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El día era gris y seco. El viento no soplaba y el aire era pesado, asfixiante. Los árboles estaban quietos y dormidos, expectantes de la sombra que se escondía del exterior.

-Voy a cobrar venganza.- susurró ásperamente, terminando de hachar las últimas gotas de ácido en su mezcla.- ellos me quitaron todo...y ahora van a sufrir lo que yo padecí.- murmuró con los ojos perdidos y hundidos entre las grandes bolsas que adornaban su rostro.- aunque sea lo último que haga, su llanto he de oír antes de padecer. Que griten, malditos, que griten esos seres repugnantes de la misma forma en la que mi hijo gritó...mientras lo devoraban vivo.

Los susurros se volvieron más fuertes, más demandantes. Las voces comenzaron a gritar, y los gritos se callaron.





(...)







-Ven conmigo.- susurró Alex acariciándole la espalda suavemente.- En este momento no estamos seguros estando solos.

-¿Irás con tu manada?- preguntó Derek con la nariz enterrada en su cuello, oliéndole y haciéndole cosquillas.

-Primero debo buscar a Parrish y Stiles, luego estaremos todos juntos en mi casa.- con la nariz empujó suavemente su mejilla, aparatándo la nariz de su cuello.- Mi oferta de unirte a mi manada sigue en pie, espero que lo sepas.

Derek le miró en silencio, frunciendo un poco los labios.

-No se si pueda dejar a Scott y al resto de la manada. Me necesitan.- dijo con pesadez, suspirando.- No sé que podría pasar con el pueblo si los dejo con Scott como líder.

-Estaremos nosotros para vigilarles.- dijo apretándole contra el.- les enseñaremos, Scott puede ser una de las personas que más rechazo en este momento, pero en el fondo es muy capaz.- le acarició la mejilla suavemente, su mano perdiéndose entre sus cabellos oscuros.- No puedes vivir el resto de tu vida de una forma que no quieres solo por ellos. Ellos tomarán su camino, Derek.

Cuando Derek estaba a punto de hablar, un aullido rompió el silencio de la noche.

Los ojos de Alex se volvieron rojo vivo, ardiendo.

-Theo.- susurró con un gruñido surgiendo de lo más profundo de su pecho. Un dolor sordo se instaló en su pecho, las memorias que aquel rugido habían despertado inundando su memoria.- Stiles está en problemas.

Derek gruñó, mostrando sus propios ojos rojos.

-Corre.- susurró, y los dos aullaron junto al Beta.





(...)




Parrish era una persona intuitiva. Lógico, de todas formas, siendo ahora el Sheriff del pueblo y antes uno de los oficiales más respetados. Sin intuición se encontraría más que perdido en un mar de incoherencias, especialmente en Beacon Hills.

Así que cuando un escalofrío le atravesó toda su columna vertebral y los pelos de su nuca se erizaron como si estuviese en pleno invierno, no dudó en tomar su teléfono y llamar a su propia estación.

Agudizando sus sentidos escuchó el suave latir del corazón de Stiles, las gotas de agua chocando pausadamente con el lavavajillas del baño que debió arreglar hace semanas y las voces de Arturo y Merlin mientras la televisión sonaba bajito en el living.

Todo parecía tan normal, que por esa misma razón se sentía tan incorrecto.

Su nariz no captaba otro aroma que no sea la medicación de Stiles y los macarrones que estaba preparando, pero había algo que no estaba bien. Había un olor ácido y amargo picando al rededor de sus sentidos, y fue demasiado tarde cuando se dió cuenta del origen de aquel aroma cuando un frasco rompió los vidrios de su ventana y explotó en su sofá.

Sus ojos brillaron del mismo color del fuego mientras sus garras y colmillos se extendieron peligrosamente como dagas, un gruñido resonando en su pecho antes de explotar en un aullido que hizo temblar el mismo suelo.

Más frascos comenzaron a ser arrojados contra la propiedad, pero Parrish perdió todos sus instintos asesinos cuando el sonido de la ventana de Stiles rompiéndose en mil pedazos resonó en sus oídos.

-¡Stiles!- aulló desesperado, el fuego de su alrededor mezclándose con las llamas que irradiaban de su cuerpo, el humo expandiéndose por el lugar hasta que sólo una nube negra podía verse.

Entró a la habitación del adolescente totalmente desesperado, listo para desgarrar a cualquiera que tocara a su cachorro pero el lugar estaba vacío además de Stiles, que estaba en su cama con los ojos abiertos como platos mientras miraba el fuego que comenzaba a expandirse por todo el lugar.

-¡Parrish!- exclamó con la voz temblorosa. Corrió a su lado rápidamente mientras el oficial le cubría de las llamas con su cuerpo, el cual le protegía en vez de lastimarle con el mismo fuego.

-Tenemos que irnos de aquí.- gruñó mientras con cubría protectoramente con sus brazos. Le dio un pedazo de tela que había alcanzado de la cocina y lo puso sobre su nariz, humedeciendo su rostro un poco.- No te lo saques por nada del mundo.

Stiles asintió y ambos corrieron fuera de la habitación. La casa rápidamente estaba llenándose de humo, Parrish solamente pudiendo ver por sus sentidos desarrollados. Cuando estaban apunto de salir por la puerta, otro jarro estalló en frente de ellos, Parrish pudiendo cubrir a Stiles con su cuerpo por segundos antes de que las llamas impactaran contra el.

Otro rugido estalló fuera de la casa, y los ojos de Stiles brillaron de color ámbar ante el llamado de su pareja.

Theo.

Hay cosas que no decimos |Stheo| FINALIZADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora