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Limerencia



Ref/: es un estado mental involuntario el cual es resultado de una atracción romántica por parte de una persona hacia otra.


– Chicos, estamos a punto de llegar al Hospital Monseñor Sanabria, les diré qué pueden y no hacer. – Habló la profesora, por fin había llegado la hora. – Primero, nos darán un tour por las diferentes áreas del hospital, después tomaremos un aperitivo, a las 11 de la mañana veremos una operación y a la 1 tomaremos el almuerzo en la pizzería de Doña Lupe y luego nos vamos al colegio. – Luz había escuchado todo aquello, haciendo que su interior se debatiera entre muchas emociones: ella no tenía dinero para almorzar en la pizzería, pero estaba feliz por haber ganado la beca. Este solo era el principio de su futuro. – Espero haya quedado claro. – Concluyó la profesora.


La chica miró a todos asentir y otros más ignorar, ella solo pensó en que, por fin daría un primer paso a su nueva vida.

El futuro, por su parte, la esperaba, mientras que el destino sonreía.

Tenía el hilo rojo preparado en sus dedos.

Una rubia de pelo corto se tronaba los dedos en la sala de espera junto a su amiga, tenía unos ojos claros, eran lindos, grandes por lo general y achinados cuando sonreía, labios levemente delgados de un color cereza suave, su nariz perfilada era acorde a su mentón y perfil, era muy guapa la verdad y ni qué decir de su corazón, lástima que haya sido tan herida.

Eso pensaba Jenny cada vez que veía a su mejor amiga, quien prometió por siempre cuidar y no dejarla sola nunca más.


– Deja de tronarte los dedos, boba. – Le habló entre sonriendo y burlándose. – Solo son adolescentes. –

– ¡Exacto, Jenny! – Bajó las manos. – Son malos. – Terminó agregándole comedia a sus palabras.

– Siempre pensé que los cirujanos no le temían a nada. –

– Eso no tiene nada que ver, me dan miedo las ranas también. –

– Ve y dile eso a los chicos de ahí afuera. – Carcajeó viendo su celular. – Ya están aquí. –

– No puede ser, ¿Ya son las 9? –

– Más un cuarto, pero sí, ya son las 9. – La miró con malicia.

– Jenny, no me dejes. –

– Tengo que ir con los bebés, empezarán por ahí, tu quédate que en una hora vendrán aquí. Muéstrales cosas desagradables. –

– ¡Jenny! –

– Hasta luego. – Cerró la puerta, pero podía escucharla reír en el pasillo.


Sin saber esperar, fue por un té a la cafetería, no más café, fue lo primero que le dijo su amiga, estaba junto a otros compañeros hablando de todo y de nada, cuando su comunicador empezó a vibrar.

Ella estaba de guardia, debía ver qué pasaba.


– Tommy, quedas a cargo de atender a los estudiantes en caso de que yo no haya vuelto. – Dijo con alegría, podía librarse de aquello.


El hombre moreno asintió entre asustado y ansioso, nadie quería dar esa demostración y Alex era la mejor cirujana, ella tenía más experiencia.

Un amor -indebido- incomprendidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora