Capítulo 29. Romina/Milla Flow

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«Y vas a reconocer a esas personas especiales

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«Y vas a reconocer a esas personas especiales. Vas a memorar rostros y voces. Vas a olvidar tormentas y dolores. Los vas a reconocer entre un millón de caras sonrientes. Y al final, entenderás que ellos son los que más te harán llorar, los que te provocarán heridas y al final te convertirán en una persona más fuerte, igual como reconocerás a las personas tóxicas que van a pasar por tu vida como una brisa fría. Tu corazón solo guardará lo especial, porque él es especial.»

Hace ocho años

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Hace ocho años...

—¡Milla!—exclamó, fijándome con sus ojos grandes y caramelos mientras depositó su mochila sobre el hombro. —Pero, ¿qué haces aquí?—cuestionó en segundos.

—Me voy contigo—respondí, aun manteniendo el aire en mis pulmones, con cierto miedo, con cierta desconfianza e inocencia. —No te vas a ir solo, Isaac.

—Milla, esto no cambiará...— lo interrumpí mientras apreté mi mochila entre los brazos.

—Como bien ves, ya me escapé, así que o me llevas contigo, o me quedaré sola por las calles.— dije —Issac...

Era una noche de verano cálida hasta la frustración, insegura como una caída sin paracaídas y decisiva como una firma.

El rostro de mi mejor amigo se había tensado y puesto rígido. No estaba de acuerdo con mi decisión pero yo estaba decidida en seguirlo a donde sea. No iba a dejarlo solo, porque él tampoco me dejó a mí. Me devolvió la sonrisa y me hizo soñar, era mi deber ofrecerle mi presencia y amistad incondicional. Sabía que iba a ser un camino difícil y sin un rumbo exacto, pero cualquier camino se vuelve aceptable cuando lo haces al lado de un amigo.

—¿Cómo lograste escaparte?— negó con la cabeza y llevó su mano a su cabello negro, liso, que le llegaba más abajo de los pómulos, y lo depositó detrás de la oreja.

—Alguien me enseñó cómo puedo abrir una puerta con el poder de la mente—me burlé—Mejor dicho, con un pasador de cabello.— sonreí, balanceándome de un lado al otro. —Es la misma persona que me enseñó a romper contraseñas, hackear el portátil de la Miss Olivia, hacerles broma a Anastasia y Diana— enumeré y en su rostro apareció una sonrisa cómplice. —Llévame contigo— he unido mis manos suplicándole.

Te conozco x los zapatos ©®  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora