[019]

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Sottovoce.



Ref/: Es una expresión italiana que significa "en voz baja", "en secreto".


[1era Parte del capítulo está narrado desde el punto de vista de Jenny Sanders.]

     Salía de casa después de despedirme de mi madre, el domingo se veía bonito y cálido para ser septiembre, pero, las nubes alrededor solo prometían lluvia al anochecer.

Mi mente se fue a Alex, este mes... en este mes pasaron cosas terribles para ella, no tiene recuerdo alguno que sea grato de mencionar pues, las noches eran tormentosas y la lluvia torrencial, no había nada bueno para ella y de ahí su miedo a algo que siempre le gustó admirar. Los rayos y truenos.

Abriendo el garaje escucho a mamá gritar.


– ¿Qué pasó? – Llegó hasta ella con una sonrisa.

– Quién sabe en qué putas andas pensando, tomá, se te quedó la cartera. – Me regaño, carcajeé, su carácter siempre ha sido explosivo, pero no se compara con el gran corazón y cariño que daba. – Y dile a mi niña que venga a visitarme hoy en la noche. – Se refería a Alex.

– Creo que hoy tiene que quedarse desde las 5 hasta las 10 de la mañana. –

– Son las 10 de la mañana, llámala y dile que venga a almorzar. –

– Ma, ¿Harás ese pollo achiotado que siempre haces? –

– Usted está a dieta. – Ni se dignó a mirarme cuando dijo eso.

– También te amo. – Le besé la mejilla y la abracé.

– Ya, ya, vaya que se le hace tarde. – Me abrazó. – Te amo, mi negra guapa. – Me dio una nalgada en cuanto me di la espalda.


Salí con una sonrisa; desde aquella noche, mamá le prepara a Alex un pollo achiotado, pues, en aquel entonces le levantó el ánimo y ella sabe que Alex en este mes empeora.

Solo espero que ahora que está con Lucy no pase más.

Escuchaba a FIfth Harmony, cantando BO$$ a todo pulmón y así cada canción que pasó, culpaba a Alex de que me gustaran esas vagas. Pasados unos 30 minutos llegué al aparcamiento del hospital, de solo pensar que hoy pudiera alguien parir me daban ganas de devolverme, pero escogí esta carrera porque me gustaba.


– No debería existir el 14 de febrero. – Murmuré.


Estos días estábamos a tope en sala de parto y por día llegaba como mínimo 2 mujeres.


– ¿Jenny? – Escuché que me llamaron.


Giré para buscar la dueña de esa voz, mis ojos se fueron a una mujer cerca de la caseta del guarda quien, con seriedad evitaba que pasara.


– Oh, ¡Jenny! - Me llamó. ¿Quién era esta tipa?

– ¿Nos conocemos? – Pregunté al acercarme a ella, ella sonrió, podría tener unos 40 años o más.


Vestía elegante, usaba un pantalón de vestir negro con su blazer a juego y una camisa roja por dentro, todo a juego con unas gafas negras.

Un amor -indebido- incomprendidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora