Monstruo 5. "No digas su nombre..."

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Salgo caminando de mi casa, para dirigirme al colegio. La verdad es que no tenía ganas de ir, pero algo tenía que hacer en mi vida, era mucho mejor que quedarme sola en casa con el monstruo, por lo menos, en público no es tan malvado o escalofriante.

O eso creí....

Camino rápido, pensando en que mi madre saldrá muy pronto del hospital y que quiero que pase veloz el tiempo, para poder verla y cuidarla. Por qué si, sigue siendo mi madre, sigue siendo la persona que se preocupaba de mi cuando pequeña, se que todavía guarda esa parte en su corazón, aunque sea muy en el fondo.

Sumida en mis pensamientos y cruzando la calle, una luz cega mis ojos. No sé qué hacer, mi cuerpo se encontraba nuevamente paralizado y entonces, siento un cuerpo contra mi, agarrándome fuertemente y empujándome hacia la vereda.

- Creo que es segunda vez que te salvo la vida, Coello.- Dice, respirando fuertemente.- O tercera...- Susurra. Y no entiendo por qué dice tercera.

- Si, gracias.

Sigo mi camino, un poco nerviosa por lo que acababa de pasar. Sin embargo, el toma mi muñeca y me da vuelta.

- ¿Estás bien? ¿Voy contigo?- Pregunta. Yo asiento. El me sigue. Y lo interrumpo.

- Yo te dije que estoy bien, no que vengas conmigo.- Agrego y el ríe con su risa tonta y maniática.

- Vamos para el mismo lugar, Coello, ¿No tiene nada de malo, cierto?- Inquiere. Levantando una ceja.

- Si, tiene todo de malo. Hay más caminos.

- Pero yo quiero venirme por este.

- Entonces me voy por el otro.- Digo, encontrando otra solución. Pero, nuevamente, me vuelve a agarrar de la muñeca.

- Oye, oye... Está bien.- Hace una pausa y yo espero a que me diga lo que quería decir. - Estoy preocupado, te pueden pasar más cosas, déjame acompañarte, déjame estar contigo siempre. Para asegurarme que estes bien. - Su rostro denota seriedad y se que está hablando en serio, por qué no hay ninguna sonrisa.

- ¿Como se que no eres un violador?- Pregunto, insegura.

- Tengo tú misma edad, no lo soy, te lo prometo. - Me muestra su dedo meñique.

- La edad no influye en tu maldad. - Y sin más, sigo caminando para el colegio. Solo quedaban 15 minutos y no quería llegar tarde.

-¡Vamos! Dejame ser tu amigo.- Pide, y se agacha delante de mí, agarrando mis dos manos. - Hasta me arrodillé.

- Hay más chicas a las que seducir, búscate otra. - El hace un puchero y no puedo negar que se ve malditamente tierno.

- No te quiero seducir. Solo quiero ser tu amigo.- Y sigue.

Ruedo los ojos, fastidiada por su insistencia.

- ¿Por que yo? ¿Por que, si hay más personas?- No puedo evitar hacerme esas preguntas.

- No te enojes, pero te veo muy vulnerable, como si ocultaras algo, como si al mínimo toque te derrumbaras. Quiero cuidarte y ser tu amigo.- Me encojo de hombros y sigo mi camino.

Decirme vulnerable a mi no es nada bueno para hacerse amigo de esta señorita.

- Creo que tendré todo el día para convencerte.- Después de eso solo lo ignoro. Mientras él sigue detrás de mí, como perrito faldero.

Llego al colegio, 5 minutos antes y apenas mi pie pisa el suelo, salgo corriendo a la clase que tengo que ir.

Apenas entro, el ya no está y por fin respiro tranquila. Giselle me ve en una esquina y me abraza inmediatamente. Su rostro es preocupado.

El Monstruo Debajo De Mi CamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora