POV MADISON.
- ¡Buen día, clase!- Alanis aparece con aire de superioridad en el aula, todos los chicos enamorados de ella le prestan atención. Yo no, claro. No encuentro que tenga nada en especial, ni carisma ni nada que la distinga, solo buen fisico. - ¡Madison! - Me alarmo al escuchar mi nombre, levanto la vista de mi celular para observarla. Que desagrado que sea una de las primeras caras que vea en la mañana.
- ¿Qué?- Escupo.
- ¿Cómo te sientes luego de lo de ayer? Es obvio que fue tu culpa y la de tus amiguitos que yo y Axel terminaramos. - Su mirada quema. - Pero te diré una cosa. Yo consigo todo lo que quiero, así que el vendrá a mi nuevamente, y tú, tu estarás solita como siempre.
- Que bien, me gusta mi soledad, así que adiós.- Muevo mi mano para que saque su trasero de mi vista. Vuelvo mi vista al celular. Pero ella parece estar insoportable como siempre, no me sorprende.
- Hablé con tu madre. Creo que ya te regañó, ¿No? Tienes un enorme moretón en tu brazo. - Me paralizo. La furia recorría mi sentidos, no podía dejarme llevar por mis emociones, nada que sea negativo. Apreto mi celular con fuerza. Conteniendo las ganas de insultarla. - Vamos, golpeame, ¿eso es lo que querias hace tiempo? Te he quitado muchas cosas, nena, y podré hacerlo una y otra vez, y jamás me arrepentiría. - Se luce.
El día de ayer, mi madre me había gritado hasta un punto que no parecía posible. Para luego terminar golpeándome. Y solo lo hizo porque Alanis le contó, lo que, supuestamente hice. Giselle al saber que mi madre me había golpeado de nuevo, ardía en llamas. Alanis no tenía corazón.
¿Y si ella era el desconocido? Era más que evidente que me odiaba, ¿pero hasta qué punto?
- Aléjate. - Aullo.
No, no, no. Me resigno completamente a golpearla, no está en mi organismo, no está en mi.
- ¡Vamos!- La clase nos observa atentos. Trata de incentivarme.
- ¡Que me dejes, mierda! - Y con las ganas de querer hacerlo, pero con el sentimiento de culpabilidad, levanto mi mano para darle una golpiza, pero esta no ocurre, pues un grito me ayuda.
- ¡Madison!- Mi mano se detiene a medio camino. Mi corazón latia desbocado.
- Aiden... Sácame de aquí.- Pido, con la respiración entre cortada. El asiente, me toma de la cintura y me ayuda a caminar después del lío de emociones. Odio el colegio, lo odio porque tengo que verla.
- Vamos, ven aquí.- Nos vamos al ático. Me guia con cuidado y me observa paciente. Me siento en el suelo, dejándome caer.
- Estoy aburrida de su comportamiento.- Respiro pesadamente. - No quiero lidiar con ella.
- Hay que decirle al director, Madi.- Agrega, preocupado.
- No, no harán nada, nunca hacen nada.- Suspiro.
- Te daré un abrazo. - No tengo fuerzas para apartarlo, me abraza fuertemente, sus brazos me hacen sentir a gusto.
De pronto, solo fuimos el y yo, en el ático en el que habían ocurrido ataques, recordé las veces que el trató de ayudarme, puedo confiar en el, puedo creer en el. ¿Podré llegar a quererlo? Levanto mi cabeza, esta estaba apoyada en su hombro, mis ojos se dirigen hacia su rostro. Lucía tranquilo, pero la presión que ejercía en mi, me hacía pensar que estaba yendo, agobiado.
El siente mi mirada, estas se cruzan, no escuchaba nada más que los latidos de mi corazón. De pronto, una ganas de besarlo me consumieron.
¿Que estaba pensando?
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El Monstruo Debajo De Mi Cama
Roman pour AdolescentsDesde pequeña creía que había un monstruo que vivía debajo de mi cama. Lloraba todas los noches del miedo que me daba. El tiempo pasó, me llevaron a un psicólogo, con la esperanza de que me ayudara a creer que no había nada. La cosa es... ¿Me ayudó...