Capítulo 37. El trato

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Estaba sentada en una mesa de cristal con una taza de té caliente entre mis manos, mirando los ojos negros de mi padre biológico, que desde hace más de diez minutos que había llegado no me había dirigido ni una sola palabra

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Estaba sentada en una mesa de cristal con una taza de té caliente entre mis manos, mirando los ojos negros de mi padre biológico, que desde hace más de diez minutos que había llegado no me había dirigido ni una sola palabra.

—¿Y bien?— rodé los ojos esperando a que empezara a hablar mientras miraba el reloj grande que había en la pared, contando el tiempo que me quedaba hasta la posible llegada de Antonetta. De ninguna manera quería exponer mi vida ante ella.

—Me alegro de que hayas aceptado verme— habló Gregorio, mi padre biológico.

—Mi papá me obligó a verte, así que no te emociones.— repliqué cortante. —¿Por qué tanto interés de repente?

—Romina...Milla— recalcó ante la mirada helada que le había regalado—¿Por qué me odias?

—Seguramente no porque habías sido el padre de año— dije irónica.

—Muy bien— arregló su chaqueta—Tu actitud no me da de otra. Creo que es hora de que sepas la verdad. Yo no soy el culpable de la muerte de tu madre.

—No hables de mi madre— lo apunté con el dedo nerviosa—No te permitiré hablar mal de ella, ¿entendiste?

—No pienso hacerlo, pero tampoco cargaré la culpa de algo que no hice.— hizo una pausa mientras encendió el cigarro. —Puedes odiarme por no haber estado a tu lado, pero no puedes culparme de su muerte.

—Mi mamá te quiso.

—Tu mamá estaba enferma desde hace mucho tiempo— soltó de repente y fruncí el ceño—En esa noche en la cual ella se suicidó, sus razones fueron múltiples.

—¿Qué sabes tú si nunca fuiste a su lado?— fruncí el ceño mientras sentía cómo el dolor de esa noche volvió en mi pecho para hacerme pedazos.

—Lo sé, Milla, lo sé. Tu mamá tenía grandes deudas, y no precisamente las del edificio, sino porque tu mamá consumía drogas.— me miró a los ojos y como intuyendo mi instinto defensivo prosiguió—Hace mucho que tu madre no aguantaba ese estilo de vida.

Te conozco x los zapatos ©®  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora