Capítulo 19

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—Sienne, de rodillas —ahí estaba de nuevo ese tono autoritario. Ya no era tan severo ni me asustaba como los primeros días, pero aún no me acostumbraba. Me recorría un escalofrío cada vez que su voz profunda empleaba ese tono.

Hice como me ordenó y lo vi mirarme intensamente a la vez que dio un simple asentimiento de cabeza aprobatorio. Sin saber qué hacer con mis manos, las puse encima de mis muslos, no muy segura de si me reprendería o no. Como no dijo nada, supuse que había sido lo mejor.

Lo vi moverse y rodearme hasta que lo sentí detrás de mí. Sabía que sus movimientos eran medidos al milímetro y no hacía nada de lo que no tuviera seguridad, así que cuando le sentí rodearme con una mano el pelo suelto hasta que lo tuvo en una coleta y tiró, no pude evitar abrir la boca y dejar escapar un gemido involuntario que hizo eco en la sala fría.

—Silencio, Sienne —me regañó—. No queremos que el personal te escuche, ¿verdad? ¿O quieres ser mala para papi? —Su tono burlón fue lo que me sorprendió, y me ruboricé en cuanto escuché esas palabras salir de su boca. Siempre estaba educándome, desde el primer minuto en el que llegué, y que él me preguntara si quería ser su chica mala era algo que me asombraba. Aunque estuviera hablando en broma—. Contesta, Sienne. ¿Quieres ser una chica mala para papi?

—Sí —dije apenas en un murmullo, pero el silencio que nos rodeaba lo magnificaba todo.

—Entonces levántate y ponte en el regazo de papi —dio un paso atrás, dándome espacio para levantarme mientras él se sentaba en su silla. Lo miré un par de segundos mientras me dirigía hacia él, y no dudé en ponerme sobre él tal y como me indicó aquella primera vez. Ya solo seguía órdenes, pues sabía cómo quería las cosas.

Lo que no era normal en absoluto eran las náuseas que sentí al encontrarme boca abajo. Intenté calmarme y respirar profundamente, en caso de que fueran los nervios traicionándome, pero solo fueron a peor.

—¿Estás bien, Sienne? —Escuché su voz preocupada, y en silencio di gracias porque se diera cuenta y no pensara que no quería—. Estás pálida —me dijo con el ceño fruncido mientras me ayudaba a erguirme y sentarme recta—, ¿necesitas un vaso de agua? —Yo asentí frenéticamente sin mediar palabra. No me atrevía a abrir la boca en caso de que pudiera vomitar.

Él me dejó con cuidado en su asiento mientras iba por agua, pero, segundos después de él marcharse, antes de que él llegara, salí corriendo por el pasillo al baño. No podría aguantar mucho tiempo más.

Y mis dudas fueron resueltas. Solo me quedaba explicarle a Harry qué era lo que me pasaba.

Little Beauty [h.s.] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora