Aferrados a un imposible

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Los dioses son embusteros, nadie debe fiarse de sus promesas vanas. Zulgamesh lo sabía perfectamente, así fue educado por su padre. Se limitaba a estar presente en los actos ceremoniales, mientras el resto de la población se humillaba tanto como quisieran sus divinidades. Un príncipe nunca.

Por lo tanto, cuando se presentó el dios griego en aquella celda oscura y fría, no se inmuto. Dentro de sí temía algún castigo, quizá moriría por una ofensa de sus hermanos, pero no tenía sentido que lo amenazaran. Probablemente los Donuts ignoraban su existencia y perderlo no les afectaría, en cualquier caso no rogaría, guardaría su aliento y fuerzas para pelear.

-Puedo sacarte de aquí-dijo Poseidón con severidad y movió sus dedos, al instante, las enormes piedras se desprendieron del suelo ligeramente-Pero debes hacer lo que te diga

Al parecer, Gilbert y Levinanika eran terriblemente odiados por todos los habitantes de Grecia. Intuyo la petición del dios y lanzo una ligera carcajada que hizo a su interlocutor descomponer el gesto soberbio. El joven príncipe también sabía jugar a los juramentos falsos.

-Muy bien-peino su melena dorada y las esmeraldas brillaron con fuerza

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Huyeron de los trágicos enamorados para dirigirse a Tesalia, hogar de Quiron, maestro y entrenador de héroes, querían ofrecerle a Asterios como su nuevo aprendiz, seguramente lo aceptaría al ser una criatura mitad hombre y animal, como él. Confiaban en que por su inteligencia y buen carácter daría una educación mejor a la que ellos podían ofrecer.

Asterios estaba entusiasmado con la idea, quería aprender sobre arte y música, como cazar, a comportarse debidamente y ayudar a los Donuts con medicinas. Ellos siempre le animaban a estudiar por su propio bien. Si sus seres queridos averiguaban que él se había convertido en un sabio, pensarían que todos sus esfuerzos y sacrificios valieron la pena.

-Mi padre los esta esperando-la ninfa Cariclo era la esposa del tutor y los recibió inmediatamente. Ambos suspiraron cansados, lo imaginaban

Fueron por estrechos caminos donde el abundante follaje les dificultaba mirar sus alrededores. Gilbert mantenía su arco preparado, si Apolo estaba allí, los de arriba planeaban un evento especial. Mientras tanto, Levinanika disimulaba su estado de alerta y era la intérprete de una agradable conversación entre Cariclo y el joven toro, aunque Asterios conociera palabras humanas, le era imposible reproducirlas. 

No paso nada, pero sabían que su posición e influencias debieron verse afectadas en el Olimpo, seguramente ya había nuevos favoritos y los dioses estarían resentidos por abandonarlos tanto tiempo en busca de aventuras tontas. Contra todo pronóstico, su mentor los llamo cariñosamente.

-Por fin tendrán la oportunidad de lucir sus habilidades en favor de los dioses

Seguramente pelearían contra un monstruo terrible, no hay nada más entretenido que una lucha de semidioses contra lo desconocido y poderoso. De ese modo tendría lógica probarles que aún los necesitaban para concretar grandes hazañas y no simples engaños. Pero el señor de los rayos pondría en juicio el honor de estar a su servicio.

Con un doloroso nudo en la garganta se despidieron de Asterios, el hermano pequeño agradeció los momentos que le ayudaron a cambiar sus ideas respecto a la vida, incitándolo a continuar con valentía su camino, así como ellos labrarían el suyo. La princesa estaba orgullosa de él y al borde del llanto declaro que lo consideraba su familia. 

Se abrazaron muy fuerte porque no volverían a verse y aún con muchas palabras de cariño pegadas en los labios, desaparecieron con Apolo. Por el minotauro habían dejado al héroe más grande de toda Grecia y estaban dispuestos a jugarse el cuello con la justicia de hombres y dioses.

La epopeya de los DonutsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora