Capítulo 9

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Apoyó su peso en un brazo mientras que el otro lo movía sobre mi pecho, mi cintura y mi cadera hasta que llegó a mi zona íntima y me tensé debajo de él. Sus dedos tanteaban suavemente y la sensibilidad que sentía me hizo abrir la boca en busca de aire. Aprovechó ese momento para presionar su boca con la mía en un beso intenso, y a los pocos segundos sentí su lengua jugar con la mía, buscando una reacción.

Sus caricias ya no eran tan delicadas y su pulgar se frotaba en un punto que me tenía moviendo las caderas incontrolablemente en círculos contra su mano, mientras que dos dedos los empujaba en mi entrada haciéndome delirar. No podía seguirle el ritmo de los besos y solo gemía mientras apretaba los ojos cerrados. Esto era demasiado.

Me sentía como a punto de llorar. No sabía que me estaba haciendo, pero me tenía suplicando «por favor» y aún no entendía qué estaba pidiendo realmente.

Él no decía nada. Simplemente utilizaba sus dedos en mí mientras yo me retorcía debajo de su cuerpo.

Estaba tensa porque no sabía qué le pasaba a mi cuerpo. No entendía nada.

—Relájate, Sienne —susurró el Sr Styles en mi cuello—. Deja que papi te haga sentir bien.

Pero me era imposible. La tensión en mi vientre era tal que no sabía si podría aguantar. Me temblaban las piernas y mis caderas se movían solas. Intentaba dejar los ojos abiertos, pero tampoco podía. Gemidos y murmullos ininteligibles salían de mi boca y, cuando menos lo esperé, un calor me recorrió de arriba a abajo que me dejó la mente en blanco, no podía pensar y mucho menos moverme.

Cuando reaccioné, el Sr Styles me miraba desde la misma posición, sin apartar sus manos de mí y me sonreía ligeramente.

—¿Te ha gustado? —me preguntó una vez que conseguí calmar mi respiración, o casi. Las piernas aún me temblaban y el pulso lo tenía acelerado.

—¿Q–qué ha sido eso? —fue mi "respuesta". Quería saber.

—Tu primer orgasmo, bonita —me respondió dándome una sonrisa—. ¿Te ha gustado?

Parpadeé un par de veces y asentí con la cabeza. Me sentía bien, pero, a pesar del frío que hacía en la habitación, yo tenía calor aún. Entonces me di cuenta.

—Y ¿qué hay d–de ti? —le pregunté tímidamente. Con el brazo en el que se apoyaba, dejó caer el codo y con la mano me acarició las mejillas, apartándome el pelo de la cara.

—Yo estaré bien en cuanto entre en tu pequeño cuerpo, Sienne —me dio un beso en la frente—. Estás tan bonita con las mejillas rosadas. ¿Estás bien?

Que se preocupara por mí me hizo sonreír ligeramente y le asentí de nuevo.

—Entonces ahora es el turno de papi, ¿no crees? 

Little Beauty [h.s.] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora