Capítulo 11

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Le sentí apoyar su peso en mi y su miembro entraba en mí mientras él me acariciaba la cara, sin dejar de mirarme. Estaba tensa porque no sabía qué esperar, pero cuando un dolor agudo me inundó no pude sino intentar retirarme. Él jadeaba y se detuvo, pero el dolor no disminuía.

—Sienne, relájate, por favor —siseó, aguantándome de las caderas para que no me moviera. Tragué saliva fuertemente y obedecí—. Papi te hará sentir bien, confía en mí.

Tras unos cuantos segundos llenos de duda, decidí hacerle caso. Me intenté relajar, pero me resultaba muy difícil. No sabía qué hacer para que el dolor disminuyera.

Sin esperarlo, presionó sus labios con los míos y con su lengua acariciaba la mía, y poco a poco empecé a sentir las mariposas que había sentido apenas unos momentos antes cuando me había tocado con sus dedos.

Entonces de un empujón entró en mí y tuve que separarme de sus labios para dejar salir un gemido del fondo de mi garganta. No sabía si había sido de dolor o de alivio porque el dolor estaba remitiendo, al menos.

Se quedó quieto en mi interior, aún acariciandome la cara mientras me volvía a besar intensamente. Después de lo que parecieron horas besándonos, fui yo la que inició un suave contoneo de caderas, que le hizo gruñir.

Nunca me hubiera imaginado al señor Styles perdiendo el control. Tal vez era cuando únicamente se dejaba llevar, y me gustaba así. Estaba despeinado, una fina capa de sudor cubría su cuerpo y lo hacía resbaladizo con el mío. Lo que había empezado como una danza sincronizada, controlada y suave; en cuestión de minutos se había convertido en una serie de movimientos primitivos. Mis piernas estaban en el aire y su pelo caía cubriéndole la cara, sus puños apoyados a ambos lados de mi cuerpo a la altura de mis hombros y sus caderas chocaban con las mías en un vaivén que me tenía extasiada.

Yo solo oía mis gemidos ahogados y descontrolados junto al choque de piel con piel que se producía cada vez que el señor Styles entraba y salía de mi cuerpo.

Jamás habría imaginado que esto pudiera ser tan bueno. Me habían inculcado tantas cosas malas de este acto, que el mero hecho de que se sintiera tan bien me hacía dudar de todo lo que alguna vez tenía por seguro.

De nuevo volví a sentir esa tensión en mi bajo estómago. Era delirante, pero la recompensa al final era tan satisfactoria que no sabía qué hacer. No quería parar porque ya conocía la sensación, pero por otro lado esto me tenía musitando cosas sin sentido mientras me agarraba a las sábanas de la cama como si fuera mi único anzuelo en la tierra, como si me pudiese librar de la caída.

—Vamos, Sienne —gruñó sin frenar ni ralentizar sus movimientos. Me sorprendía la fuerza que tenía, porque yo me sentía realmente agotada.

Yo solo gemía descontrolada, sintiéndome libre por unos instantes.

Y entonces la tensión que tanto había acumulado, al fin se liberó, dejándome en un estado casi inmóvil que me hacía los párpados pesados. Sin poder evitarlo cerré los ojos, sintiendo cómo el señor Styles daba unos últimos empujones antes de dejarse caer sobre mí, al igual que yo, intentando recobrar el aire.

—Eres realmente bonita, Sienne —el tono serio y autoritario había vuelto, y cuando me quise dar cuenta él ya estaba de pie a medio vestir.

Me sentí cohibida y me obligué a retirarme antes de que me lo dijera. Cogí mi vestido y me lo puse, cogiendo el resto de prendas y presionándolo junto a mi pecho. No sabía qué esperar.

—Espero que pases buena noche, Sienne —alcé la cabeza al escuchar la voz del señor Styles, para ver que ya estaba en una postura exquisita, como el hombre formal y controlado que había conocido hacía unas horas.

Tras un asentimiento de cabeza y desearle las buenas noches, salí de su habitación para ir a la mía.

Esto no era lo que yo tenía en mente y me sentía muy utilizada.

Little Beauty [h.s.] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora