«¡Ay, la madre que me parió!»
Salí corriendo como si ese lugar estuviera en llamas, la verdad creo que lo era porque el brontosaurio Sinclair estaba tirando fuego y no precisamente por la nariz. Por un milagro divino logré llegar a mi coche sin descalabrarme.
Jadeaba tensa mientras me miraba en el espejo retrovisor. ¡Dios! Mi cabello estaba desordenado, las mejillas rojas, el cuello lleno de chupetones y...¡se me olvidaron las bragas!
«¿Acaba de follar con el imbécil, insoportable e insensible de mi jefe?» ¿Había follado con esa víbora venenosa?
—¡Oh, Dios!—exclamé en un ataque de terror. —Calma, Milla, calma, te pasaste un poquito del límite que te había impuesto pero...no...¡te pasaste tres pueblos desquiciada!— me regañé a mí misma mientras puse el coche en marcha. —Es demasiado tarde para saltarte de un punto. — añadí mientras recogí mi teléfono y marqué el número de Irina, quien contestó de inmediato. —Voy para ti, la regué— le comenté.
—¿Tanto?
—Espera a que te cuente.
—Aquí te espero.
—Prepárame la cama que me quedo en tu casa en esta noche. ¡Ni de coña regreso a la mía!
—¿Qué rayos?— sacó una risa. —Ven, aquí te espero.
—Bye.— colgué mientras tiré el teléfono en el asunto del copiloto.
«Bien. El hecho, hecho está. Mejor recuerda que un mal error a su tiempo es un aprendizaje para el futuro.»
De ninguna manera iba a regresar a la casa. No porque estaba al cien por cien segura de que mi jefe y su amiguito podrían hacerme una visita y pedirme acabar con lo que había empezado, sino porque él iba a pagármela por doble.
No hacía falta preguntar a nadie. Iker iba a vengarse, iba a devolvérmela en algún momento. ¡Maldito hombre listo!
Dos cosas estaban claras: la primera, yo me follé a mi jefe y no él a mí, y el segundo, esto apenas estaba empezando... Pero este juego iba a manejarlo yo, y no él.—Hola, Milla— en cuanto bajé del coche me encontré con el rostro de Marco, el esposo de Irina.
—Hola, ¿a dónde vas?— lo miré desconcertada.
—Irina me mandó al paseo y ahora entiendo por qué—sonrió en cuanto miró mi cabello desordenado—¿Mala o buena noche?— se rió.
—Buena, sí que lo fue— sonreí mientras me dirigía hacia la puerta de su casa. —Pobre de mí, cómo terminó— añadí antes de cerrarla. —¡Irina!— grité como loca en cuanto entré en la casa, buscándola.
—No grites animal— replicó desde la cochina mientras me saqué los tacones y me dirigí hacia allá. —¡Oh, Oh!— exclamó en cuanto me vio. —No sé si te llevó el demonio o está a punto de hacerlo.
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Te conozco x los zapatos ©®
Romance| C O M P L E T A | ✔️ COMEDIA ROMÁNTICA [+18] «Un par de zapatos pueden cambiar tu vida, sino pregúntale a cenicienta» Ella prefiere el café americano y él el café italiano corto. Ella escoge beber tequila en un bar mientras que él disfru...