Capítulo 25. Negación injustificada

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No sabía qué creer.

Mi asistente número dos era una arpía tramposa y todo podía ser una mala jugada de su parte. Pero yo soy Iker Sinclair y siempre obtengo respuesta a mis dudas. Sin excepción. O si solo una. ¿Por qué se me resiste tanto?

Cuando me había mostrado la prueba de embarazo, no la creí ni por un segundo, pero tampoco descarté por completo la posibilidad. Para quedar embarazada se necesitaba tener sexo y nosotros habíamos hecho mucho.

Era una buena jugadora pero, sin duda alguna, yo era mucho mejor.

«No puedo creer que todavía me prepara el café con sus brillantes ingredientes—leche y bicarbonato. Lo que ella no sabe es que yo nunca me bebo su puto café y que tengo un abono en la cafetería de abajo»

Si contaba por sus síntomas, tal vez había la chance de que esté embaraza, caso en el cual me haría cargo de todo, pero conociéndola, existía una posibilidad muy grande de que ella esté actuando para inducirme en yerro.

Necesita una respuesta rápida y segura.

Muy rápida porque pasar tanto tiempo en su compañía podía resultar sumamente peligroso.

Había tres semanas desde cuando nos estábamos vigilando, subestimando, retando y tentando. Después de mi ex esposa nunca había pasado tanto tiempo al lado de una mujer o nunca me había follado a la misma mujer constantemente. Tal vez no sea mi asistente personal número uno, pero con ella eran simples polvos y, mientras tanto, tenía otras citas mucho más interesantes. En cambio, con Milla era diferente. Teníamos un tipo de sexo exclusivo y esto me molestaba. La deseaba a ella y solo a ella.

Si el deseo sexual hubiera sido el único problema, tal vez mi cerebro no me hubiera mandado tantos mensajes de advertencia, pero no, ella, con su actitud desafiante, indiferente, a rato madura y cariñosa y al otro infantil y helada, intentaba meterse bajo mi piel.

Se había enterado de desmesurados elementos de mi vida privada y, en algún momento, logró exigirme también explicaciones. Esto tampoco era gran cosa, había lidiado con mujeres celosas. Lo peor de todo era que yo me había sentido obligado a ofrecerle una explicación. ¡Qué mierda más mierda!

Después de aliviarme del dolor de cabeza y de toda la mierda que mi ex esposa me había tirado en la cara, decidí dirigirme hacia el salón donde se encontraba mi hijo, luego en que me encontré con Milla.

«A diablo lo ves a todas partes...»

—¿Milla?—mascullé pasmado, instantáneamente.

Joder, esa mujer ha matado todas mis reglas. Era la primera y la única mujer que alguna vez, por casualidad, conoció a mi hijo. No me gustaba mezclar mi vida íntima con la familiar. Para no contar que ese mismo día intentó asesinarme a las bolas. Estoy seguro de que no existe una licencia para el uso de tacones pero aun así podría demandarla por lesiones personales premeditadas y obligarla a admitir los cargos.

Te conozco x los zapatos ©®  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora