— Afuera hay un mono cagado a escobazos— escupí en cuanto entré en la casa cerrando la puerta de un golpe haciendo que todos me regalen su atención.
—Si una vez más entras así en la casa...— me apuntó mi padre, Remus, pero su discurso de siempre fue interrumpido por mi madre.
—¿Es él?— cuestionó directamente mi madre, haciéndome entender que todos conocían la historia muy al fondo ya que mis abuelos se miraron entre ellos dos y mi hermana se sentó a mi lado.
—Sí, es él, el ratón odioso, diarreoso.
—¿Piensas dejarlo ahí, hermana? — preguntó Milly.
—Lo que pienso es lo que hice hasta ahora, acabar con esta mierda. Tanto tiempo que yo le doy otra y otra oportunidad, el circo seguirá porque habrá quien le dé aplausos al payaso.
—Opino que deberías escucharlo— replicó mi padre.
—Si, niña, hizo tanto camino para verte, de seguro algo importante habrá que contarte.— musitó mi abuela, Greta. —Dale la oportunidad de expresarse.
—¡No!— contesté cortante, recordándome todas las veces en cuáles intenté hablarle y entenderlo a él, a su puto cerebro y a sus acciones. —Haré un tremendo origami con su nuevo papel de víctima y perro abandonado.
—Cálmate, Pablo Escobar — lo escuché hablar a mi abuelo, Gregorio, mientras se reía, atendiendo con la cabeza ligeramente mientras los miraba a cada uno de ellos para que después se fije en mi. — No más recuerda — levantó un dedo. — Siempre debes empezar por la premisa de que tal vez la persona a la cual no quieres escuchar sabe algo que tú todavía no conoces por completo. — añadió en voz seria.
Miré a mi abuelo directamente a los ojos, entiendo perfectamente lo que él me quería decir, y aunque me pareció lo más racional, simplemente no pude dejar mi orgullo. Lo había pisoteado por Íker una y otra vez, tal vez tanto que si lo volvía a repetir comenzaría a sentirme mal conmigo misma y esto era algo que ni entraba en la discusión.
Después de eso mis familiares intentaron varias veces convencerme, todos menos mi abuelo quien se dedicó a hacer totalmente otra cosa. La petición de todos fue negada.
De vez en cuando miré por la ventana notando que su coche seguía en el mismo lugar. Íker no se había ido y al parecer no tenía la intención de hacerlo. Sentí cómo mi corazón volvió a dar un pálpito, pero yo conocía a ese hombre y precisamente por esto sabía que muy pronto se largará, porque al final de todo así era Íker.
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Te conozco x los zapatos ©®
Romance| C O M P L E T A | ✔️ COMEDIA ROMÁNTICA [+18] «Un par de zapatos pueden cambiar tu vida, sino pregúntale a cenicienta» Ella prefiere el café americano y él el café italiano corto. Ella escoge beber tequila en un bar mientras que él disfru...