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Maratón 1/2
Meraki.
Ref/: [En griego moderno] Hacer algo con amor, poniendo el alma en ello.
Con cautela se limpió las lágrimas, lo hizo allá al rato, cuando Alex se había quedado dormida con la cabeza puesta en sus piernas. Su respiración ahora era apacible y nada comparado al estrepito anterior, ese que, de solo recordar hacía nuevamente su alma estrujarse de dolor.
Y como por inercia de su cuerpo, porque su alma tenía toda la intención consciente de hacerlo, llevó su mano hasta su rostro y comenzó a acariciarla, daba lánguidos toques, suaves. Sus manos estaban cálidas a pesar del frío que hacía.
Sonrió cuando Alex presiono inconscientemente su mano contra su pecho y como niña, levemente sorbía por la nariz resentida.
Su corazón se enternecía de tristeza y una sonrisa suave al mismo tiempo se dejaba ver. La adoraba.
Así tal cual, la adoraba tanto.
Con voz tenue y suave empezó a cantarle, no iba a escucharle, pero quería hacerlo.
"No sé qué es lo que hice en otras vidas
¿A quién tuve salvar para que me salvaras tú?
Tal vez curé en la guerra mil heridas
Para que hoy en tus brazos encontrara la quietud."
Aún continuaba pasando su mano leventemente sobre su cabeza, su cabello suave y su respiración tranquila le relajaban y al mismo tiempo le querían hacer llorar.
No merece ni merecía lo que pasó.
"No sé si yo te encontré,
O si me encontraste tú..."
Con el dorso de la mano desocupada, esa misma con la que acariciaba su cabeza se quitó una lágrima que no pudo contener, en su corazón sentía que la estaba amando muy pronto, pero también sentía que no podía evitarlo.
Con solo verle la sonrisa, su corazón y su alma se enternecían, solo bastaba escucharla reír o tan solo mirarle los ojos a medio brillar, como cuando el sol empieza a salir por detrás de una nube, tan solo eso para sentir su corazón feliz y que la alegría se le escapara por los labios en una sonrisa inevitable, o en un suspiro imposible de esconder.
"No sé, qué fue,
Qué es lo que hice que no lo puedo creer
Podría jurar, que es cosa de Dios
Cuando te miro solo puedo agradecer
Lo que sucedió para poderte merecer
Que aún no lo puedo creer."
Detuvo su canto cuando la vio removerse cual niña en sus piernas, se giró con letargo hasta quedar boca arriba y le sonrió.
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Un amor -indebido- incomprendido
Short Story|Historia lesbica| Alejandra Brennet, una doctora de 30 años quien sufre de depresión y se auto medica desde los 25, cuando tenía 20 conoció a una mujer mayor que ella, quien era machista, muy posesiva y egoísta y ocultaba aquello refugiándose...