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Ósculo



Ref/: Beso de respeto o afecto.


"Los poemas de Bécquer

Con afecto relatan

El romance de una historia,

Su amor escarlata."


     No había escuchado bien y ciertamente temía preguntar, pero su voz fue tan clara, tan segura, su mirada gris como nubes de abril me veían atenta y el sol se asomaba entre ellos esperando respuesta, pero... no creo haber escuchado bien.


– ¿Qué dices? – Impaciente esperaba mi respuesta.

– No entiendo, doctora. –

– Alex. – Corrigió, al menos ahora sabía que su petición había sido la que había escuchado, pero no por eso dejaba de parecerme descabellada.

– ...Alex – Me está intimidando con esa sonrisa de medio lado. –, ¿Usted está segura de lo que está diciendo? Es decir, no... no entiendo por qué hace todo esto, no me conoce, no soy importante para usted. – La miré, extrañada y sorprendida.

– ¿Quién dijo que no eres importante para mi ahora? – Respondió como si hubiese dicho su nombre, casual.

– Nadie, pero... ¿Por qué quiere ayudarme? – Cuestioné viéndola a los ojos. – Deme una razón e iré con usted, no tengo nada que perder, no tengo a nadie. – Respondí retándola.

– Yo... – Tartamudeó, sus labios color cerezo se entre abrieron con suavidad y debo admitir que eran hipnotizante.

– ¿Usted? –

– Quiero ayudarte. – Miró hacia otro lado rápidamente. – Si, ayudarte a convertirte en una gran cirujana. – Sonrió. Eso, sin poder evitarlo, me hizo reír a mí.

– Alex, no sabes mentir. – Sonreí. – No entiendo por qué lo haces, pero está bien, iré contigo. –

– ¿En serio? – Su rostro revelaba sorpresa.

– ¿No querías eso? – Pregunté sonriendo. Era... era fácil de encariñarse a ella.

– Si, por supuesto que sí, quiero cuidar de... – Se detuvo. – Quiero decir, ayudarte, pero no pensé que aceptarías. –

– Alex. – La interrumpí. – ¿Realmente quieres cuidar de mí? – La vi seriamente a los ojos. – ¿Estás dispuesta a aceptar todo de mí y cuidarme? – Ella me miró con sorpresa y timidez, el sonrosar de su rostro se intensificó lentamente, como provocándome.

– Sí, aceptaré... aceptaré todo de ti. – Respondió con seguridad. No pude evitar soltar una sonrisa. – ¿Qué...? ¡Tonta! –

– Lo siento, – cerré los ojos ante la risa, llevándome la mano a la cara. – Es que lo dijiste muy seria, solo te bromeo. – La miré, ella tenía su cara aún más roja, pero una sonrisa espléndida y pícara adornaba su rostro. – Gracias, Alex. –

– Eres una niña mala. – Se acercó a mí, me sorprendí ante su repentina cercanía y mi rostro empezó a calentarse. Cerré los ojos por inercia ante su proximidad.


Sentí su respiración dulce chocar levemente con mi rostro y un tacto caliente en mi frente seguido en un sonido característico de un beso que duró unos dos segundos, o una eternidad. Mi corazón se aceleró como si un susto hubiese pasado o una increíble emoción.

Un amor -indebido- incomprendidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora