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Mellisa dejó su bolso sobre la pequeña mesa de luz que estaba a un lado de la puerta y suspiró cerrando esta última. Había estado trabajando desde hace ya 15 horas sin casi un descanso. Lo único bueno que había sacado de esto era que le habían dado tres días libres por los turnos extra que había tomado.

Se sacó la chaqueta celeste de su uniforme quedando en una musculosa blanca y la colgó en el perchero sin ganas, y no le importó cuando calló al suelo. Se dirigió al refrigerador con la intención de comer algo antes de dormir la mejor siesta de su vida pero un movimiento en la sala llamó su atención.

Scott tenía su laptop sobre su regazo, iluminando la profunda oscuridad de la sala.

-¿Cariño? Deberías estar durmiendo, mañana tienes escuela.- le dijo caminando hacia el pero cuando estuvo a tan solo unos pasos pudo ver las lágrimas que corrían por sus mejillas.

Se apresuró a sentarse a su lado, dejando cualquier rastro de sueño atrás y le tomo ambas mejillas.

-Estuvo todo este tiempo frente a mis ojos y ni siquiera lo noté.- sollozó dejando la computadora a un lado y apoyando la cabeza sobre su hombro.

-¿Qué cosa hijo?- preguntó preocupada acariciándole su cabello moreno.

-Los síntomas.- balbuceó con la voz rota.- Eran obvios, mamá. Y yo los ignoré.

Mellisa solo le acarició el cabello, sin nada que decir que su hijo no supiera. Los sollozos poco a poco se fueron apagando hasta que logró caer dormido.






(...)




-¿Hola?- murmuró adormilado.

-Ey, Derek, ¿te desperté?- la voz de Alex sonó por el otro lado de la línea mientras se tallaba uno de sus ojos.

-No, para nada. Estoy despierto hace horas.- mintió volviendo a recostar la cabeza sobre la almohada.

-Mmm, claro. Estabas despierto a las cinco de la madrugada.- su voz burlona le hizo sonreír pequeñito.

Esperen, ¿qué?

-¡¿CINCO DE LA MADRUGADA?!- gritó su despertador. Sip, eran las cinco de la madrugada.

La risa de Alex resonó sin siquiera estar en altavoz.

-¿Por qué mierda me has llamado a las cinco de la madrugada? ¿Ha pasado algo?- preguntó preocupado.

-No, no. Tranquilo. No ha pasado nada.- le tranquilizó y luego de unos segundos habló.- no podía dormir.

-¿No podías dormir?- preguntó frunciendo el seño.- ¿Y me llamaste a mi?

-Me gusta tu voz.- respondió como si esa fuese la respuesta de todo.

Nunca admitirá que se le tiñeron las orejas de rojo. Nunca, señores.

-¿Te me estás declarando por teléfono?- preguntó alzando una ceja mirando el techo con una sonrisa.

-Pff, no. ¿De quién me has visto la cara? Soy más original que eso.- se defendió, haciendo reír a Derek. La línea quedó en silencio durante varios segundos hasta que Alex volvió a hablar.- ¿Derek?

-¿Si?

-¿Podrías volver a reír?- le preguntó con voz suave.

-¿Qué? ¿Por qué?- le preguntó extrañado pero su sonrisa podía sentirse.

-Asi podría grabarla y escucharla en cualquier momento del día.- le respondió y Derek pudo jurar que el corazón casi se le sale del pecho. 

-Te me estás declarando.- aseguró con una sonrisa luminosa.

-Tal vez si, ¿quieres descubrirlo esta noche a las ocho?

-¿En dónde?- preguntó sin poder dejar de sonreír.

-Es sorpresa.- le dijo y casi se lo pudo imaginar guiñándole un ojo.- paso por tí, ¿te parece?

-De acuerdo. Te veré a las ocho.

-Nos vemos, Hale.- le saludó antes de colgar.

Se quedó mirando su celular con una sonrisa de idiota y un cosquilleo en el estómago que no sentía desde la muerte de Paige.

-Nos vemos, Spraybell.

Hay cosas que no decimos |Stheo| FINALIZADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora