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Inmarcesible.

Ref/: Que no se puede marchitar. Que no puede alejarse ni estropearse por el transcurso del tiempo.

Nacida de la aurora boreal
Tu mirada cálida quema mi ser
Y me sumerges en aquel mundo
Donde solo conozco tu piel.

Y con ganas grito tu nombre
En un susurro a tus oídos
Con desgarros de placer
Que expulso entre gemidos.

***

Llegaron a casa de Alex, el reloj marcaba las 10 de la noche y no sabían por qué, pero aquella hora se sentía tan tarde, como si urgiera estar en la cama metidas, fuera del alcance de aquellos 10 grados.
Jenny pidió a su no-novio, según sus palabras, que salieran a beber algo, porque sí, mañana sería viernes y no iría a trabajar, esperaba por él en la entrada de la casa de su amiga, en el porche para ser especificas con una copa de sangría acompañada por la rubia mientras la pelinegra se daba una ducha.
Solo veían la oscuridad en la que estaban rodeadas, como si meditaran lo que acaba de suceder hace unas horas, lo que está sucediendo y lo que va a suceder.

– Quiero quedarme con ella. – Dijo de pronto la de ojos grises, interrumpiendo a las estrellas que susurraban unas con otras, como si todo este tiempo estuviesen adivinando lo que sus ojos grises querían decir.
– ¿A qué te refieres? – Preguntó sorbiendo un poco de sangría.
– Eso, que quiero quedarme con ella. Con Luz. – Aclaró. – Quiero estar junto a ella, quiero vivir con ella. – Tomó todo lo que le quedaba de sangría y continuó. – Quiero pedirle que sea mi novia y después verla cumplir sus metas, apoyarla, verla crecer como la maravillosa chica que es, conocer mil lugares con ella y luego conocer mil más. – Suspiró con algo de nostalgia y a la morena le pareció ver un destello por ahí, sonrió y la dejó seguir. – Me quiero casar con ella, ¡Maldición, Jenny! ¿Qué parte de quiero quedarme con ella no entendiste? –
– Todo está tan claro. – Se acercó a abrazarla entre la oscuridad, como si de una metáfora de la vida se tratara. Dándole a entender que, ella siempre iba a estar, siempre la iba a apoyar.

No hay mucho que explicar cuando las acciones hablan solas.
Un deportivo rojo se estacionó frente a la casa, las chicas no dijeron nada más de lo que su anterior momento no hubiese dicho ya, la obstetra subió al auto con la música muy alta y se marchó.
Alejandra estuvo en el porche de su casa unos momentos más, dejando que el aire frío le calara a través de la chaqueta que hace pocos días había usado Luz y sonrió, porque recordó ese momento, se veía hermosa, le quedaba realmente bien, se abrazó a si misma por un momento y dejó caer la última lágrima que cabía dentro de ella para todo su pasado.
Estaba sanando, no solo por Luz y por Jenny, sino también por ella y eso le alegró, porque así sería una mejor persona para ella misma y para Lucy.

– Hace frío. – Sintió unas manos colarse por debajo de su chaqueta y su camisa, haciendo contacto limpio con la piel de su vientre. Un escalofrío la recorrió hasta las orejas.
– Tienes las manos cálidas. – Fue todo lo que dijo dejándose abrazar.
–  Eso es porque te prometí que siempre estaría para calentar tus manos. – La escuchó reír en su espalda.
– Luz… –
– Dime. – Su voz aterciopelada no se comparaba con nada, ni siquiera con las estrellas con dulzura adornaban el cielo.
– ¿Quieres…? – Tragó en seco. Aquello estaba siendo más difícil de lo que creía realmente. – ¿Quieres ser mi novia? –

Y no hubo respuesta por varios segundos, pero pasado el momento sintió como en su espalda sorbían dando leves sollozos. Se giró con letargo hasta dar con la causante del palpitar fuerte de su corazón.

– ¿Quieres ser mi novia? – Volvió a preguntar de frente.
– Sí… – Su voz sonaba dulce, enternecida, tanto que eso le causó gracia.
– ¿Sí? – Preguntó sonriendo. Llorando. A punto de desmayarse.
– Sí. – La miró a los ojos y juró ver en aquellos verdes bosques mil estrellas elevarse al cielo.
– ¿Shii? – Habló con voz de bebé. – Dime, bebé, ¿Por qué lloras? –
– Porque te quiero, Alex. – Coló sus manos por debajo de su camisa, en contacto con la piel de su espalda. -  Te quiero con mi vida. –
– También te quiero, preciosa. – La besó, un beso mezclado con las lágrimas de felicidad que habían florecido en su pecho y lo dulce de sus labios debido a la sangría. – Te quiero con mi alma, mi amor. –

Un amor -indebido- incomprendidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora