- Me tiene aburrida que siempre andes con tus mismos temas, esa mierda de monstruo no existe, ni en la casa, ni aquí en el colegio.- Me regaña. Siento que siempre que me habla lo hace con odio, con locura.
- No sabes nada...- Murmuro.
- ¡No me respondas, niña malcriada!- Me grita.
- Tú me criaste.- Me mira, dejando de la lado la carretera.
- Creo que quieres una paliza.- Aprieta la mandíbula.
- Fíjate en conducir, podemos tener un accidente.- Digo. Sin mucha importancia de escucharla.
- Te voy a mandar a un manicomnio. De verdad que lo necesitas.- Se está pareciendo a mi querida Alanis.
- Y tú necesitas una clase de ser buena madre, por qué de verdad que lo necesitas.- Entonces, sin previo aviso, siento algo impactar en mi mejilla fuertemente. Su golpe me ardia. Sentía el calor invadiendo todo mi rostro. - Nunca te importó
papá, ni su hermana, fueron los únicos que te ayudaron en tus problemas, y así es como me pagas. Yo te quiero mamá, pero nunca te preocupas por mí, solo estás pendiente en regañarme, entiende que el monstruo si existe.- Entorna los ojos.- Me estoy aguantando no dejarte en un orfanato, por qué ni ganas me dan de mantenerte.- Aprieto los ojos, no quiero que me vea llorar.
No de nuevo.
- Eso no lo diría una buena madre.- Solo me mira, con odio.
Esa es la única mirada que recibiré de ella. Nunca he recibido otra, a menos de cuándo apareció por primera vez el monstruo, su mirada fue oscura, como si yo diera miedo, de que yo soy la clara imágen de nada de cordura.
- Anda, llora, estúpida, crees que así te defenderas. - Mis ojos se nublan. - Solo te diré algo; Lo loca nunca se te quitará. - Me desabrocho el cinturon, con ganas de dejarla sola en su miseria. Al quitarme la protección, abro la puerta con la intención de salir del carro. Ella entiende mis intenciones y habla.- No salgas, o sabes que te encerrare. Como siempre lo hago, acuerdate que este era tu único día libre.
Me gustaría que algún día me hubiese amado. Que alguien lo haya hecho.
- Lo haré.- Ella espera, hasta que un sonido detiene mi escape. Mi celular suena, cuando contesto, mi madre cierra la puerta bruscamente. Mientras sigue conduciendo.
- Hola, Madi. ¿Cómo estás?- La voz de mi psicóloga llega ante mis oídos.
- Bien. ¿Tu también, Marrie?- Pregunto, por qué su voz denota preocupación.
- Si. Me contaron lo que te pasó hoy. Espero que te encuentres mejor, mañana tenemos hora, sabes que me preocupas y que te quiero mucho. - Dice. Y yo también la quiero, a pesar de que no me crea, es la única que ha estado conmigo, preocupándose. Ha sido mi psicóloga desde mis 12.
- Yo también. ¿Para eso llamabas?- Inquiero. Solo llama para ver cómo estoy y listo.
- Si. ¿Que harás ahora?- Miro a mamá. Ella me ignora, creo que quiere una respuesta buena.
- Iré a comprar una nueva cama.
- ¿Que te he dicho?- Regaña.
- Que tengo que afrontar mis miedos. - Hago una pausa y continuó.- Pero es que tú no entiendes, nadie entiende. Me da mucho miedo. La única solución es cambiando de cama, por qué eso me hace olvidarme de todo lo que he pasado en cada una.- Me entristecí.
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El Monstruo Debajo De Mi Cama
Teen FictionDesde pequeña creía que había un monstruo que vivía debajo de mi cama. Lloraba todas los noches del miedo que me daba. El tiempo pasó, me llevaron a un psicólogo, con la esperanza de que me ayudara a creer que no había nada. La cosa es... ¿Me ayudó...