Reunión con el destino

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Autor: Helindir.

En aquella mañana de fines de octubre, con el frio surcando los cielos, dentro del despacho de Dumbledore, tanto profesores como miembros de la Orden del Fénix se reunían para discutir lo sucedido

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En aquella mañana de fines de octubre, con el frio surcando los cielos, dentro del despacho de Dumbledore, tanto profesores como miembros de la Orden del Fénix se reunían para discutir lo sucedido.

Ya estaban allí desde hacia tres horas y si bien habían avanzado mucho en algunas cosas, en otras estaban espantosamente estancados. El inicio había sido por demás caótico, con una horda de magos acusando a Snape de cientos de cosas, mitad ciertas y mitad no, donde Albus se dedicó a detenerlos y explicarles la verdad.

Bajo miradas estupefactas y varios sentimientos de culpabilidad, el pocionista se vio en la terrible tarea de oír al director contándole a todos ellos sus pormenores como espía doble, los resultados y otras cosas que no deseaba que aquel anciano contara.

Pero así fue. Y ahora el renombrado ex mortífago tenia etiquetas colgando del cuello, al estilo de "héroe", "mártir", "increíble" y otra sarta de cosas que él detestaba. Pero al fin de cuentas, ahora no seria juzgado injustamente, y eso era, aunque no lo quisiera reconocer, un gran alivio. Ya no seria señalado como la escoria que muchos antes creían, sino que ahora se respiraba un notorio respeto por aquel mago de mirada dura y nariz prominente.

En otro aspecto de cuestiones, estaban más varados que una carreta cargada de bloques de piedra en arenas movedizas.

No sabían como proseguir respecto al avance de Voldemort. Tenían pocos recursos y pocas posibilidades, además de un nuevo problema con orejas puntiagudas.

- ¿Y bien?- Preguntó Albus a sus acompañantes- ¿Qué sigue? ¿Qué hacemos con Diamhair?

- Pedirle que ayude, por supuesto- Dijo Alastor, como si aquello fuese una obviedad, sentado brutamente sobre un sillón.

- Para eso vino... Pero no se... No estoy seguro de pedirle que haga cosas- Dudó el director- No ahora que Severus me mostró algo de ella...

- ¿Algo como que?- Se sobresaltó Tonks en su silla- ¿De que hablas?

- Esa elfa tiene poco de bueno- Siseó Snape, de pie, apoyado en una columna- No creo que este aquí precisamente para ayudarnos. Creo que tiene algo en mente, algo personal en donde nosotros estaremos en el medio... Negativamente hablando...

- ¿Crees que no vino esencialmente en pos de nosotros?- Indagó Remus, volteando a verlo.

- Creo que el venir a ayudarnos fue la excusa para que el director le permitiera entrar a Hogwarts- Concluyó el pocionista- Es elfo. No entraría a la fuerza. Ahora mismo quien sabe donde esta...

- ¿Y que hacemos?- Preguntó Tonks- ¿Podemos pedirle que se retire?

- No...- Susurró Dumbledore- Yo envié la carta pidiendo que viniera desde Galia. Yo le pedí que se quedara. Ahora no puedo echarla como si fuera cualquier persona. No se ira hasta cumplir su objetivo, sea cual sea. Roguemos que sea beneficioso.

- Mantengamos una vigilancia sobre ella- Consideró Minerva, sentada a un lado de Lupin- Aunque sea para saber si hace algo ilegal o no...

- Es un Galo... No creo que nuestras nociones de legal e ilegal sean aplicables a ellos- Pensó Moody- Ellos tienen su propio sistema de justicia que dista mucho del nuestro...

- Y dudo que Diamhair de a lugar siquiera a que tengamos motivos para quejarnos- Reflexionó Albus- Conociéndola y sabiendo lo terriblemente calculadora que puede ser... Debe tener hasta la última opción totalmente analizada...

- ¿Y se puede saber de donde rayos conoces a una elfa hibrida de mal carácter?- Gruñó Snape.

- Hace unos 50 años...- Suspiró el director- Tuve el extraordinario honor de que me dejaran entrar a Galia. Entre tantas cosas, me permitieron ver su legión de guerreros, y ahí estaba la joven gloria de los Alpes Suizos, Diamhair. La vi transformada en dragón, recibiendo cientos de ataques de otros elfos, en modo de entrenamiento. Ataques que, como era de esperar, no le hicieron nada. Hablé un poco con ella, con el reducido latín que sabía y me dejó en claro que la buscara si era necesario. Y eso hice.

- Un momento... ¿La viste hace 50 años?- Preguntó Severus- ¿Qué edad tenia ella entonces?

- Era pequeña...- Pensó Dumbledore- No se bien los años exactos... Pero ahora no debe tener más de 60 años... ¿Por qué?

- No veo que la magia oscura afecte su longevidad- Dijo el pocionista arqueando una ceja- Con 60 años no se ve mayor de 30...

- Calcula... Los elfos suelen aparentar mucha menos edad de la que tienen...- Dijo Tonks- Si representa la mitad eso quiere decir que si le afecta.

- Es cierto, no debería parecer mayor que una alumna de Hogwarts- Aclaró Remus- Es claro que la magia negra también esta generando secuelas en ella, a pesar de su condición de hibrida.

- Quizás es por eso que aceptó tan rápidamente venir a ayudarnos- Reflexionó el director en voz baja- Quizás están peor de lo que parece...

- ¿Entonces? ¿Solicitaremos su ayuda o no?- Preguntó Alastor- Debemos decidir ahora.

- Intentaré hablar con ella- Suspiró Albus- Trataré de hacer algo al respecto. Solo espero que las cosas no empeoren. Lo que menos necesitamos es que Diamhair se enoje con nosotros... Creo que de momento finalizaremos esta reunión. Mañana nos reuniremos de nuevo para analizar otros puntos.

Bajo la tranquila mirada del renombrado Dumbledore, uno a uno los profesores y miembros de la Orden se retiraron, dejándolo solo en el silencio de su despacho.

Ya en solitario, se dedicó a pensar que podría hacer con la elfa y cual seria el posible desenlace de sus actos.

Hacia años, la joven elfina le parecía adorable, fuerte, valiente y bondadosa. Pero luego de varias décadas, todo había cambiado. Ya no quedaba nada de esa pequeña madeja de cabellos claros y ojos curiosos que le sonreía mientras lo oía intentar hablar en latín. Ahora tenía en frente a una guerrera oscura con experiencia en el trato con toda clase de entes.

Tenía que pensar seriamente que decirle, como pedirle que, a pesar de todo, que lo ayudara. Lo peor de todo es que no podía utilizar la misma psicología que al momento de hablar con cualquier ser humano. Era de otra especie, con otra forma de entender las cosas, y sus monólogos morales chocarían con un rostro tieso al cual poco le afectarían. Sin olvidar que los Galos eran extremistas moralistas.

En resumidas cuentas, Albus concluyó que estaba en problemas y que solo diciéndole sin rodeos, toda la verdad, obtendría algo.

También debía analizar el ofrecerle algo a cambio. Diamhair había respondido a él, de varias maneras y aun no le había dado más que un simple "gracias". Cabía la posibilidad de que pidiese algo por sus servicios. Un algo que podría ser cualquier cosa, desde oro, elementos mágicos raros, información, ayuda para su pueblo, hasta exigir cosas extremas como el esclavizar a un alumno. Y viniendo de Diamhair, todo era terriblemente posible.

Ádhmharaighe | SSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora