Nunca pensé que llegaría a experimentar cosa igual. Mientras miraba por la ventana, veía cómo las calles estaban más ocupadas por soldados que por transeúntes de la ciudad parisina.
El ambiente bélico se podía respirar y yo no deseaba nada, salvo poder poner a salvo a mi madre y a mí. Estábamos las dos solas, ya que, mientras ella se empeñaba en convencerme para buscar un buen marido, yo la convencía a ella de que quería cuidarla.
Pero lo que jamás imaginé fue que me separarían de ella.
Cuando se corrió la noticia de que Alemania había invadido Polonia, la cuestión no se valoró de gran importancia como para marchar a la guerra, ya que, según mi madre contaba, veinte años antes —el año que nací— la Primera Guerra Mundial había dejado un gran número de muertos. Entre ellos mi padre.
Las huelgas no habían hecho más que empezar, nadie quería ir a la guerra por otros países. Pero no hicieron caso.
Cuando me quise dar cuenta, iba con otro gran grupo de mujeres, un bolso de tela con unas cuantas pertenencias —en su mayoría ropa— y una fotografía de mi madre cuando era mucho más joven.
Nadie se conocía y el largo trayecto se hizo eterno. Todas íbamos alicaídas, sin entender qué estaba pasando realmente y por qué nos aislaban de nuestras familias y nuestro hogar.
Tampoco nos dejaban preguntar. Por las noches mientras fingía que dormía, oía a algunas chicas llorar, y yo entendía su dolor. Entendía el vacío que te quedaba cuando te separaban de un ser querido y más cuando lo hacían sin motivo aparente.
No sabía dónde acabaría, pero tenía asegurado que tendría que empezar de cero.
El día menos esperado pisamos suelo firme, sin saber que de lo que tanto huíamos nos acabaría alcanzando.
Las explicaciones llegaron, pero no fueron menos sorprendentes por ello. También había pensado en lo peor. Tal vez nos vendieron a algún burdel para servir como entretenimiento a las tropas extranjeras, pero por suerte no fue así.
Sin embargo, la realidad no hizo que los pensamientos negativos nos abandonaran. Nos habían asignado a diferentes viviendas de los ciudadanos londinenses, lo que significaba que nuestro camino había acabado. Al parecer eran, en su mayoría, ciudadanos que se habían prestado a ayudar a los afectados.
Vi a algunas chicas que se iban, mientras yo esperaba a ver qué pasaba. Me preguntaron mi edad, mi estado civil y un sinfín de preguntas personales que no sabía en qué influiría.
Hasta que al fin me llamaron y me llevaron a mi nuevo hogar.
ESTÁS LEYENDO
Little Beauty [h.s.] ✓
FanfictionSegunda Guerra Mundial. Sienne se ve obligada a mudarse a otro país porque evacuaron su ciudad ante la llegada de los nazis. Harry -un hombre solitario y poderoso con varias propiedades, que vive en una casa de dimensiones extrafalarias- es el hombr...