Ataraxia.
Ref/: Imperturbabilidad, serenidad.
Una atacada morena entró buscando información de una mujer de ojos grises alta, rápidamente atendida le indicaron el pasillo y cuarto al que debía dirigirse.
Seguida por la madre de Luz, encontró la puerta y después de tocar levemente entró, su corazón se estrujó al ver la escena; Carla le colocó la mano en el hombro haciéndole saber que era mejor dejarlas un rato más descansar.
– Es...pera. – Escucharon levemente.
Jenny con increíble rapidez devolvió sus acciones y abrió más la puerta.
– ¿Luz? – Se aseguró que no había escuchado mal.
– Hola... – Una leve sonrisa se dejó entre ver por debajo de la mascarilla.
– Oh, Dios, ¡Luz! – No pudo contenerse y se abalanzó a ella. – Nena – No contuvo sus lágrimas. –, no sabes cuánto me alegra que estés bien. –
– Lucy... – La de ojos grises se despertó. – ¡Amor! – Sollozó sin poder evitarlo. – Lucy... – Lloriqueó genuinamente y como nunca. – Me alegra tanto que estés bien. – Sus lágrimas empezaron a caer en la piel de la menor pues, se encontraba abrazándola levemente y con su cabeza escondida en el cuello de la de ojos verdes.
– Hola, nenita. – Sonrió ligeramente.
– Debería enojarme contigo. – Dijo aun gimoteando. Las dos mujeres decidieron salir al verlas compartir aquellos momentos que, entre preocupación, eran algo divertidos. – ¿Por qué no me dijiste? – Preguntó cuándo se hallaban ya solas.
– Lo siento, Alex. – Entristeció la mirada. – No quería preocuparte. –
– Nunca había estado tan preocupada y asustada como ahora, mi amor. – Sinceró. – Eres mi vida, preciosa... si a ti te pasa algo, no lo soportaría. –
– Lo siento, amor. – Su voz sonaba más vivaz. – No te ocultaré nada más, lo prometo. –
– Eso espero, Lucy. Soy tu novia, puedes confiar en mí. –
– Lo haré, mi niña de ojos bellos. –
– Te quiero y mucho. –
– Yo también te quiero, amor mío. – Alex llevó el dorso de la mano hasta sus labios y la besó.
– Oh cierto, debo avisar al doctor que despertaste. –
– ¿La costumbre? – Sonrió tenue.
– Si, – Devolvió la sonrisa. – ¿Te sientes mejor? – Enterneció la mirada.
– La verdad, sí, el dolor en el pecho se ha desvanecido casi por completo. –
– Me alegra, cuando salgamos de aquí me darás una adecuada explicación. –
– Shii. – Habló cual niña.
Después de dejar un beso en su frente, Alex salió a comunicarle todo al doctor, quien entró a revisar a la chica de ojos verdes.
Después de unos momentos de suma ansiedad e incertidumbre descartó la operación e indicó que podría hacer cualquier deporte que quisiera siempre y cuando tomara los medicamentos al pie de la letra.
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Un amor -indebido- incomprendido
Short Story|Historia lesbica| Alejandra Brennet, una doctora de 30 años quien sufre de depresión y se auto medica desde los 25, cuando tenía 20 conoció a una mujer mayor que ella, quien era machista, muy posesiva y egoísta y ocultaba aquello refugiándose...