[027]

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Ataraxia.


Ref/: Imperturbabilidad, serenidad.


      Una atacada morena entró buscando información de una mujer de ojos grises alta, rápidamente atendida le indicaron el pasillo y cuarto al que debía dirigirse.

Seguida por la madre de Luz, encontró la puerta y después de tocar levemente entró, su corazón se estrujó al ver la escena; Carla le colocó la mano en el hombro haciéndole saber que era mejor dejarlas un rato más descansar.


– Es...pera. – Escucharon levemente.


Jenny con increíble rapidez devolvió sus acciones y abrió más la puerta.


– ¿Luz? – Se aseguró que no había escuchado mal.

– Hola... – Una leve sonrisa se dejó entre ver por debajo de la mascarilla.

– Oh, Dios, ¡Luz! – No pudo contenerse y se abalanzó a ella. – Nena – No contuvo sus lágrimas. –, no sabes cuánto me alegra que estés bien. –

– Lucy... – La de ojos grises se despertó. – ¡Amor! – Sollozó sin poder evitarlo. – Lucy... – Lloriqueó genuinamente y como nunca. – Me alegra tanto que estés bien. – Sus lágrimas empezaron a caer en la piel de la menor pues, se encontraba abrazándola levemente y con su cabeza escondida en el cuello de la de ojos verdes.

– Hola, nenita. – Sonrió ligeramente.

– Debería enojarme contigo. – Dijo aun gimoteando. Las dos mujeres decidieron salir al verlas compartir aquellos momentos que, entre preocupación, eran algo divertidos. – ¿Por qué no me dijiste? – Preguntó cuándo se hallaban ya solas.

– Lo siento, Alex. – Entristeció la mirada. – No quería preocuparte. –

– Nunca había estado tan preocupada y asustada como ahora, mi amor. – Sinceró. – Eres mi vida, preciosa... si a ti te pasa algo, no lo soportaría. –

– Lo siento, amor. – Su voz sonaba más vivaz. – No te ocultaré nada más, lo prometo. –

– Eso espero, Lucy. Soy tu novia, puedes confiar en mí. –

– Lo haré, mi niña de ojos bellos. –

– Te quiero y mucho. –

– Yo también te quiero, amor mío. – Alex llevó el dorso de la mano hasta sus labios y la besó.

– Oh cierto, debo avisar al doctor que despertaste. –

– ¿La costumbre? – Sonrió tenue.

– Si, – Devolvió la sonrisa. – ¿Te sientes mejor? – Enterneció la mirada.

– La verdad, sí, el dolor en el pecho se ha desvanecido casi por completo. –

– Me alegra, cuando salgamos de aquí me darás una adecuada explicación. –

– Shii. – Habló cual niña.


Después de dejar un beso en su frente, Alex salió a comunicarle todo al doctor, quien entró a revisar a la chica de ojos verdes.

Después de unos momentos de suma ansiedad e incertidumbre descartó la operación e indicó que podría hacer cualquier deporte que quisiera siempre y cuando tomara los medicamentos al pie de la letra.

Un amor -indebido- incomprendidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora