Magnus se sentó en la cama y lo miro buscando algo en sus ojos que le dijeran lo que estaba a punto de suceder. Alec miró al piso y luego a la ventana.
- ¿Me vas a decir por qué me trajiste acá?
- Me dio miedo.
- ¿Qué te pidiera que seas mi novio?
- Si... - Alec volvió a mirar a Magnus.
- ¿A qué le tenes miedo?
- A muchas cosas.
- ¿Específicamente a..?
- A todo Magnus.
- No tenes miedo de agarrarte herpes para donde metes la boca.
- No seas estupido. - Alec soltó una risita y Magnus se relajo.
- Alexander... De todas las cosas que hablamos por tanto tiempo... Nunca pensé que serias vos el que tenía los problemas ¿No era que me ibas a aconsejar en la vida y demás?
- Si pero una cosa es coquetear y jugar y otra es... Es que te pasen cosas de enserio. Aparte toda esa psicopateada que me hiciste.
- ¿Qué te hice? Me acabas de decir que jugaste conmigo. No tenes derecho a tirarme nada en la cara... - Alec suspiró con pesadez.- Aparte te la merecías.
- Ah ¿Ahora empezamos a vengarnos?
- No.. Es un ajuste de mierdas.
- Bueno ¿Podemos parar? - Magnus se dejó caer en la cama.
- No se.. Estuvo divertido ver como te ponías y todo eso.. Fue divertido.
Alguien golpeo la puerta y Alec la abrió, Magnus supuso que era Clary porque no se gritaron para nada. Enseguida se levantó apoyándose con los codos y vio que tenía una bandeja.
- ¿Son magdalenas? - Preguntó el bailarín.
- Si, de arándano ¿Queres? - Alec se sentó junto a él y Magnus enseguida se acomodó para estar en la misma posición.
- Jodeme que no es crema.
- La es. Pero... No mal pienses, es para el postre.
- ¿Y con que bajamos esto? ¿No me vas a hacer uno de tus tés?
Alec empezó a reír y Magnus supo entonces que todo estaba bien.