Dos

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Sé que antes dije qué tal vez todo empezó aquel día cuando fui a dejar el postre a la casa de los nuevos vecinos, pero pensándolo bien y retractándome por lo anterior dicho, creo que en realidad empezó aquel día en el supermercado.

Podría describir ese día como otro sábado por la tarde en el que no tenía ningún plan en específico, como mi madre hubiera deseado, sé que puede ser un poco aburrido que diga esto pero una parte de mí amaba ir a comprar las cosas que usaríamos la semana siguiente, pasar por los pasillos repletos de cosas para elegir y a veces leer las etiqueta o aprovechar las promociones y mientras una parte de mí se enfadaba por la baja estatura que los dioses me habían dado y saltaba para tomar un envase de miel, aquel ser que podría describir como celestial extendió su mano y sin esfuerzo alguno, pues a diferencia de mí era bastante alto, tomó el envase de miel, lo primero que llamo mi atención fueron sus facciones perfectas las cuales parecían estar hechas por manos de algún increíble escultor, o mejor dicho por el mismo Donatello y luego estaba su cabello castaño claro, pues cada cabello que caía por su frente parecían haber sido puesto en un lugar estratégico para que otro ser inferior como yo lo admirara, cuando bajó el artículo se tomó unos segundos admirándolo, como si estuviera leyendo la etiqueta y luego me la dio mientras sonreía y sus ojos se hacían casi ausentes, nunca había visto a ningún hombre tan guapo, o bueno no en la vida real, parecía ser modelo ya que incluso la ropa que llevaba puesta hacían equipo con mis teorías, pues vestía con unos jeans apretados y un buzo con cuello de tortuga y sobre este un gran abrigo que hacia qué su oufit luciera incluso mejor.

-Gra....ci....as- tartamudeé nerviosa.

-De nada- dijo compartiendo otra sonrisa mientras yo seguía ahí paralizada como una tonta y él se alejaba empujando su carrito de compras.

Después de ese acontecimiento había pensado en aquel hombre todos los días siguientes, también pensé que él debió creer que tenía algún problema en la cabeza por la forma en la que respondí. 

Y yo misma me reprendía por ni siquiera haberle preguntado su nombre o quien sabe su número, pero como siempre mi madre me ha dicho, "hay oportunidades en la vida que solo se pueden aprovechar una vez". 

Y sí, tal vez no se refería a que debí haberme aventado descaradamente hacía un hombre que incluso se veía mucho mayor que yo, pues me lo dijo cuando fuimos a una tienda de ropa y por mis tontas dudas que siempre me acompañan no compré un vestido negro que en pocas palabras se podría describir como perfecto ya que aparte de quedarme bien, según mi madre, servía para una fiesta si se acompañaba con tacones o servía para un día normal simplemente agregándole una chaqueta jean y en resumen ese día no lo compre y al siguiente día después de haberlo meditado toda la noche cuando fui a buscarlo alguien más lo había comprado y no ha sido la única vez que algo relacionado con mis miedos me ha hecho retroceder pues ha pasado muchas veces y supongo que esa fue la gota que colmó el vaso pues ahora que estaba próxima a graduarme y sin ni quiera estar segura de lo que seguiría en la universidad me dije a mi misma que no podía desaprovechar algo de nuevo por que durante todo ese tiempo había estado viviendo de las aventuras que mis amigas relataban después de un fin de semana, sobre qué se habían colado a una fiesta de universitarios o que gracias a que una se besó con él manager de una banda pudieron conocer al grupo que daba un concierto en la ciudad o que habían ido donde sus padres tan ebrias que cuando fueron a comer aún restaurante se quedaron dormidas sobre la comida y de hecho eso solo era la punta de iceberg, pues hubo uno que otro relato en el cual hablaron sobre sus experiencias sexuales a las que yo siempre escuché con mucha atención pues aunque hasta ahora no había  practicado eso cuando lo hiciera no quería ser tan tonta en el tema. 

Y ¿por qué rayos yo no estaba con ellas cuando hacían cosas increíble? pues la mayoría de veces era por que prefería no salir y quedarme en casa viendo alguna película mientras comía botanas o hacía la tarea o si salía después de las ocho de la noche un pánico me poseía y prefería tomar un taxi a mi casa para luego encontrarme que mis padres ni siquiera habían llegado a casa, después de unos días llegue a la conclusión que si el destino era amable conmigo tal vez lo volvería a ver y esta vez le preguntaría su nombre.

Y bueno esta historia solo estaba comenzado, pues una semana después fue el acontecimiento vergonzoso del postre, al ver aquella escena tan escandalosa salí huyendo del lugar y corrí hasta mi habitación sin mirar atrás, no podía creer que había visto a una pareja apunto de tener sexo, me sentía abrumada por los pensamientos que recorrían mi cabeza, ahora ¿cómo vería a los nuevos vecinos a la cara? por un segundo creí que lo más razonable sería no volver a salir de mi cuarto o tal vez convencer a mi padre para que nos mudemos a un lugar lejano, en eso unos golpes sonaron en la puerta y esta fue abierta y a continuación mi madre entró.

-La cena esta lista- anunció y luego de mirarme por unos segundos en vez de salir de ahí continuo -Estas muy pálida- dijo acercándose a mí y tocado mi frente con su mano -¿Te sietes mal?.

-No, no, solo fue por qué corrí- dije de inmediato respondiendo a su pregunta aunque pareció dudarlo pues las palabras que salieron de mi boca fueron algo torpes y apresuradas.

-¿Segura?- volvió a cuestionarme frunciendo el ceño, a lo que yo asenté con la cabeza.

-Bueno- respondió confiando en mí, pues al menos después de haber sido una buena niña durante la mayor parte de mi vida al menos eso me había ganado -Y, entonces ¿que han dicho los nuevos vecinos?, ¿qué tipo de personas parecen?- y supongo que parte de mi sabia que aquella pregunta llegaría, ya que mi madre no había mandado aquel postre por amabilidad pura si no mas bien aquello había sido como si esperara que yo al regresar volviera con algún chisme y normalmente se equivocaba, ya que la gente que vivía en el sector eran tan o incluso mas aburridos que nosotros pero esta vez al escuchar su pregunta volví a sentir un escalofrío correr por todo mi cuerpo y traté de pensar en algo rápido. Pues estaba segura de que si se lo decía aquello acabaría en la boca de todas sus amigas. 

-Pues parecen bastante cariñosos- dije recurriendo a la verdad incompleta. Mientras la escena anterior corría por mi mente.

-Oh- dijo ella algo extrañada y casi desilusionada -Bueno... vamos a almorzar antes de que se enfríe.




                                          ➼


Después de la cena mi madre me había pedido que sacara la basura algo que normalmente hacía mi padre pero como me lo habían ordenado lo hice hija lo hice sin quejarme, incluso a pesar de que odiaba hacerlo, tomé la bolsa negra que ella puso en la cocina y salí, como siempre, distraída y sin darme cuenta de lo que hacía. 

-Hola- escuche a mis espaldas sintiendo como mi cuerpo se tensaba y los nervios me poseían pues esa voz provenía de la casa de los nuevos vecinos.

Carajo lo olvidé por completo.

Me sentí casi inmóvil pero por suerte di la vuelta y con una de las sonrisas más fingidas que puede hacer lo iba a saludar pero todo ese valor que reuní se fue al suelo al ver al hombre del súper mercado.

-Mucho gusto- dijo cuando estuvo enfrente de mí y me extendió la mano -Soy Kim Taehyung, tú nuevo vecino- su sonrisa era hermosa y sus ojos perfectos. Incluso se veía mejor de lo que lo recordaba.

-Yo soy......- mi voz tembló y fue interrumpida por otra voz.

-Taehyung- dijo desde la puerta para luego salir y paralizarse tanto como yo al verme, era la mujer que vi a punto de tener sexo, se veía demasiado hermosa casi perfecta.

-Cariño- gritó mientras la llamaba -Ella es mi esposa- la presento con una gran sonrisa, era obvio que alguien como él elegiría a alguien como ella para casarse. 

Pero fue ahí cuando pude procesar y sentí que mi boca no podía abrirse más por la sorpresa que aquella frase había causado, pues desde que le había dicho cariño mi cuerpo se había extrañado pero tarde en entender la razón ¿cómo podía ser su cariño si ella estaba a punto de tener sexo con otro hombre?.

Y también inmediatamente que ella también al verme se puso igual o más nerviosa pues entendió por mi expresión que yo lo sabía.

-Ya me tengo que ir....- volví hablar nerviosamente y corrí sin darle la opción de hablar o despedirse.

LIBEROSIS |+18| KTH Donde viven las historias. Descúbrelo ahora