Capítulo 34. Romeo y su Julieta

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«¿Querida vida, no tengo un problema en dejarte fluir, pero puedes ser tan amable de nadar en un río en el cual no debo ahogarme constantemente?»

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«¿Querida vida, no tengo un problema en dejarte fluir, pero puedes ser tan amable de nadar en un río en el cual no debo ahogarme constantemente?»

—Tráigale un vaso de leche a esta niña— exigió mi papá y mi mamá de inmediato se dirigió hacia la cocina. —Siéntate— me ordenó mientras se acomodó en su sillón y dejó el periódico en la mesa junto a sus lentes.

Me sentía nerviosa. Mi horóscopo me había avisado acerca de un evento traumático que iba a pasar en mi vida, pero evidentemente se me había olvidado por completo.

Unos minutos después, mi madre me había entregado el vaso con leche caliente y a mi padre un té.

—Habla.

«Pues...las hormonas se nos subieron a la cabeza y entre broma y broma hemos llegado aquí»

—¿Estás enojado conmigo?— pregunté, sintiéndome realmente avergonzada.

—¿Mi cara expresa una gran felicidad exorbitante que siento por dentro?—cuestionó irónicamente.

—Papá, no quise que las cosas salieran así—empecé a hablar con un nudo en la garganta—No quise hacerlos pasar vergüenza por mi culpa. Soy consciente de lo que sus vecinos y amigos dirán y verdaderamente lo siento —bajé la cabeza, sintiendo mis mejillas rojas, iguales a un tomate.

—Hay cosas más importantes que los chismes de los demás—soltó mi padre en voz tranquila—Milla, no voy a negar, quise una vida diferente para ti pero uno no puede decidir el futuro de otra persona.— explicó—Tu decisión será la que realmente contará en esta situación pero desde ahora en adelante seguirás mis reglas y ese muchacho también.

—Ni siquiera lo dejaste explicarte, papá, créeme que hay mucho que todavía no sabes... si me dejarías explicarte.

—Tú no tienes el derecho de contarme su vida— me cortó—Si él respeta mis reglas y demuestra que realmente está digno de mi hija, tendrá su oportunidad de explicarme las cosas— hizo una pequeña pausa—Pueda que tenga un motivo plausible, pero su ego, sus impresiones de superioridad y el poco respeto que muestra hacia nuestras reglas me demuestran lo poco que conoce sobre el concepto de familia.

—Cómo que te cayó como una mosca en la leche.

—La mosca me hubiera caído mejor—replicó mi padre con una sonrisa abolida en sus labios—Milla, quiero lo mejor para ti. No quiero que un hombre se quede a tu lado solo porque llevas a su hijo en tu vientre. Quiero que te respete, que te cuide y que te ame.

Me había quedado callada. Mi padre tenía su plan, que en ese momento no parecía tan absurdo como lo había considerado antes, pero una vez con sus palabras comencé a cuestionarme a mí misma si Iker realmente podía cumplir con todas las peticiones ocultas de mi padre. Él no me amaba en ese momento y yo estaba muy segura de aquello pero,¿será que un futuro iba ser capaz de hacerlo o simplemente me verá como la madre de su hijo?

Te conozco x los zapatos ©®  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora