Capitulo 32. Tristán.

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Capitulo 32.

Tristán.

Gabriela detuvo su respiración y abrió los ojos al máximo, la mano que aun acariciaba su vientre desnudo parecía no ocasionar reacción en ella. Al besar su cuello, me di cuenta que estaba fría como un cubito de hielo, en cambio, su piel lucia tan pálida como una tormenta de nieve.

Intente besarla en los labios y, al estar cerca, se alejó hacia la orilla de la cama. Seguí su camino a gatas sobre el colchón, la tome por detrás y bese tiernamente su cuello.

Ella no se dio cuenta.

Retrocedí un poco sobre la cama y forme una fila de besos a lo largo de su espina dorsal, el broche de su sujetador marcaba la línea de meta; tome entre los dientes el pequeño alambre y lo retire de un solo movimiento rápido. El sostén brinco fuera de su pecho. Ella, en cambio, seguía perdida en Dios sabe donde.

Puse mis manos en sus hombros, apreté mis dedos contra su piel y agite su delgado cuerpo para que reaccionara.

Ella ni siquiera parpadeo.

Me reí juguetón, pensando que era una broma, deslicé mis brazos sobre su estomago y abrace fuerte mientras posaba mi cabeza en su hombro y besaba su mejilla.

— Bien, Gaby. Suficiente. — Le dije cerca del oído —. ¿En qué estábamos?

Aseste varios besos en el área del cuello, blanco y puro, recorrí mis labios por todo el trayecto hasta su clavícula; en posición, acaricie su delgada cintura con la yema de los dedos.

Gabriela no se movía.

Subí mi boca hasta la suya y, estando ahí, domine el terreno como todo un maestro. Gaby, perdida y enfrascada en algún lugar, no correspondió mi beso. Exhale con fuerza y gruñí.

—Tú querías esto. — Musite —. Ahora, pon de tu parte.

Volví a besarla, pero no tuvo efecto en ella. Me aparte con enfado, cruce mi brazos y la vi directo a los ojos.

No parpadeaban, estaba sin vida.

Acerque la vista...

— ¿Gaby, te encuentras bien?

Sus enormes ojos azules siguieron estancados en la nada, y su rostro carecía del color rosado que caracterizaba sus mejillas. Mi corazón empezó a acelerar el ritmo y, asustado, agite su pequeña figura con desesperación.

— ¿Gaby? ¡Gaby!... ¡Dios, reacciona!

Toda ella era un tímpano, cubierta por la temperatura que el color de sus ojos evocaba.

— No es gracioso. ¡Despierta! — Grite completamente desesperado.

Su boca se torció en la mitad de una mueca, pero el gesto se quedó corto comparado a sus sonrisas acostumbradas. Deduje que estaba en algún estado de shock debido a algo, no sabía muy bien que exactamente; pero, a juzgar por su expresión seria y dura; nada apuntaba a que estaba solo en una pequeña crisis antes de hacer el amor.

Corrí hacia el baño, al momento de cruzar el umbral me percate que estaba únicamente en calzoncillos.

— ¡Una mierda! — Expresé al momento de descubrir que el piso estaba condenadamente helado. Busque algún recipiente vacío y, al no encontrar alguno, tome el frasco para colocar el cepillo de dientes; le di la vuelta para que los objetos cayeran al piso y una vez vacío, lo llene de agua hasta el borde.

Corrí de vuelta al dormitorio pero, al notar que su dorso seguía desnudo, me sonroje pensando que todo lo había ocasionado yo y maldije la jodida crisis que estaba pasando.

THE CONSTELLATION IN YOUR BODY (Counting the stars #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora