La jaula

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Autor: Helindir.

Fue alrededor de una hora después de que Dumbledore hubiese sido ingresado a la celda que Voldemort le permitió a Snape retirarse, alabando falsamente su habilidad y recalcando que al día siguiente quería aquella poción recorriendo las venas del d...

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Fue alrededor de una hora después de que Dumbledore hubiese sido ingresado a la celda que Voldemort le permitió a Snape retirarse, alabando falsamente su habilidad y recalcando que al día siguiente quería aquella poción recorriendo las venas del director de Hogwarts.

Severus desapareció de inmediato, para resurgir en los límites del castillo, ahí donde esa técnica era posible de ser utilizada.

Caminó velozmente por los pasillos, con la mente sumida en sus pensamientos y llegó al despacho de Albus.

Miró el escritorio, buscando aquella carta del cual él había hablado y que encontró dificultosamente.

La tomó en sus manos, notando un extraño sello rojo con un símbolo y unas escrituras diminutas que prácticamente no podía leer.

Hubiese deseado examinarlo con mas detalle, pero decidió hacer lo que le había pedido. Se lo entendió al fénix, el cual lo miró lentamente, como analizando que era lo que ese mago quería. Pronto pareció comprender de que se trataba, remontó vuelo, tomó ágilmente aquel sobre con sus patas y salió como un rayo rojo por la ventana.

Severus observó como esa ave mitológica se alejaba velozmente. No dudaba de que Fawkes ya tenía indicaciones con ese papel. Aunque desconocía los detalles.

Avanzó un par de pasos y se detuvo para volver al escritorio. Tomó rápidamente una hoja y escribió cambiando su caligrafía con magia:

"El director ha sido capturado, mantengan las apariencias"

No podía irse sin aunque sea dejar un indicio de lo que pasaba. Si acaso el director moría al día siguiente, nadie lo sabría y no planearían nada. Por lo menos, estando avisados, la Orden del Fénix podría crear estrategias para continuar. Pero tampoco podía permitirse ser descubierto como espía doble.

Él salió del despacho seriamente, rogando por que Dumbledore no se equivocara de nuevo. Todo indicaba que los errores que el anciano podía cometer, siempre eran los peores y los que traían consecuencias mas graves.

Al fin y al cabo, fue el error de Albus al buscar a Voldemort y enseñarle magia, lo que había causado toda aquella serie de terroríficos problemas, de la cual nadie había quedado exento.

Severus estaba cansándose. Se dio cuenta de cuanto le estaba pesando todo al momento de acostarse. Sentía un profundo dolor de cabeza, el cuerpo tensado y un peso en el alma.

"Esto es de nunca acabar. Ahora que el anciano esta atrapado, lo que haga estará muy limitado... No puedo ayudarlo sin delatarme. Pero tampoco puedo dejarlo a merced de las torturas de Voldemort... Lo peor es que con el suero de la verdad puede que evidencie mi papel. No puedo llevar una poción cualquiera y engañar a este sucio, lo descubriría... Demonios..."

Presa del cansancio y la fatiga, el pocionista se durmió, pero no descansó. Su mente despertó igual o peor: abarrotado de pensamientos, ideas sin buenos desenlaces y preocupaciones que iban en aumento.

Vio el amanecer tocar su ventana y se levanto para encontrarse a un grupo de profesores alterados por la nota anónima que había surgido en el despacho de Dumbledore. Fue participe de una reunión de última hora, donde la falta del liderazgo del director, se mostraba con fuerza. Ideas contradictorias, discusiones, malentendidos y acusaciones impactaron en todos, oscureciendo la situación, más que arreglarla.

Él se mantuvo silencioso, con grandes deseos de irse de allí. Darles clases a los alumnos seria mejor que eso.

Como siempre, fue el principal sospechoso y la mayor parte de las acusaciones cayeron en el, con el peso suficiente como para ser expulsado de la orden.

Se negó como pudo y discutió hasta donde se permitía, pero nada daba resultados.

No tuvo más opción que retirarse bajo la mirada desaprobatoria de todos.

La noche cayó como un telón sobre aquel día de agosto y Severus sintió algo similar a un hierro al rojo vivo apoyado sobre su piel. Su amo lo llamaba.

Poco después, él aparecía en aquella sala donde el más oscuro de los magos lo miraba fríamente.

- Debería matarte- Siseó Voldemort con odio.

Snape no respondió, se mantuvo inclinado como si aquellas palabras no fueran para él, mientras su sangre se helaba.

- A la jaula...- Articuló el señor oscuro.

El pocionista levantó los ojos, viendo un grupo de mortífagos se le apuntaron a la cabeza y comenzaban a llevarlo a punta de crucius.

Cuando vio la celda, notó a Dumbledore en el suelo de concreto, notablemente malherido e inconciente. Supo entonces que ya le habían sacado verdades de la manera más tortuosa y eficiente, y su verdad había sido revelada.

Lucius lo metió con fuerza en aquella celda, sonriendo al verlo en donde le correspondía.

- Con el Horrocruxe nuestro amo se volvió mucho más fuerte. Necesitó un poco de paciencia, pero el viejo habló. Más tarde le seguirás tú.

Malfoy rió, junto con otros seguidores, antes de dejarlo solo.

A penas pudo, se agachó, tanteando a Albus. Se veía muy herido pero de inmediato abrió los ojos, casi sin energías.

- Lo siento... Lo siento tanto...- Susurró Dumbledore- Lucius consiguió el suero de la verdad... Eso mas los crucius... no pude callarme... perdóname...

- Todo por querer hacer las cosas solo...- Siseó Severus- Por lo menos ahora no necesito fingir a todas horas. Moriré, si, pero por las razones justas...

- Dime que mandaste la carta...- Se sentó el anciano, ayudado por su espía descubierto.

- Si, una hora después de que te encerraran.

- Bien...

- Alastor y los demás me culparon de tu desaparición y me sacaron de la Orden...

- No te preocupes. Cuando salgamos de esta situación, les diré la verdad. No tendrán más remedio que reconocerte.

- ¿Aun cree que saldremos?- Gruñó Severus, poniéndose de pie y mirándolo- ¿No se da cuenta que estamos condenados? ¿O acaso los crucius y su ancianidad no le dejan pensar?

- Espero...

Snape bufó, cruzándose de brazos y viendo las escrituras, tratando de pensar el como anularlas para salir de allí. Aunque salir con vida no era más una idea coherente. Estaba resignado a que en unos días, su cuerpo sin vida fuese retirado de esa prisión de hierro y concreto.

Albus se veía normal, cansado y golpeado, pero aun con el brillo de esperanza en sus ojos. Esperanza que para el pocionista, no tenía razón ni lógica de ser. Estaban en la peor de las situaciones. Ni aun la llegada de la Orden del Fénix o de los aurores cambiaria sustancialmente eso.

O eso creía él.

Ádhmharaighe | SSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora