Capítulo 13

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Me acerqué, no queriendo enfadarlo más, hasta que estuve enfrente de él. Tenía las dos palmas de las manos apoyadas en los muslos, sin apartar la vista de mí y cada uno de mis movimientos, por leves que fueran.

Me agarró una mano y tiró de mí, desestabilizándome, por lo que acabé con mi vientre apoyado en sus piernas, sin saber dónde poner mis manos. Jadeé por el impacto que había supuesto caer en esta posición.

—Dulce Sienne —tarareó el señor Styles—, espero que cuentes conmigo.

¿Contar con él? ¿Para qué o qué exactamente?

Entonces cuando levantó mi camisón sobre mi espalda y dio la primera palmada sobre mi trasero, lo comprendí. Este era mi castigo.

Se me hizo incómoda la sensación punzante que dejó sobre mi piel, pero al mismo tiempo la disfruté. Me encontré a mí misma apretando los muslos juntos ante la humedad que sentí.

—Sienne, cuenta —me ordenó.

—Uno —dije en un jadeo. Así siguió hasta cinco y entonces paró. Pero la sensación no abandonaba mi cuerpo y tampoco relajé el aprieto de mis piernas. Cosa que no pasó desapercibida para él.

—¿Estás bien? —me sorprendió preguntando. Parpadeé rápido un par de veces antes de humedecerme los labios y responderle.

—S–sí —musité.

Sin previo aviso, sentí los dedos del señor Styles indagar en mi intimidad y escuché perfectamente cómo inspiraba profundamente.

—Estás empapada Sienne —empezó—, y los castigos no son para disfrutarlos —yo me quedé en silencio, sin saber qué responder—. Pero ya es tarde y solo acabo de empezar contigo, así que dejamos esta conversación pendiente.

Me ayudó a levantarme de su regazo, me acomodó el camisón y me sentó a su lado.

—Cuando te dije que pasaras una buena noche, no me refería a que te fueras.

Y entonces entendí el castigo. Había sido por mi enfado irracional y mis malas contestaciones. Me sentía mal por haber dudado de su palabra.

Él pareció entender mi confusión.

—Sienne —murmuró acariciando mi mejilla con su pulgar—, quiero que duermas aquí conmigo cada noche. Antes te había dejado salir para que fueras a por tu ropa de dormir y vinieras, no te había echado.

—¿Duermes vestido? —pregunté recordando lo rápido que se había colocado la ropa al terminar nuestro encuentro.

—No —se rio levemente—, es solo que yo suelo trabajar hasta tarde antes de dormir, pero tú te puedes quedar en mi cama mientras tanto.

Asentí con la cabeza dejando mis dudas de lado, pero no se me podía olvidar lo bien que se sentía cuando me tocaba.

Little Beauty [h.s.] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora