Capítulo 2

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El Sr. Styles era un hombre serio. Hablaba poco y, cuando lo hacía, era para regañarme por ciertos comportamientos.

Cuando llegué aquella tarde, se presentó y me enseñó mi habitación. A pesar de que la casa era enorme, vivía él solo, sin contar el personal. También me enseñó su habitación —que tenía una cama enorme con dosel en el centro— y su estudio, del cual me dijo que era donde pasaba la mayor parte del día si es que no había salido.

No sabía cuántos años tenía, pero me pareció realmente apuesto. Tenía unos ojos que brillaban y me pregunté varias veces si yo le parecería bonita.

Pero él casi nunca era amable conmigo. Solía pronunciar mi nombre en voz alta como si estuviera enfadado conmigo. Entendía que tenía muchas reglas y normas, pero a veces se me olvidaban.

—¡Sienne! —volvió a llamarme la primera mañana tras mi llegada. Me apresuré hacia su estudio y abrí la puerta lentamente, no queriendo enfadarle más.

—¿Sí, señor? —musité un poco asustada desde el umbral de la puerta. No me gustaba cuando me gritaba, pero parecía que solo sabía hacerlo enfurecer. Anoche fue la primera comida que cociné en su casa con ayuda de su personal y, a pesar de que me había felicitado por la cena, ya me había regañado por hacer mucha cantidad.

Me sentí triste porque lo hice pensando en él, teniendo en cuenta que un hombre tan alto y grande probablemente comería bastante. Pero no se lo dije, tenía miedo de replicarle.

—¿Qué te dije sobre dejar cada cosa en su sitio cuando limpiaras aquí? —me preguntó en tono severo. Yo agaché la cabeza y repetí con exactitud las palabras que mencionó.

—Que no moviera nada de la mesa porque usted tiene su orden.

—Eso es. Entonces, ¿por qué no lo has cumplido? —volvió a preguntar. Esta vez con un tono algo más suave, pero sin dejar de ser severo.

Yo levanté la cabeza al escuchar su voz más cerca, y me quedé prendada de lo intensos que eran sus ojos. Estaba encandilada y me quedé sin palabras.

—¿Sienne? —repitió con voz dura, sacándome de mi trance—. No me gusta repetirme. ¿Por qué lo has hecho?

—Y–yo, no sé, señor —confesé.

Oí cómo tomaba una respiración profunda y dio un paso hacia mí, y aún podía sentir su mirada sobre mí, lo que me puso aún más nerviosa.

—Dulce Sienne —dijo, sorprendiéndome por la cercanía de sus palabras y el tono dulce que utilizó—, parece que tienes que aprender una lección, ¿no es así?

Yo no sabía a qué se refería, pero internamente rezaba para que no me hiciera daño.

Little Beauty [h.s.] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora