Capítulo 5

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Se puso en cuclillas delante de mí, su cara quedando casi a la altura de la mía.

—¿Quieres saber tus nuevas normas? —me preguntó—. Están relacionadas con lo que te acabo de decir, Sienne.

Asentí con cautela porque, a pesar de la curiosidad que sentía, no quería decir que sí a algo que no estaba segura si podría cumplir. Entonces se volvió a levantar y dio un paso atrás.

—Ponte de rodillas —me ordenó. Cuando cumplí con su petición, continuó—. Cuando te pida esto es para que sepas a quién le perteneces, pequeña Sienne —yo solo asentí con la cabeza desde mi nueva posición—. Cuando te pida que te sientes en mi regazo es porque quiero recompensarte por tu buen comportamiento. Por las noches, sin embargo, estarás debajo de mí mientras entro en tu pequeño cuerpo, para que tengas claro que eres mi zorra —tragué saliva ante sus palabras, sin apartar la mirada de él ni un segundo—. Y después te quedarás entre mis brazos, segura y protegida, porque te aprecio.

Se quedó en silencio y supuse que había terminado. Pero yo estaba sin palabras. Veía al Sr Styles como un hombre tan serio y frío que jamás imaginé que esas palabras pudieran venir de él. Y mucho menos para una chica como yo.

—¿Entendido? —preguntó con ese tono autoritario tan característico suyo.

—Sí, papi —le respondí.

—Buena chica —apremió, frotándome la cabeza con una de sus manos suavemente—. Ahora, levántate.

Obedecí y me quedé perpleja con su siguiente petición.

—Desnúdate para papi, Sienne.

Yo me quedé congelada en el sitio, sin saber muy bien qué hacer. Estaba nerviosa y aún intentando asimilar sus nuevas normas. Ya le había dicho que no había estado nunca con un hombre, por lo que no entendía cómo me pedía eso aún conociendo mis circunstancias.

—Sienne, sabes que no me gusta repetirme —el tono severo que tan poco me gustaba, estaba ahí de nuevo. De los puros nervios, empecé a tartamudear.

—Y-yo s-señor —hablé torpemente, pero él me interrumpió.

—Sienne —advirtió.

Entonces me di cuenta de los errores que había cometido. Uno detrás de otro. Odiaba cuando tartamudeaba, cuando no obedecía lo que pedía en el momento y me había equivocado al decirle señor en vez de papi. Era un desastre.

Estaba casi a punto de echarme a llorar. Eran demasiadas emociones juntas. Y él pareció darse cuenta.

—Sienne, pequeña, escúchame —habló en un tono mucho más suave esta vez y calmado, frotándome la mejilla con su dedo pulgar—. No llores, solo escúchame —volvió a pedir. Yo levanté la cabeza lo justo para encontrarme con su mirada comprensiva—. Ven, vamos a hacer una cosa. ¿Te gusta el arte?

Little Beauty [h.s.] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora