Capítulo 37

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—¿Qué haces aquí? —Me preguntó suavemente mientras recorría mi figura con la vista. Percibí esos dos segundos de más que se quedó mirando mi vientre, el vestido ajustado no hacía sino remarcarlo más, y pude verle sonreír ligeramente antes de que volviera a mirar mi rostro con esos preciosos ojos.

—Estaba hablando con Margareth —empecé a decir, intentando que no se me notaran los nervios—. He venido a pedirle consejo.

—¿Consejo? —Arqueó una ceja, dando un paso hacia mí—. ¿Y dónde está ella, si se puede saber? Porque no la veo por aquí —me respondió, desafiante, pero no parecía estar enfadado, de hecho lo veía de buen humor—. Pero había venido a comentarte otra cosa —dio un pequeño paso hacia atrás, tratándome con una formalidad impecable—. He visto que tus toallas de gasa están limpias y guardadas.

Él no había formulado ninguna pregunta explícita, pero sabía a qué se refería. No estaba menstruando, a pesar de haber creído que sí cuando vi las manchas de sangre en mis paños, y quería saber si me encontraba bien para volver a hacerme el amor cada noche. Notaba lo mucho que me ansiaba y necesitaba cada noche, por cómo me tocaba. Y yo lo necesitaba a él de igual manera, pero para mí era más importante saber la verdad de mi posible embarazo. Tenía una incertidumbre que necesitaba resolver.

—Así es —le confirmé. Él me sonrió, pero de repente el aire se cargó de una tensión insoportable. Empecé a respirar más pesadamente, hecho que no pasó desapercibido para él, y se acercó a mí, hasta que estuvo a escasos centímetros. 

—Sube lo antes posible, estaré esperándote —me susurró, su mejilla izquierda contra la mía, mientras sus manos vagaban por mi cintura, acercándome a él—. Te he echado mucho de menos.

Little Beauty [h.s.] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora