Capítulo 25

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Sentí que el mundo se me vino abajo en cuanto noté que se me humedecía la ropa interior. Instintivamente me toqué el vientre, pero la sensación húmeda no se iba, y tuve un mal presentimiento.

En cuanto vi la mancha roja en la tela, pensé instantáneamente en que solo había tenido un retraso, y me sentí muy decepcionada, aunque estaba más dolida por la pérdida que había supuesto.

Me vestí en silencio, aguantándome las ganas de llorar que tenía por el recién descubrimiento. No entendía entonces el porqué de los vómitos y el conjunto de síntomas. 

Salí de la habitación intentando pensar en otra cosa, pero las dudas y la frustración me cegaban. Instintivamente llevé mi mano a mi vientre de nuevo, y la dejé ahí hasta que llegué al salón, donde ya estaban todos los invitados sentados, pero Harry no estaba allí.

—Me estaba preocupando porque no salías de la habitación —me sorprendió desde atrás, tal vez había salido de la cocina—. ¿Estás bien? —empleaba un tono sereno y con una mano frotaba mi brazo despacio, desprendiéndome su calor sobre la tela de la ropa, que era algo pesada.

Yo asentí, interiormente dando gracias de que no tuviera que mirarle a los ojos. No me atrevería a mentirle a alguien de esa forma, y en realidad no le estaba mintiendo. Solo ocultando información.

—Estás muy callada, tienes que estar cansada —él seguía hablando, estaba bastante animado—, así que cuando quieras puedes retirarte a la habitación y descansar.

Lo protector que era conmigo me hacía sentir aún más culpable por lo que acababa de descubrir, pero no me dio la suficiente fuerza como para decir nada, y menos aquí delante de todos.

—Ven que te presente a mi familia, no quería decirte nada para no asustarte, pero ya saben lo del embarazo y entienden que tengas que irte en cualquier momento —entonces ahí sí que me sentí morir. Le había dicho a todos que estaba esperando un hijo cuando ese bebé era inexistente.

Yo tragué saliva y asentía cordialmente mientras me presentaba a todos. Sus padres, su hermanos y cuñados.

Aguanté toda la cena, milagrosamente, hasta que dijeron de irse porque ya era muy tarde y tenían que madrugar. Una vez que se fueron todos, Harry me abrazó y me frotó la mejilla una vez que se apartó.

—Llevas toda la noche muy apagada y pálida —entonces palmeó mi bajo vientre—; ese bebé te está dando guerra, ¿eh? —Él parecía realmente ilusionado y eso lo sentí como otra puñalada más.

Yo le sonreí débilmente, sabiendo perfectamente que no era eso, sino su reacción cuando supiera la verdad, lo que me afectaría más.

Little Beauty [h.s.] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora