[017]

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Calígine.



Ref/: Niebla, oscuridad, tenebrosidad.


     Cerca de 8 horas había pasado Alex en sala de operaciones, mientras estaba en ello, esporádicamente subía su mirada la joven de ojos caídos por el sueño que la veía atenta, por ratos la menor bostezaba pues el cansancio era mucho, pero no quería apartar su mirada de... ella.

Gracia le causó a Alex cuando a eso de las 7 de la mañana, al alzar su rostro para verla, la encontró dormida en uno de los asientos, sonrió y continuó su faena.


– Llévenlo a su cuarto y estén monitoreando todo, puede que despierte en unas 4 o 5 horas, llamen a los familiares. –

– Buen trabajo, Doctora. –

– También les agradezco el esfuerzo. – Sonrió como pocas veces hacía después de una operación.


Su rostro, después de aquel suceso, se había vuelto poco expresivo, pero desde que esa niña llegó a su vida, sentía sus mejillas doler, y eso le agradaba.

Se cambió el traje y lavó una vez más sus manos, subió entonces a la cabina donde se encontraba la pelinegra.

Sonrió al verla echa una bolita en el incómodo asiento, debía estar muy cansada, por dicha, no tendría que seguir en el hospital por ahora, ya que, al ser jornadas nocturnas, estaría entrando a las 7 pm y saliendo alrededor del mediodía, poco antes, poco después.

Tomó entonces a la ojiverde en brazos y decidió llevarla a su oficina, la dejaría en el sofá un rato más, en lo que terminaba un papeleo y luego irían a casa.


– Espero que no vayas a hacer lo que creo que harás. –

– Haz silencio. – La calló más por susto que por Luz. – Y deja de aparecerte así a cada nada. –

– No vayas a llevarla alzada, tonta. – La regañó.

– ¿Por qué? – Su gesto cambió al de una niña al que le han prohibido comer dulces.

– Porque no, despiértala y llévala a casa para que descanse bien. –

– No puedo llevarla a casa aun, debo terminar unas cosas y firmar otras. –

– Deja yo la llevo, entonces. – Se acercó a despertarla.

– Oye, no, no, no la despiertes, llévala así al carro, ten. – Le dio las llaves.

– Uy, de acuerdo, yo la llevaré. –

– Gracias. –

– Termina eso pronto y vuelve con ella en cuanto puedas, ¿Ok? –

– Si, si... serán solo unas firmas. – Sonrió agradecida. – Una hora cuando mucho. –

– Bueno, dame entonces. –

– Espera. –

– ¿Qué? –

– Yo la llevaré alzada al carro. – Jenny sonrió con complicidad.

– Que posesiva eres. –

– Solo quiero alzarla. – Bajó un poco la voz.

– Ajá. – Carcajeó.

Un amor -indebido- incomprendidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora