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Epifanía



Ref/: Un momento de sorpresiva revelación.


     Se había quedado sin habla después de aquellas palabras y apenas sobrepasaban las 10 de la noche; la ojiverde no había despegado su verdosa mirada de ella, buscaba entre todo, preguntas, pero la rubia se había quedado helada, sin pensamientos pasándole por la mirada.

Aprovechó para detallarla, en su interior gritaba de emoción; era ella, Alejandra Brennet, otra vez la tenía enfrente, la mujer era guapa, hermosa, jamás había visto alguien tan divino, eso le gritaba una emocionada mini Luz a otra en su cabeza.

Su rostro era perfilado, pero no largo, el cabello rubio casi llegando a plateado le caía debajo de la barbilla alborotado, rozándole los hombros, sus ojos eran grandes, lo suficiente para captar la atención de cualquiera con esas lunas plateadas.

Jamás había visto ojos tan bellos.

Sus labios eran delgados y de un rosa pálido, pero hacían juego con su rostro.

Era hermosa.


– ¿A qué te refieres? – Respondió anonadada, sus ojos se veían comprensivos pero curiosos.

– Tal como lo dije – Salió de su momentánea y detallada admiración por la mayor. –, me obligan a trabajar ahí. –

– Pero... ¿Por qué? – La veía desde arriba, le llevaba unos 15 o 20 centímetros de más y ambas estaban de pie. Su expresión, sorprendiéndola, era de total preocupación. Ella guardó silencio, pensó que, aun no la conocía del todo, no podía simplemente contarle sus mierdas deprimentes a los demás y mucho menos si esa persona era la persona que más admiraba.

– Yo... – Tartamudeó estultamente. La doctora comprendió lo que pasaba.

– Está bien, no tienes que preocuparte, Luz. – Le acarició la mejilla en un acto incontenible, dándose cuenta la retiró. – Come algo y vas a dormir, mañana te iré a dejar al colegio. – Le sonrió.


La menor la vio sorprendida, ¿La iría a dejar?


– No tiene que hacerlo. – Le respondió; su "fangirl" salió a flote después de haberse reprimido todo este rato. – De verdad, Doctora, yo... –

– Está bien, solo te iré a dejar, no es como que entraré y hablaré con tus profesores para saber tu rendimiento académico. – En realidad, si pensaba hacer eso.

– ...Soy una buena estudiante. – Susurró sonrojada.

– Lo sé, - Exclamó con una sonrisa haciéndole saber que había escuchado. – sé que eres una buena estudiante, por eso, Luz... Mírame – Le levantó el rostro tomándole por la barbilla. –, quiero que cuentes conmigo, si necesitas algo, lo que sea. Cuenta conmigo. – Sus ojos, quizá por la oscuridad que los inundó por una fracción de segundo se vieron bañados por la orilla de un color negro, cubriendo sutilmente la orilla del gris. – Ven a visitarme cuando quieras, cuantas veces quieras. –


Aquello ultimo... no, absolutamente todo se lo dijo sin pensarlo.

¿Por qué lo hacía?

Eso no era normal, ¿O sí? Es decir, Luz solo era una niña con sueños a la que ella quería ayudar porque le inspiraba algo totalmente puro y sano, algo que hacía latir su corazón con agrado. Sí, Luz era guapa, muy bella y tenía unos ojos encantadores y alargados, vivos, curiosos y al mismo tiempo gentiles, por ratos parecía que habían visto solo tristezas, pero mayormente se veían incautos, con ganas de conocer todo.

Un amor -indebido- incomprendidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora