La encarnación del deseo

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No deseaba que un mestizo llevara su nombre. 

Ordenó reunir información sobre el extranjero y sus mujeres. Haría un viaje para encontrar una nueva reina. Llevo 1000 soldados como guardia personal, 100 esclavos, una docena de carros llenos de oro y joyas preciosas, varios cargamentos de comida y bebida, además lo seguía Enkidu, Gilgamesh quería saber si su elección era la correcta con el buen juicio de su amigo.

Salieron de la Mesopotamia con rumbo a los territorios salvajes donde nadie antes se había aventurado. Su primera escala fue en Macedonia, un reino demasiado insolente para Gilgamesh, personas de todas las clases sociales se mezclaban en un mismo lugar, allí había fuertes contrastes con su pueblo, eran ruidosos y no respetaban siquiera el pasar de un monarca.

En el palacio fueron recibidos por un hombre muy alto a pesar de su juventud, luciendo una musculatura envidiable, de voz gruesa pero apacible, con un carisma apabullante, Iskander, el rey conquistador. Ambos entablaron de inmediato una clase de amistad.

-Me parece que aquí no hay mujeres que puedan interesarte-proclamo Iskander con un bufido-Ambicionas demasiado, rey dorado

-Se lo he dicho, pero es muy terco-Enkidu palmeo la cabeza de su amigo con fuerza, este giro levemente y lo miro amenazante-No estamos en condiciones de ser exigentes Gil...

-¡No salí de mi reino para nada! - el rey de los héroes arrojó su copa de vino furioso, Enkidu permaneció tranquilo, dedicándole una mirada de reproche

-Tienes razón-el anfitrión trató de calmar la tensión, se puso de pie y tomo un mapa, lo extendió sobre el suelo señalando un lugar-Las mujeres extraordinarias están aquí-miro expectante a los semidioses-He oído sobre una, que obtuvo un ejército y expulso a los invasores de sus tierras

-Suenan a mujeres ingobernables-las pupilas de Gilgamesh se dilataron por un instante, la curiosidad lo invadió

-Aunque podrían ser solo rumores-murmuro Enkidu, rodando los ojos 

-Juro que es auténtico-los extranjeros miraron escépticos, Iskander se aclaro la garganta y sonrío-Los embajadores hablan de lo valientes y fieros que son los habitantes del norte, durante una expedición conocí a un desertor de la guerra donde estaba involucrada la mujer

-¿Donde la encuentro?

... Francia...

Juana de Arco había nacido en una familia humilde, creció felizmente en un pequeño y tranquilo pueblo. Todos la conocían por ser una niña encantadora, no era traviesa y visitaba la iglesia con regularidad. De pequeña escuchaba voces de santos que la animaban a formar parte del ejercito y liberar a su país de los deseos expansionistas del viejo rey de Inglaterra, Uther Pendragon.

Cuando cumplió 15 años salió de su casa, envalentonada con un vaso de cerveza tomo el caballo de su padre y grito a la distancia: "Me voy a cuidar de mi prima embarazada", permaneció en la casa de sus primos, aunque no exactamente para ayudar a la madre primeriza. Juana buscaba al comandante de la guarnición armagnac para que la llevara por territorio enemigo hasta llegar a Chinon, allí podría reunirse con el delfín Carlos para que le concediera un ejército y levantar el asedio de Orleans.

Tardó un año en convencer al hombre, pero la gente de la aldea creyó toda su historia desde el principio porque había una antigua profecía sobre una joven virgen de Lorena que salvaría a Francia. Obtuvo audiencia y le presentaron al delfín pero ella negó que se tratará realmente de él.

Los cortesanos se maravillaron cuando entre todos los presentes pudo identificar al verdadero. Era un milagro, aún así, con esa pequeña demostración no probaba ser digna de guiar un ejército y se debió comprobar su castidad para concederle el mando. Marcho a la cabeza de 100 mil soldados, sus hombres la adoraban y tenían puesta toda su fe en ella, por otro lado, sus consejeros de guerra se sentían insultados, no soportaban obedecer a una mujer.

Cumplió su promesa de victoria y los ingleses fueron expulsados. La joven de cabellera rubia finalmente era aceptada por sus asesores militares, alardeaban su capacidad estratégica y como su sola presencia levantaba la moral de ejércitos. Todo marchaba bien, hasta que fue capturada por los borgoñones.

Inglaterra pasaba por la transición de gobierno. La reina Arturia no deseaba seguir con la guerra en Francia, rompiendo toda alianza con el ducado rebelde de Borgoña y estos decidieron gastar sus ultimas fuerzas en matar a la Doncella de Orleans, para que su derrota no fuera tan humillante.

La mantuvieron prisionera durante un año en Ruan, donde fue acusada y sometida a juicio por herejía. Juana se mantuvo firme en todo momento, defendía su misión con argumentos que dejaban en ridículo a los jueces, sufría los maltratos de sus custodios con infinita paciencia, nunca se acobardo a pesar de las constantes amenazas, había asumido que ese seria su fin y quería ser recordada con toda la dignidad posible.

El único momento donde se quebró fue al escuchar su sentencia, el tribunal la llamo apóstata, mentirosa y blasfema hacia Dios. Moriría en la hoguera, sus cenizas no recibirían sepultura y serian arrojadas al río. Lloro en silencio.

Con el perfil bajo, camino por las calles donde recibía más ofensas por parte de los asistentes, sin embargo, no guardaba odio o rencor en su corazón, estaba consciente de la crueldad de sus enemigos y la indiferencia de su rey. Pensaba únicamente que el trabajo encomendado por Dios estaba cumplido. El día era gris, el cardenal decía sandeces a todos los invitados sobre la condenada mientras era preparada.

-¿Conoces a un hombre llamado Gilles de Rais?-el guardia que sostenía sus cadenas le hablo en voz baja. Con un temblor asintió y el metal que la inmovilizaba fue soltado, apareció un corcel cabalgando en su dirección deprisa

El soldado tomo a Juana como si se tratara de un costal y saltó sobre el caballo, hubo un gran escándalo detrás de ellos. Los persiguieron pero nunca los alcanzaron puesto que había más hombres implicados en salvarla, llegaron en la noche a un castillo donde se encontraban varios de sus compañeros de armas quienes la recibieron con mucha alegría. Juana estaba conmovida, les agradeció a todos, pero el principal benefactor estaba cabizbajo.

-No tengo cara para verte, después de permitir que sufrieras injustamente deberías odiarme-le hablo melancólico el Mariscal de Francia 

Juana apoyo una mano en el hombro de Gilles y busco ponerse frente a frente

-Lo que hiciste por mí fue algo muy hermoso-sus palabras afectaron al conde, la miro confundido, parecía que iba a llorar-Quiero agradecerte por salvarme

...

Gilgamesh, soberano de Uruk, se presentó en la corte francesa con toda su comitiva después de varios días de descanso en Macedonia, exigiendo al rey Carlos VII, conocer a la dichosa heroina para determinar si era digna de ser su esposa.

-Me temo que Juana ya está casada. Su esposo es el hombre más poderoso de Francia, es incluso más rico que yo

-¿No hay forma de anular ese matrimonio?-la voz de Enkidu se escucho en lugar del descontento y frustración del rey de los héroes

-Para nada, Gilles no lo permitiría y mis comandantes tampoco la dejarían ir. La necesitamos-confesó en un suspiró  

-¿Para qué?-el peliverde enarcó una ceja

-Si los ingleses deciden retomar la invasión y Juana no esta allí para detenerlos, pronto estaremos muertos-admitió Carlos apretando un puño al recordar su incompetencia

-¿Ingleses? Una milésima parte de mi ejercito podría acabar con ellos-se burló Gilgamesh

-Lo ignoró, señor, la reina inglesa tiene muchos recursos y soldados de élite-utilizó un tono desafiante y vio como su interlocutor no se ofendía, al contrario

-Reina...-murmuró con deseo el rey de los héroes

No fue necesario decir algo más, Carlos lo interpretó como buena señal. Tal vez había solución a los problemas de todos.

-Se llama Arturia Pendragon, es bella como un sueño, de noble cuna, gobierna con autonomía sobre Inglaterra, estuvo casada hace años pero enviudó prontamente, su primogénito también murió. Pobrecita, tan joven y sola...



La epopeya de los DonutsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora