Capítulo 28 "Sin miedos" (parte 2)

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Enfrentadas... Miradas conectadas...  Respiraciones agitadas...  Latidos constantes...  No hacían faltas las palabras, sobraban pues sus ojos decían todo.
Jazmín la miraba hipnotizada.  Apreciaba cada pequeño rasgo de aquella chica que le había dado vuelta a eso que llamaba vida.  La había curado,  le había sanado su dañada alma sin ni siquiera darse cuenta.  Se preguntaba miles de veces cómo hubiera sido tener a Flor en aquella época en la que su vida se fue a la mierda.  ¿Habría hecho lo mismo?  ¿Hubiera tomado la misma decisión?  No,  seguramente no.  Nunca podría alejarse de alguien como Flor. Nunca hubiera podido dejar de luchar.
La mano temblorosa de Jazmín se trasladaron hacia la mejilla de Flor,  en donde dejó una pequeña caricia.  Flor al sentir el contacto cerró sus ojos,  para sentirla mejor.  Jazmín dejaba pequeñas caricias en su rostro,  no sólo con sus manos sino con sus ojos.  Se deleitaba con cada pequeño gesto de la morocha.  Era hermosa,  sin duda Florencia Estrella era la mujer más hermosa y especial que había conocido en su vida.  Se moría de deseo por ella,  la deseaba como nunca había deseado a nadie.
-Sos hermosa,  Floppy- susurró llevando sus caricias hacia el cuello de la chica,  la cual lo había echado hacia un lado para dejar que hiciera mejor su trabajo
-Te amo- susurró la colorada acercándose hasta casi rozar sus labios -Te deseo-
Al oír esto último los ojos de Flor se abrieron rápidamente,  causando un pequeño temor en Jazmín.  Había metido la pata,  seguramente ahora Flor saldría huyendo como la primera vez que la besó.  Todos esos miedos pasaron por la cabeza de Jaz en esos momentos,  pero algo la hizo volver a la realidad.
Ese algo fueron los labios de Flor chochando contra los suyos de una manera única.  Porque sí,  la sensación de tener los labios de Florencia rozando los suyos era una sensación que Jazmín nunca había experimentado en su vida.  Ningún otro beso había ningún otro beso había causado tanto estrago en su interior.
Las manos de Flor se acercaron al rostro de Jazmín,  acercándola más hacia ella si es que eso era posible,  y dejándola casi arrodillada frente a su cuerpo en aquel espacioso sofá.
Jazmín se dejaba hacer, se dejaba llevar por aquella morocha que reinaba no solo en sus sueños. Estaba tan rendida, tan entregada, que sentía que por Flor podía hacer cualquier locura.
Dejándose llevar por el placer la colorada llevó sus manos hacia la cintura de Flor, fue una agarre suave, pero firme. Casi desesperada comenzó a levantar el vestido de Flor, y se coló por el interior de este, sintiendo la fina piel de la morocha, la cual se estremeció al sentirla tan cercana.
De a poco fue acariciando hacia arriba por los costados el cuerpo de Flor,  levantando su vestido  en el proceso,  y escondiendo sus manos debajo de este.
De un solo movimiento, Jazmín impulsada por la pasión, llevó a la morocha hacia su regazo, donde esta colocó sus muslos a cada lado de las piernas de Jazmín.
Flor casi suelta un ahogado gemido al sentir el contacto con los fuertes muslos de Jaz, y al pensar en que lo único que la separaba de Jazmín en esos momentos era aquella pequeña lencería que cubría su intimidad, y el largo jersey que llevaba Jazmín.
No se separaban ni un segundo,  ni siquiera para tomar aire.  Este no faltaba,  debido a que ambas eran su aire. 
Las manos de Flor comenzaron  a subir por el cuerpo de Jazmín,  tocando su fina y delicada piel.  La deseaba,  la deseaba tanto que dolía.  Nunca se imaginó en esta situación,  nunca se imagino deseando tanto a una mujer como en estos momentos deseaba a Jazmín.
La deseaba y estaba dispuesta a ir hasta el fin del mundo con ella.
Labios,  mordidas,  láminas...  Entre ambas bocas había iniciado una guerra para nada fina...  Pero hermosa,  llena de pasión,  de deseo,  de necesidad. Sus lenguas, más que lenguas parecían lanzas luchando por ver quien se daba más placer.
Jaz estaba a punto de sacar de una vez y por todas, el vestido de Flor cuando la habitación volvió a ser iluminada por un relámpago, y seguida por el sonido estrepitoso de un trueno.
...
Truenos,  y más truenos...  La calle completamente sola,  las luces de las farolas y las pisadas firmes de una niña...  Porque sí,  puede que tuviera 20 años cuando aquello...  Pero era una niña...  Una pequeña niña...
Solo la iluminaba la luz de aquella vieja farola,  que pestañeaba a cada rato.
Estaba sola completamente sola y lo que más le dolía era que sabía que era lo mejor.  No podía seguir en su casa, no podía hacerlo sabiendo que al final acabaría lastimando a la gente que más la quería.  Porque sí.  Porque a pesar de no quererlo, Jazmín terminaría lastimándolos. Terminaría matándolos con ella. La muerte siempre es dolorosa, siempre destroza.  Y Jazmín del Río ya estaba muerta desde aquel día, en el que un señor vestido de blanco le dio la peor noticia de su vida.

Summer (Flozmín)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora