Tres

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Toda la semana logre evitar no toparme con la señora y el señor Kim los nuevos propietarios de la casa de alado y una semana más se hubiera aumentado si es que mi madre no los hubiera invitado a cenar el viernes por la noche y me sentí totalmente traicionada a pesar de saber que no era la culpa de mi madre pues ella no tenía idea de las cosas que ahora estaban atormentando mi mente, ella había preparado un delicioso estofado con verduras y la señora Kim trajo un pastel de chocolate que se veía tan delicioso que parecía elaborado por alguien profesional, mis padres hablaron con el señor Kim sobre diversos temas como que él por su inteligencia y herencia de sus padres se había hecho acreedor a una gran fortuna y había fundado una clínica que era muy reconocida, también habló de que su esposa y él se casaron cuando apenas habían cumplido la mayoría de edad por que según él se habían enamorado a primera vista, ademas que él solía hacer voluntariado en su tiempo libre, y  que se había graduado con honores de la universidad y que era muy bueno en química, fue ahí cuando mi madre le dijo que yo era muy torpe en eso y él amablemente ofreció a darme clases. En otro tema su esposa no dejó de mirarme durante toda la cena, era como si buscara asesinarme con la mirada y pues no la culpo ya que yo sabía algo muy malo de ella.





Y cuando ya no pude soportarlo me ofrecí a levantar los platos para escapar de aquella mirada sin embargo, cuando me encontraba sola en la cocina me di cuenta que ella también me había seguido.

-No puedes decirle- acuso en susurro nerviosa y con su voz temblando.

-¿Decir, que?- dije fingiendo no entender de lo que hablaba.

-De lo que viste- volvió hablar casi susurrando.

-Ah, eso- dije fingiendo hacer memoria -¿Por qué lo hace?- esa pregunta se había quedado en mi mente pues primero era porque el señor Kim era extremadamente guapo y bueno antes de conocerlo esta noche creí qué tal vez podía ser cruel o malo como esos tipos en las películas que maltratan a sus esposas o que son tan egocéntricos que nadie los soporta, pero era todo lo contrario, era amable, sencillo y al parecer la quería demasiado o eso decía.

-No lo entenderías- había dicho suspirando y tocando su cabeza como si le doliera -eres aún una niña- Ella miró para atrás pues estaba muy pendiente de que alguien podría venir y escuchar la conversación -Por favor... eso podría arruinar mi matrimonio- volvió a implorar.

-Yo, yo......- dude, mientras miles de pensamientos cruzaban por mi mente. Nunca me había gustado ser alguien entrometida.

-Haré lo que me pidas- sus ojos se veían asustados y parecía tan indefensa y eso hizo que mi corazón se estremeciera -Pero prométeme que no dirás nada- Quizá necesitaba mas tiempo para pensarlo sin embargo nunca había sido buena tomando decisiones bajo presión.

-No se lo contaré- esas palabras salieron de mi boca al ver que ella parecía a punto de llorar -Lo prometo- completé para tranquilizarla más, siempre había sido del tipo de personas que valoraba una promesa y a pesar de dudar mi palabra ya había sido dada y me odiaba por ser tan sentimental y ser influenciada por ese rostro afligido. Sin embargo siempre había sido alguien muy ingenua. Ademas ahora había entendido el poder de un rostro bonito.

Su cara cambió completamente al escucharme, pues esta se iluminó y fue casi como si el rostro que antes traía nunca hubiera estado ah, al salir por la puerta vi como una sonrisa reluciente apareció en su rostro.

¿Acaso ella acababa de manipularme?

Cuando regrese y tome asiento en mi lugar la actitud rígida y nerviosa de ella había desaparecido, pues ahora hablaba más y dejó de mirarme, mejor dicho era como si a su vista yo hubiera desaparecido.





Cuando la cena finalizó, mis padres y yo acompañamos a la pareja a la puerta para despedirnos.

-Si quieres puedes ir mañana a nuestra casa, para empezar con las clases- se ofreció el señor Kim.

-Ah si- dije sonriendo y asentando mi cabeza.

-Bueno, gracias por la comida- dijo ahora dirigiéndose a mis padres -Nos vemos mañana- mientras decía esto removió mi cabello como si estuviera acariciado una mascota, y si tal vez había acabado de demostrar que sería para él, una niña pequeña.

-Buenas noches- dijo su esposa también sonriendo.






Aquella noche me costó conciliar el sueño pues no podía dejar de pensar en él Señor Kim, al parecer él amaba a su esposa pero por obvias razones ella no lo merecía, además si amas a alguien obviamente no le haces daño lo que significaba que ella no lo amaba. Y supuestamente ella se justificaba diciéndome que no lo entendería por qué era aún una niña y probablemente tenía razón pero ella no me conocía como para decir esa cosas.

LIBEROSIS |+18| KTH Donde viven las historias. Descúbrelo ahora