El rubio entrecerro los ojos al sentir un beso húmedo en su nuca, el pelinegro bajo su mano lentamente y apretó la pierna derecha del menor, quien al sentir eso arqueo su espalda haciendo que su trasero quedará más apegado a la entrepierna de Kuroro, quien gruño y estrelló su mano contra la pierna del rubio.
Kurapika jadeo y se dio la vuelta encarando al pelinegro, rodeó con sus brazos el cuello del contrario, y este le rodeó la cintura, pegaron sus frentes mirándose directamente a los ojos.
—Quiero hacertelo.—susurro el pelinegro con voz ronca y bajo sus dos manos hasta el trasero del rubio causándole un escalofrío.
El menor trago pesado y cerró los ojos, se dio la vuelta dándole la espalda al mayor y comenzó a terminar de desabotonar su camisón, el cual se deslizó lentamente hacia abajo dejando ver su espalda completamente desnuda. El pelinegro se acercó un poco más y beso el hombro del rubio, quien se dirigió a paso lento hacia la ducha.
Kuroro lo siguió y ya estando dentro sonrió y giro la llave, el agua no tardo en caer sobre sus cuerpos y comenzaron a besarse de manera salvaje. Kurapika se montó en las caderas del pelinegro, quien lo estampó contra la pared de la ducha.
El rubio se sostuvo del cuello de Kuroro para no caerse, volvió a juntar sus labios con los del pelinegro en un beso más apasionado, Kuroro apretaba los muslos de Kurapika a medida el beso subía de tono.
—Espera... no.— jadeo el rubio rompiendo el beso con la respiración agitada.
—¿Que sucede?— pregunto Kuroro confundido y un poco fastidiado.
Kurapika bajo la mirada y suspiro.
—No podemos. No en este momento.—¿Porqué no?— rodó los ojos.
—Leorio.— mencionó con ironía el rubio y volvió a suspirar.
—¿Vas a dejarme duro? Eso es cruel...— murmuró Kuroro.
—Pues lo lamento, pero será en otro momento...
—¿Y si me haces un oral?— pregunto el pelinegro y sonrió de lado. El rubio abrió los ojos y se sonrojo.
—Q-Que... No.— negó con la cabeza repetidas veces.
—¿Porque no?— exclamó desesperado el mayor.
—N-Nunca lo e hecho... mejor aguantate.— dijo Kurapika y bajo sus piernas de las caderas del pelinegro.
—Por favor.—mencionó Kuroro, tomo la mano del rubio y la puso en su abultada entrepierna.
Kurapika se puso aún más rojo al tocar aquella zona, era grande, sin duda muy grande y aunque ya lo tuvo una ves en su trasero... No estaba seguro que aquella cosa cabía en su boca.
—¿Y s-si no me cabe?— pregunto el rubio avergonzado.
—Si te cupo en el trasero te tiene que caber en la boca.— contestó el pelinegro.
—I-Idiota...— murmuró el menor con el ceño fruncido.
Kuroro sonrió y se acercó al oído de Kurapika.
—Este idiota es todo tuyo...El rubio lo empujó sonrojado.
—¡Pierdete!—Lo haré pero primero hazme el oral.— dijo con un tono burlón y señaló su entrepierna.
—Voy a mordertela.— amenazó Kurapika cruzandose de brazos, después abrió los ojos y se avergonzo por su propio comentario.
—Muerde lo que tú quieras.— sonrió con suficiencia.
El rubio sintió su rostro arder. Trago pesado y se agachó quedando entre las piernas del pelinegro, acercó su temblorosa mano al botón del pantalón.
—M-Mierda...
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Mi Idiota (KuroKura)
De TodoKuroro era un completó idiota. Un odioso que no podía odiar. Desde que el rubio llegó al Instituto le desagrado la actitud del pelinegro, era simplemente; intolerable. Pero...¿Porqué no lo puede odiar realmente? El amor a primera vista no puede ser...