Capítulo 10

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Sin emitir otra palabra Leorio tomo la mano de Kurapika y se lo llevo directo a la dirección. Kuroro suspiro pesadamente y los siguió de cerca.

Minutos después se encontraban los tres frente al director, el anciano miro a cada uno y alzó una ceja.
—¿Y bien?

—Este tipo.— mencionó Leorio y apunto con su dedo a Kuroro.
—Casi abusa sexualmente de mi amigo en un salón vacío.

—¿Es eso cierto Lucilfer?—pregunta el anciano y mira al nombrado.

—Digamos que si.—responde el pelinegro y pone los ojos en blanco.

—Debes estar consciente de que eres el más grande de tu salón, y los demás como Kurapika son menores de edad, y si abusas de un menor de edad vas a ir a la cárcel.— informó Leorio mirando a Kuroro.

—Bien. Pero no hubo ningún contacto sexual, no?—pregunto el señor mirando a Kurapika.

—Y si lo hubo estas perdido Lucilfer, irás a la cárcel por pedófilo.—mencionó el Moreno con el ceño fruncido.

Kuroro trago pesado, en el salón donde los encontró Leorio no habían tenido relaciones, pero si lo habían hecho en el otro salón de Literatura y si Kurapika mencionaba eso...estaba jodido.

—Kurapika... —murmuró Bisky entrando a la dirección, había escuchado el alboroto.

—Oh, genial.— soltó el pelinegro sarcasticamente y respiró hondo. Ahora el chisme se había hecho más grande.

—Tú callate.— dijo Bisky mirando a Kuroro, y rodó los ojos.
—Kurapika... ¿Este infeliz te la metió o no?

El rubio miro al pelinegro, bajo la mirada y volteó a ver al director.
—No... él solo me beso.

—¿No intentó abusar de ti?— interrogó nuevamente el anciano.

—Mm no.— respondió Kurapika y negó con la cabeza.

Kuroro estaba sorprendido ¿Había escuchado mal? Kurapika lo había salvado de una segura expulsión y hasta de un pase para ir a la cárcel.

—Bien... Como no fue tan grabe, sólo voy a poner una condición...— comenzó el director y miro a Kuroro.
—No tienes permiso de acercartele a Kurapika.

—Pero...

—Si lo haces te expulsó.— le cortó el anciano.
—¿De acuerdo?

Kuroro asintió de mala gana.
—Si.

—¡Es que no lo puedo creer! Estoy impactada.—mencionó Neón caminando en círculos por la habitación de Kurapika.
—¿Kuroro es el chico desconocido? ¿Perdiste tu virginidad con él? ¡Ay Dios!

Bisky miro seriamente al rubio y ladeo la cabeza.
—¿Porque no echaste de cabeza a Kuroro?

Kurapika desvió la mirada.
—Porqué en el fondo... él es mi querido Pudin, no?—sonrió triste.

—Sólo dices eso porque estas sensible, pero pronto volverás a ser el mismo rubio enojon explosivo amargado.— comentó Bisky.

—A mi llamenme estúpida... Pero quiero que Kuroro vuelva a violar a Kurapika.—mencionó Neón casi en susurro.

—Estúpida.

—Estúpida...

—¡Ay ya! Que lastima que Kuroro ya no se te pueda acercar...

Bisky le dio un golpe a Neón y la miro mal.
—Estúpida.

—¡Pero si ya le quitó la virginidad! ¿Que más da si se lo vuelve a hacer?—dijo Neón y miro a Bisky.
—Además, Kuroro no es tan malo, sólo no sabe demostrar amor sincero.

—Eso no lo justifica. Quiso tocar a Kurapika sin su consentimiento, eso es un delito y más aún cuando el idiota ese es mayor de edad.—mencionó Bisky mirando irónicamente a Neón.

—Pero...

—Además. Si Kurapika se dejó la primera ves, eso no importa, porque si la segunda él ya no quería. Kuroro tenía que respetar eso, no?— interrumpió Bisky.

Neón se quedó callada y desvió la mirada.
—Pues... menos mal que llegó Leorio, no?

Kuroro se encontraba en su enorme habitación, en un rincón de la cama con la mano apoyada en su rodilla mientras pensaba en todas las estupideces que había hecho y que la había cagado una ves más.

La puerta se abrió de golpe, dejando ver a Hizoka en el marco. El pelinegro ni se molesto en mirarlo, no estaba de humor. Y Hizoka al ver el rostro pálido de ultratumba del pelinegro, retrocedió lentamente para irse.

—E vuelto a meter la pata...— murmuró Kuroro, exaltando a Hizoka.

—Oh si, escuché sobre tu condición...— mencionó el pelirrojo sonriente y se acercó sentándose en la orilla de la cama.
—Si que estabas urgido, eh.

—Es que...— comenzó el pelinegro y hizo una mueca. —Es muy sexi...

Hizoka río secamente y lo miro con ironía.
—Si lo es. Pero... a ti no te luce ser un pervertido.

—Lo se pero no se que me paso.— hablo con frustración y revolvió su cabello.
—Sólo quiero tenerlo para mí.

—Oh si, seguro sus piernas son suaves... Que genial sería dormir en ellas.— dijo el pelirrojo con una sonrisa traviesa.
—Qué lástima que ya no te le puedas acercar.

Kuroro suspiro pesadamente, ¿Porqué le importaba tanto? Después de todo, ya le había quitado la virginidad a Kurapika y ahora pasaría a ser otro más del montón.

Pero no podía dejar de pensar en el rubio, su rostro, sus gestos, su voz, su cuerpo, toda una obra de arte y literalmente Kurapika había sido lo mejor y lo más hermoso que se había tirado.

—¿Y ahora?— pregunto Hizoka aún con su sonrisa.
—¿Que vas a hacer?

El pelinegro sonrió para si mismo, y luego miro a su amigo con esa sonrisa felina.

¿Que?
Él era Kuroro Lucilfer y podía hacer lo que se le de la gana.

No le importaban las reglas, ni las condiciones, había sobrepasado problemas mucho más graves y peligrosos que una simple expulsión.

¿Quieren verlo lejos de Kurapika?
Que se jodan.

No iba a hacer caso.

Mi Idiota (KuroKura)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora