, mientras que esta parecía haberse quedado sin palabras ante aquella diosa.
Su mano tomó la de ella sobre el barandal de la escalera. Flor miró el contacto y luego volvió a mirar esos grandes ojos verdes que parecía dos esmeraldas.
-¿Y? - dijo Flor en un susurro a la expectativa de su chica
-Estás... – las palabras no querían salir de su boca, por lo que no dijo más nada.  Las palabras sobraban entre ellas.  Por lo que sin importarle nada dio un paso al frente, la tomó de la nuca y estrechó sus labios en un delicioso y necesario beso.
Un beso que decía todo… un beso que valía más que mil palabras.
Jazmín del Río había besado a miles de chicas en su vida, o más bien en estos últimos años, si se pusiera a contar y a decir sus nombres no terminaría ni de aquí a veinte años. La había y había besado bien, pero nunca como lo había hecho con Flor. Desde aquel día en la fiesta supo que Flor era diferente, era única. Nunca había sentido esa electricidad en los labios de alguien, y mucho menos esa adicción por un par de besos. Pero Flor era diferente, Flor había conseguido hacer adicta a Jazmín… adicta solamente a ella.
-Ey,  no coman delante de los pobres,  che- el comentario inoportuno de Carla las hizo separarse y sonreír enamoradas
-Perdón,  Carla- dijo Jazmín abrazando la cintura de su chica, quien aún dejaba besos en sus mejillas
-No le pidas perdón.  Por el amor nunca hay que pedir perdón. ¿O no? - dijo Flor risueña y Jazmín sintió como su corazón estaba en medio de un carnaval.  Se sentía tan orgullosa de su morocha,  de su amor
-Obvio,  que sí,  mi amor- dijo antes de darle un cariñoso pico que dejó a la morocha con ganas de más
-Ah,  son un caso perdido las dos- dijo Carla rodando los ojos y retirándose a la cocina
Una vez solas, Jaz rodeó la cintura de su chica y la pegó a su cuerpo, dejando sus frentes pegadas una a la otra
-¿Nos vamos? - dijo Jaz mirándola a los ojos y sintiendo su esencia
Flor sonrió como nunca y llena de emoción asintió
-Nos vamos- dijo y Jaz se fue separando para comenzar a salir de la casa, pero la mano de la chica la frenó
-¿Qué pasa?- dijo risueña mirándola
Flor la haló de vuelta a su cuerpo –Pero antes quiero hacer esto- y sin más atrapó nuevamente aquellos deliciosos labios

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Volví!!!

Summer (Flozmín)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora