Magnus le miró desde su mesa en la casa de té, observando cómo se reía con unas ancianas. Era increíble la pasión que tenía por atender a las personas y servirles. Se levantó unos diez minutos después y se acercó a la mesa de su observador.
- ¿Qué tanto me miras?
- Me gusta mirarte.
- ¿Si? ¿Y qué ves?
- A una persona muy interesante.
- Lo decís porque te conté lo de mi ex...
- No seas dramático no es por eso.
- Mmmm - Tomó uno de los alfajorcitos y se lo llevó a su boca, saboreando.
- Alec... ¿Qué soy para vos?¿Te gusto?
- Wow, que profundo.
- De enserio. Me gustaría que me fueras claro...
- Bueno. - Alec observó a Magnus y sintió que algo le hacía ruido en el corazón y luego en la mente.
- Me gustas, me encantas y no quiero ser el tipo que te "comes" cada tanto. Quiero estar con vos. ¿Vos queres estar conmigo?
- No. - Dijo con firmeza Alec y miró a Magnus.- No creo en las relaciones serias.
- ¿Crees en estar solo con una persona? - Dijo Magnus sin asustarse, después de todo le había advertido que no se enamorara.
- ¿Te referís a ser exclusivos?
- Si a eso. De eso hablo.
-Bueno... - Alec apretó sus labios y miró hacia afuera.- No me gusta hablar de estas cosas, siento que estamos arruinando las cosas.
- ¿Aclarar te parece que arruina las cosas? ¿Qué hay de malo con hablar?
- No hay nada malo, pero siento que me estas apurando.
- Tal vez deberías tomarte uno de esos té que son relajantes.
Alec miró a Magnus y empezó a reírse como si le hubieran dicho el mejor chiste de la historia. Se levantó y se retiró, caminando hacia la cocina.
El bailarín se quedó mirando como se iba, miro al piso sintiéndose que había arruinado todo. Se puso de pie y se fue. No quedaba nada por hacer.