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-No hay lugar en este mundo para ti, Nogitsune. Tu única vida es en el infierno y en ningún otro lado, una vulgar maldad como la tuya nunca sobrepasará el poder de la luz.- Stiles le enfrentó con la mirada, sus ojos llenos de lagrimas rebeldes que se atrevían a resbalar por el costado de sus mejillas, pero la barbilla la sostuvo en alto, retándole.

-¿Por qué crées que elegí este cuerpo, Stiles?- el demonio le preguntó, sus ojos brillando con maldad mientras la curva de estos se arrugaba de la misma forma que cuando su padre sonreía.- Nunca te atreverías a lastimar a alguien que tanto amas, sin importar el dolor que este te haya causado.

El castaño tragó saliva, aceptando la realidad de aquellas palabras.

-Tu no eres mi padre.

-Y aún así me miras con los mismos ojos.- este le contestó, acercándose.- Te dejó solo una vez más, te abandonó como un maldito perro dejándote en la calle y tú aún así le amas, cuando miras a estos viejos ojos azules tu sigues viendo al hombre que te daba la mano para cruzar un charco, y no al que te abandonó por el peso de tu tristeza.

-Mi corazón, a diferencia del tuyo, es regido por algo más que el odio y el rencor, la codicia y la decadencia.- el menor escupió, su pecho fuerte y extendido hacia su figura.- Mi padre pudo no haber sido el ideal, pero nunca voy a olvidar todo lo que hizo por mi, todas las veces que estuvo a mi lado cuando no hubo nadie más...sin importar si rompió todo aquello que un día me prometió. A diferencia de ti...- le gruñó, ahora sus rostros frente a frente.- yo no utilizo mi dolor como excusa para causar el tormento de otros.

El demonio río, sus ojos azules convirtiéndose una vez más en el oscuro final.

-Voy a destruirte niño, y aún así no gane...moriré sabiendo que tú sufrirás tu eterno tormento.

Sonrió una vez más, ahora sus ojos siendo azules una vez más.

-La incertidumbre.

Stiles sintió todo el aire desaparecer de la tierra, ahora mirando a aquellos ojos que le miraban como si alguna vez le hubiesen querido con toda el alma.

-¡No le escuches, Stiles!- Parrish gritó, tratando de zafar del fuerte agarre de aquellos invisibles látigos.- ¡Solo está manipulándote!

-Oh, Stiles.- el hombre soltó, sus ojos tan claros como el agua y suaves como la misma brisa de verano.- Cuanto lo siento, hijo. Lo lamento, lo lamento tanto.

-¿Papá?- murmuró en un hilo de voz, y el hombre asintió son una temblorosa sonrisa. Su rostro estaba triste y gris, como si los años le hubiesen caído encima sin piedad alguna. Sus ojos grandes y tristes, sus labios curvados en una permanente mueca de pesar.

El hombre abrió la boca una última vez, pero el Nogitsune volvió a revelar su presencia una vez más con sus negros orbes.

-Querido Stiles, esto es entre tú y yo.- el ente escupió, sus ojos fijos en los suyos.

Un aullido volvió a retumbar en el aire, ahora más cerca de lo que alguna vez había estado.

Por primera vez, el Nogitsune tembló cuando apreció los ojos ámbar eléctrico.

-Esto es entre tú y yo...y mi manada.

Hay cosas que no decimos |Stheo| FINALIZADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora