Capítulo 18/1. Confusión

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El pasillo de mi empresa estaba prácticamente desierto, excepto por la presencia de unos cuantos empleados que estaban bebiendo su café y platicaban alegremente.

Había vivido una semana de mierda total.

Un millón de pensamientos se cruzaron por mi mente cuando me giré para cerrar la puerta de mi oficina y noté la puerta de la señorita Flow abierta. Ni siquiera me esforcé en recordarme todas las veces en las cuales le había pedido que cerrara la puerta cuando acababa su horario. Cerré mi puerta y luego la suya, como ya lo había hecho toda la maldita semana.

Los hechos eran los siguientes: estaba perdiendo el control sobre la entera situación.

Luego de su brusca e ilógica decisión, reconsideré mis prioridades. Al principio todo pareció perfecto pero todo se derrumbó cuando la persona más exasperante de este mundo, Alías, la señora Flow, y su jodido trasero aparecieron lunes en la empresa. «¡Maldita sea esa sonrisa que posee y me hace fantasear con su boca!»

La cuestión era saber cómo proceder. Tenía dos opciones: la primera, arrástrala del cabello hacia cualquier lugar y follarla en contra de su petición—si ella me oyera alguna vez decir tal cosa, me cortaría los huevos como ya me había amenazado varias veces y me lo haría comérmelos, o la segunda, ignorarla, lo que iba en contra de mis deseos. La cuestión era realmente banal: por un lado, sus deseos y, por el otro, los míos. Deseo contra deseo, por así decirlo. ¿No era eso jodidamente enfermizo?

Al final me decidí a ignorarla. No porque ella me lo había pedido, sino, porque mi situación me pedía hacerlo. Era lo mejor.

En definitiva, ignorarla resultó un trabajo difícil para mí. Trabajar con mi asistente personal número uno resultó un caos y un dolor de cabeza, hacer como si no hubiera encontrado las bragas de la señorita Flow en mi baño me costó una prolongada erección y los estúpidos coqueteos entre ella y Emir eran algo difícil de digerir. Y si eso no bastaba, se había encargado de tener siempre la puerta abierta cuando Emir la visitaba—a cada treinta minutos. Si estuviera realmente interesado en escucharlos, me hubiera traído unas palomitas, pero no, a mí me encabronaba oírlos. Me exasperaba.

—Señor Sinclair—la voz de mi asistente personal número uno me sacó del trance. —¿Necesita algo más?— me miró pícara, lamiéndose los labios.

«¡Jesús!»

—No—, me dispuse a caminar hacia la puerta central.

—Señor Sinclair— mantuvo mi paso apresurado, persiguiéndome. —¿A las ocho entonces?

—Sí, a las ocho, no sé cuánta vez que te lo estoy diciendo.— rodé los ojos molesto. Un poco más de esta mierda estaba explotando. ¿Cómo logré follarla tantos años? Es más inexpresiva y tonta que una piedra.

—Sí, bueno... Eh, señor Sinclair— siseó.

—¿Ahora qué?—la miré desesperado.

—¡Iker, monsieur, mon bel homme! [señor, mi hermoso hombre]— la voz de Pierre, el creador de los zapatos que yo diseñaba, un profesionista y al mismo tiempo un desquiciado, me abordó.

«Lo que faltaba»

Pardon, pardon, excusez-moi— caminó como si hubiera sido en una pasarela hacia mí, empujando a mi asistente personal hacia un lado para quedarnos de frente.

«Esta empresa muy pronto se irá a la mierda..»

—¿Qué pasó, Pierre?— pregunté y él me miró de arriba para abajo.

—¡Oh la la!— me guiñó el ojo. —Trés bien tu look.—de repente se puso serio. —Necesito prestar unos zapatos, más exactamente, los últimos que diseñaste.— habló con rapidez. —Nunca te he pedido nada, pero es una emergencia— había chasqueado sus dedos. —Emergencia— enunció cada sílaba.

—¿Si digo que no los vas a tomar de todos modos?— pregunté y él miró a un lado y luego al otro y después asintió con la cabeza. —¿Por qué me preguntas, entonces?

«¡Dios, mátame!»

—Porque soy un amor completamente dulce, y no agridulce como tú.— escupió y sentí la necesidad de retroceder unos pasos. —Merci, Iker.

—Adiós.—negué con la cabeza apresurado. Quería abandonar este lugar lo más rápido posible para evitar otros encuentros con un alto nivel de locura.

Tres horas más tarde, estaba entrando con mi asistente personal número uno dentro del restaurante donde el evento estaba en pleno desarrollo. Ese lugar era exactamente como me lo había imaginado: envuelto en lujo y extravagancia, lleno de gente sofisticada y superficial que se esforzaba en aparentar lo que en realidad no llegan a ser ni por la mitad y afortunadamente para mí saturado con el prototipo de mujer que a mí me gustaba: altas, delgadas, preferiblemente morenas y lo más importante manipulables.

—¿No has visto a Emir?— pregunté discretamente luego de haber conversado con varias personas influyentes que podrían ser mis futuros socios si lograba jugarlos a través de esa noche.

—No— bufó aburrida asistente—De seguro es culpa de Milla. Esa mujer no llegaría a tiempo ni si fuera el funeral de su madre.— comentó y en seguida la fulminé con la mirada, molesto por la forma en cuál se había expresado.

—Tal vez están tardando por alguna cuestión seria.— hablé mientras observé la expresión de irritación en su rostro. —Márcalos.

—Mejor no— me dijo—¿Qué tal si están ocupados?— me miró fijamente y sentí la furia que se había apoderado de mí. Una furia que me consumía vertiginosamente.

—Suponer algo sobre alguien sin tener una base sólida demuestra un alto nivel de inferioridad.— objeté y mi asistente sacó una carcajada.

—¿Suponer sin fundamentos?— sonrió de oreja a oreja—¿Acaso usted no se ha dado cuenta?

—No, y por si acaso usted se ha dado cuenta de algo, es señal de que no trabaja lo suficiente como para dejar de escuchar los chismes.— me estaba enfadando horriblemente.

—¡Oh!— exclamó reticente. —Es que todo el mundo lo haya notado.— se encogió de hombros. —El señor Emir es un hombre muy atractivo, evidentemente no tanto como usted, pero lo es, y pues...Milla es una mujer soltera. Por algo anda tanto detrás de ella, ¿no?

—¿Amistad, cosas del trabajo, tal vez hobby's comunes?— levanté una ceja, incitándola a hablar.

—Yo creo que se han enamorado el uno del otro— se inclinó sobre mí susurrándome al oído. —Tantas risitas y tiempo pasado juntos...¿será que ya tienen una relación?

¿Qué demonios?

No podría descartar por completo el racionamiento de mi asistente personal número uno. El interés de Emir era evidente, en cambio, siempre me había parecido que Milla lo había friendzonado.

¿Será que me había equivocado y ella también estaba interesada en él? Siempre pensé que las sonrisas que le dedicaba a Emir eran para darme celos, pero...¿Era posible que lo haya malinterpretado?

¿Y si esta era la razón por la cual había tomado la decisión de no acostarse más conmigo? ¿Realmente quería empezar algo serio con Emir? ¿Por qué me sentía tan posesivo con ella?

«¡Basta!»

Podía haber jurado que hoy se había puesto celosa cuando me vio con Andreea. Hay chance de que haya visto lo que quise ver y no precisamente la verdad, pero lo de hoy fue verdad, pero sé muy bien lo que vi hoy: un par de ojos brillantes, molestos, que a poco me mataron. Por lógica, no hubo ninguna razón laboral por la cual esté enojada conmigo, por lo tanto, sacando ese contexto, pude deducir que fue algo natural, espontáneo y actual. Ella actuó de manera grosera y cortante porque estuvo celosa. ¿Y si otra vez estaba malinterpretando la situación?

Maldita sea, lo había vuelto a hacer. Me estaba confundiendo y ganando partida tras partida; y eso que estábamos jugando a mi propio juego.

«¡Maldita seas, cretina!¿Dónde demonios te has metido?»

Te conozco x los zapatos ©®  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora