Capítulo 27 "Sin miedos" (parte 1)

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Jazmín no supo bien en qué momento fue ni cómo fue,  pero cuando pudo volver a reaccionar ya estaba en la entrada de su porche. Florencia la llevaba prácticamente en brazos, abrazándola y tratando de protegerla de la inmensa lluvia que estaba cayendo.  Ambos cuerpos tiritando del frío…
-Flor... - dijo mientras la veía quitarle la llave y abrir la puerta
-Vamos...  Te tenés que cambiar- Jazmín solo asintió y entró a la cabaña una vez abierta la puerta
Sin decirle una palabra Flor se dirigió al cuarto de baño y regresó a toda prisa con una toalla en la mano
-Toma.  Será mejor que te seques- dijo dándole la toalla y dándose la vuelta enseguida para acercarse a la chimenea –Será mejor que la encienda si no queremos morir ¿Puedo?- Jaz solo asintió y la morocha se arrodilló frente a la leña seca
Jazmín se le quedó mirando por un segundo. Su cuerpo estaba completamente mojado, el suyo un poco menos… ¿Cómo podía existir alguien así de único? Flor había usado su cuerpo para protegerla de la tormenta. Sin duda era su pequeño ángel
-No me mires más y sécate, Jaz- dijo Flor con un tono juguetón sin ni siquiera darse la vuelta
Jaz sonrió de medio lado ante esta nueva habilidad de la chica, al parecer ya podía predecir todos sus movimientos, o a lo mejor es que era muy evidente. Se mordió el labio pensando en lo lindo que era tenerla acá, a su lado, a pesar de lo sucedido… hace apenas unas horas Flor estaba súper enojada con ella. Y se lo merecía… era el karma… pero ahora… ahora Flor estaba ahí, junto a ella como si nada hubiera cambiado. La cuidaba, y lo más importante era que ni siquiera la había molestado con inoportunas preguntas. Jazmín se conocía lo suficiente como para darse cuenta de que en tormentas sus más oscuros demonios salían a flote, y la dejaban al descubierto completamente. Seguramente Florencia se moría de la curiosidad, miles de preguntas andarían por su cabeza… pero ella no haría ninguna, no si sabía que le hacía daño a la chica que amaba.
Jaz apretó la toalla un instante, y se percató de la presencia de esta en sus manos. La miró y luego miró a Flor… sinceramente, no supo que fue lo que la impulsó a decir lo que estaba a punto de decir
-Sécame vos- dijo casi en un susurro que hizo a Flor reaccionar
En un principio Jazmín pensó que Flor se negaría, que la había cagado por completo,  pero esas dudas fueron borradas al ver como la morocha se levantaba y se ponía bastante cerca de ella
-¿No podes tú sola? ¿O qué?- dijo alzando una ceja y jugando con el cuello de la blusa de Jazmín
Jaz se mordió el labio sin apartar la mirada de su rostro pícaro
-Creo que vos lo podes hacer mejor- dijo con un tono demasiado seductor para la morocha, la cual sintió sus piernas flaquear por un instante
Flor le regaló una de esas hermosas y únicas sonrisas, para luego colocar sus manos sobre los botones de la blusa de la colorada. Con una tortuosa lentitud comenzó a desabotonar uno por uno de los botones, todo esto bajo la atenta e intensa mirada de Jazmín.
Uno,  dos,  cinco botones...  Y la blusa ya estaba completamente abierta. Los pechos de Jazmín casi al descubierto, solo cubiertos por aquel fino sujetador negro. Era tan blanca su piel, tan delicada, que Flor se sintió salivar.
No se oía nada en la habitación,  ni los truenos,  ni los grillos,  solo sus respiraciones.
Tal pareciera que el tiempo se hubiera detenido a su alrededor y todo lo importante estuviera centrado en sus acciones, en sus pensamientos, en sus latidos…
Flor trataba de no mirar,  pero se le hacía imposible no fijarse en aquellos perfectos pechos,  que se veía tras aquella camisa semi abierta.  Creyó delirar al centrar su atención en aquel pequeño y sensual lunar que descansaba en uno de ellos, y que era terriblemente tentador.
Sus manos temblaban y Jaz se dio cuenta de sus nerviosismos,  por lo cual con una sonrisa decidió relajar la situación o empeorarla,  no lo supo bien hasta que comenzó a quitarse aquella camisa lentamente, y vio como Flor hacía pequeños sonidos afónicos.
Dejó caer la camisa al suelo quedando con el torso semidesnudo delante de los ojos de aquella nerviosa y sonrojada morocha. Florencia hacía hasta lo imposible porque sus tics no estallaran de golpes, pues deseaba que esto sucediera, lo necesitaba. Necesitaba sentirse de Jazmín del Río.
Flor parpadeó numerosas veces,  tratando de asimilar aquella imagen que tenía delante de sus ojos.  Era increíble como el simple hecho de respirar pareciera erótico en el cuerpo de la colorada
Jaz alternaba la vista entre Flor y sus pechos,  sonriendo satisfecha al ver el efecto que estaba causando en aquella chica
Tragó en seco tratando de controlar las locas ganas que tenía de probar aquella piel ajena,  pero tan tentadora que sentía su boca humedecerse.  Nunca se había fijado en una mujer,  al menos no de esa forma  pero el hecho de ver a Jazmín así tan sensual,  tan tentadora...  Estaba volviéndose loca
-Flor... - dijo Jaz haciendo que sus ojos se dirigieran a los suyos
-Sí,  sí..  Perdón- dándose pequeños golpes en el pecho de lo nerviosa que estaba
-Está bien.  Puedo terminar yo- dijo Jaz al darse cuenta de lo tensa que se encontraba
No le gustaba ver a Flor nerviosa, sentía que le hacía daño, por eso controlando las ansias que tenía decidió dar un paso atrás. Jazmín se dio la vuelta evitando que Flor mirara sus pechos, y pensó que Flor se movería hacia un lado, pero no… no lo hizo… la morocha se quedó mirándola más que atenta.
Al ver esto la colorada no pudo evitar sonreír. Flor estaba nerviosa, sí, pero eso no quitaba el hecho de que la deseaba tanto o más que ella. Sin oír una palabra proveniente de su boca comenzó a zafar el cierre de su jeans,  para luego lentamente bajar aquella prenda.
Miles sonidos afónicos salieron de la boca de Flor, la cual estaba casi sin aliento al ver aquella parte tan perfecta del cuerpo de Jazmín. No podía ser real, nadie humano podría poseer aquellas piernas y aquel trasero tan espectacular. Jazmín era un ser de otro mundo, una divinidad… esa era la única explicación para su belleza.
Jaz se volteó de a poco para toparse con la mirada hambrienta de Florencia. Miraba su cuerpo como si fuera el majar más delicioso del mundo… y lo era. Tomando aire, pero igual de temerosa de dar un paso en falso, Jazmín comenzó a caminar hacia Flor, hasta quedarse tan cerca de ella que casi respiraba su aire.
Lentamente y con una mirada traviesa, Jazmín llevó sus manos hacia el pequeño lazo que amarraba la parte delantera del vestido de Flor. Jugó con el por unos segundos, para luego alzar la vista hacia aquellos ojos marrones, que estaban más oscuros que nunca. Pedía permiso, suplicaba poder quitar aquella prenda.
-¿Te ayudo?- susurró casi contra sus labios provocando un escalofrío recorrer el cuerpo de Flor,  la cual solo pudo asentir nerviosa
De a poco deslizó el lazo zafándolo muy lentamente,  bajo la atenta mirada de Flor.  No se decían nada,  no hacía falta, sus miradas eran suficientes para saber lo que ambas sentían en estos momentos...  Deseo,  amor.
Los ojos de Jazmín perdieron todo el verde de su color al ver la piel descubierta del pecho se Flor.  No se veía nada comprometedor,  pero el solo hecho de ver su cuello,  sus clavícula,  su respiración...  La estaban volviendo loca.
Estaba a punto de avanzar para quitar por completo aquel vestido y dejarla en iguales condiciones,  pero antes de que pudiera dar el siguiente paso un inoportuno trueno se hizo presente,  haciendo temblar el cuerpo de Jazmín nuevamente por el pánico.

...
-¿Estás segura de lo que vas a hacer? - dijo Lucho sujetando a una joven Jazmín por el brazo
Jazmín miró el agarre de su hermano,  y luego miró sus preocupados ojos.  Le estaba como suplicando,  suplicando que no se fuera,  que no los dejara, que luchara,  pero ella sabía que no podía...  No podía seguir haciéndolos sufrir.
...
-¿Jaz?  ¿Jaz?  ¿Estás bien? - la voz de Flor la hizo salir del pequeño trance en el que había entrado
Abrió sus ojos y ladeó la cabeza tratando de volver por completo,  entonces fue que se dio cuenta.  Se maldijo miles de veces,  pues por culpa de su pequeño recuerdo había roto aquel ambiente tan sensual que tenía con Flor.
Ahora la morocha no estaba frente a ella,  no,  estaba abrazándola y cubriendo su cuerpo con la toalla.
De a poco Flor la llevó hacia el sofá,  donde continúo secando su cuerpo.  Esta vez sin nada sexual,  no,  no había tiempo para eso al saber que su chica estaba mal.  Con mucho cuidado agarró un jersey largo que descansaba sobre el respaldar de uno de los sillones, y se lo colocó de a poco. Jaz estaba como que ida aún, quería estar con ella, quería tocarla… pero algo la detenía… aquellos recuerdos, la culpa… el miedo.
¿Qué le pasaba?  ¿Por qué se quedan como colgada con cada trueno?  ¿En qué pensaría?  Esas preguntas daban vueltas en la cabeza de la morocha una y otra vez.
Jaz se aferró con fuerza a su cuerpo,  tal parecía que quería fundirse en él.  La colorada nunca había sentido este sentimiento.  Estaba mal,  triste...  Pero a su vez sentía paz.  Y sabía que ese sentimiento era gracias a Florencia.  Ella tenía ese efecto en ella.  El solo hecho de sentir su aroma,  su piel,  ver su mirada,  su sonrisa...  Hacía que en la colorada surgiera una paz interior que no tenía comparación.
El amor de Florencia le hacía bien.  La sanaba por dentro y por fuera.  Le curaba el alma.
-Todo va a estar bien,  Jaz- murmuraba Flor mientras la besaba en la cabeza
-Gracias- sollozó dándole un beso en la mano
Después de unos minutos de absoluto silencio,  la tormenta seguía pero el efecto que tenía en Jazmín ya se había disminuido.  La respiración en la colorada era más calmada, y su rostro demostraba paz.
Florencia la admiraba mientras dejaba caricias en sus cabellos rojos.  Le parecía tan hermosa,  tan perfecta que a veces dudaban que fueran de la misma especie.  Jazmín no podía ser humana,  ninguna humana podía ser tan perfecta...  Sin duda Jazmín del Río era una especie de Ángel...  Solo podía ser eso,  Jazmín era su ángel guardián.
Jaz tenía sus ojos cerrados y una sonrisa en su rostro. Disfrutaba los mimos de Flor. Parecía una nena pequeña en los brazos de su persona favorita.  Porque sí.  Flor era su persona favorita. Era su cura…. La cura de todos los problemas que azotaban su vida.
-¿Estás dormida? - preguntó Flor observando la cara de Jaz
-Mmm...  Casi...  Si seguís haciéndome esos mimos muy pronto si lo estaré- murmuró con voz adormilada
-Creo que va a ser lo mejor.  Debes descansar-
-Sos maravillosa,  Flor- dijo voleándose para quedar boca arriba sobre sus muslos y mirarla a los ojos
-¿Por qué? - dijo risueña
-Por esto,  por quedarte acá...  Conmigo...  Por bancarme a pesar de todo...  Por cuidarme-
Flor sonrió de medio lado -No puedo evitar hacerlo,  Jaz...  Te debe parecer raro pero hay algo en vos...  Hay algo en vos que me ata...  No sé,  es muy loco pero tal pareciera que estuviéramos unidas por una especie de fuerza- decía Flor sonrojándose con cada palabra mientras que Jaz solo la miraba con los ojos brillosos
-No me parece raro- Jaz negó con la cabeza -No me parece raro porque yo siento lo mismo...  Flor, yo siento que vos estás destinada para mí,  y yo para vos-
-Soy tu verano,  ¿no? - sonrió Flor tratando de ocultar su emoción
-Sos más que eso- confesó la colorada para fundirse en un tierno y delicado beso

Sorry,  por la ausencia

Summer (Flozmín)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora