Capítulo 1. Todo lo que no me gusta

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Estoy de mal humor y créenme cuando les digo que hoy, más que nunca, mi lado asesino está muy cerca de salir a la luz

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Estoy de mal humor y créenme cuando les digo que hoy, más que nunca, mi lado asesino está muy cerca de salir a la luz .

La nueva colección de zapatos, la que todas las damas de Estambul esperan, está en cierto retraso y esto no es tan malo para ellas como es para mí. Mis empleados trabajarán más horas y sin pago extra. Es su culpa que no pudieron acabar todo al tiempo. Su tiempo es eterno. El mío es limitado y mucho más importante que el de ellos. Yo soy Iker Sinclair, ellos son una simple plebe.

Con solo pensar que mi nuevo traje Armani quedó con ciertas manchas de cloro me provocaba ansia. Debería buscar a esa rubia con chistes de camionero, cero estilo y con zapatos feos para que me pague integralmente el efectivo que tengo que pagar por un otro maldito traje que fue especialmente creado para mí.

Número tres, ¿dónde demonios está mi nueva asistente personal? Lleva exactamente una hora, diez minutos y quince segundos de retraso.

—Señor Sinclair— escuché la voz de mi asistente personal número uno—¿Necesita algo más?

En mi empresa todo está muy bien organizado y cada uno de mis empleados sabe qué tiene que hacer a la perfección. De acostumbrar tengo dos asistentes personales. Número uno, la mujer que trabaja conmigo desde que mi padre me entregó la empresa por completo, la mujer cuyo nombre no logro memorizarlo. Será Caramela, Cornelia, Carina... En fin, ¿a quién le importa este minúsculo detalle?
Para hacerme corto. Asistente número uno, me la folló cuando quiero y donde quiero, y asistente número dos, la que debe tener seis pies, dos cerebros, cinco manos y cumplir con todo lo que incube su trabajo y el mío y de preferencia muy poco atractiva. Ella está allá por el trabajo. No necesito sentirme distraído por una mujer con quien paso la mayor parte de mi tiempo.

Cerré mi portátil y empujé a un lado los papeles que normalmente eran bajo el orden de mi asistente personal número dos y que hoy tuve que hacerlos yo. Una irresponsable pérdida de tiempo.
Una hora, cincuenta minutos y diez segundos de retraso y el cronómetro sigue contando.

La mujer se levantó la falda y caminó hacia mí con pasos lentos de felina. Me encantan las mujeres sensuales que saben bien, que juegan perfecto y que me dan lo que necesito. Eso es lo que yo quiero. Sexo sin implicación. A donde sea. Diversidad.

Mi pene se puso duro y cuando llegó a mi lado la agarré por la cintura acomodándola sobre mi maldito escritorio de madera negra. Me miró ardiente y fogosa mientras desabrochó los botones de su camisa. Esta mujer sí sabía provocar a un hombre. Me la estaba tirando desde los dos años y aunque estaba harto de su coño, tengo que admitir que era una maestra en el preludio.

—Pídeme a que te folle— le dije mientras deslicé mi mano por su entrepierna hacia la tela de sus bragas, apartándola de mi camino para presionarle el clítoris.

—Quiero que me folle, señor Sinclair— me dijo con la cabeza agachada mientras pasó sus manos por sus pechos grandes.

Me bajé el cinturón y los calzoncillos lo más rápido que pude. Mi pene latía libre. La agarré de la cintura y la atraje hacia mí, acomodándola sobre mi regazo para que después la penetre completo y profundo. ¡Dios, qué sensación! Ella gimió y yo también. Movimientos frenéticos y enloquecidos en busca del placer propio. Soy egoísta y ella también. Nos usamos con morbo, sea cuando sea.

Te conozco x los zapatos ©®  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora